LA PALABRA:
Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):
SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):
EN aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.
Palabra de Dios
Sal 86,1-3.4-5.6-7
R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
odos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R/.
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
Tenernos en suspenso...pero ¿cuanto más necesitamos para creer?
Si hasta Tomás, su discípulo, necesito meter sus dedos en las herdidas de la cruz...¡Qué necesitaremos nosotros!
Somos hombres de poca fe... que sólo "nos acordamos de Santa Bárbara (Patrona de la artillería), cuando truena", que decía mi abuela.
¡Qué poca cosa somos!
Buscamos corriendo a Dios en las malas. A veces para culparle y descargar en Él nuestra impotencia y rabia. Otras veces, las más, para suplicar su ayuda, su consuelo, su sanación.
Queremos ser ovejas de su redil, pero a media pensión...Y eso no puede ser. No se puede servir a Dios y al dinero.
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno»
Quizá ahora, cuando deje de tronar y pase la tormenta seamos capaces de recapacitar e iniciar el cambio de mentalidad que necesitamos para salvar el planeta y salvarnos nostros.
Debemos comprometernos más en lo que sucede a nuestro alrededor, no somos simples espectadores, somos agentes activos.Con voz y voto. Ejerzámoslo responsablemente.
Debemos mantenernos firmes en la fe y transmitir a las comunidades donde estamos la Buena Nueva, con palabras y obras.
Escuchar la voz del Señor, seguirle y darnos a conocer para alcanzar la vida eterna.
¿Nos apuntamos al plan?
NO TENGÁIS MIEDO.
Atévete a ser libre...¡Escucha la voz del Señor!
Ánimo y adelante.
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