AÑO DE LA BIBLIA, MAYO, JUAN
Antes de inciar la lectura (o relectura) de cualquier libro de la Biblia es conveniente leer la introducción que cualquier edición hace sobre el autor, época, género literario, y contenido del libro que se va a leer.
El evangelio de Juan
Respecto al autor de este evangelio y de las tres cartas que se le atribuyen, dos advertencias. En primer lugar, no se trata de la persona del apóstol Juan, hijo del Zebedeo, sino de un discípulo, o varios, que lo retocaron sucesivamente entre el año 90 y el 100. En segundo lugar, la escuela de Juan se desarrolló bajo la influencia del naciente gnosticismo (salvación mediante un conocimiento superior) aunque trata de reaccionar contra esa tendencia gnóstica:“En el principio era la palabra”, pero “La Palabra se hizo carne”.
El evangelio de Juan es un evangelio porque anuncia la buena noticia de Jesús, basada en su vida, muerte y resurrección, y ha sido reconocido por la comunidad de las Iglesias; pero es un evangelio diferente al de los tres sinópticos.
Los sinópticos son narraciones, interpretadas desde la resurrección de Jesús, redactadas según el modelo del Antiguo Testamento, y adaptadas a las necesidades de cada comunidad, pero fundamentalmente son narraciones; sus autores podrían compararse a los corresponsales a pie de calle que tratan de transmitir lo sucedido, tal como lo ve y lo percibe el pueblo. En cambio el evangelio de Juan “no es una biografía de Jesús … sino una interpretación de su persona y obra” (Juan Mateos); una reflexión contemplativa posterior, que trata de penetrar y de identificarse con el significado de lo acontecido.
Los sinópticos proceden desde fuera hacia dentro, desde los hechos o discursos a su interpretación. Juan procede desde dentro hacia fuera; procede desde su percepción interna de lo que fue la interioridad de Jesús, para expresarla mediante hechos reales o simbólicos. A veces la poesía es más real, más profunda, que la historia. ¿Estuvo la madre de Jesús al pie de la cruz, como afirma Juan en desacuerdo con los sinópticos? (Comparar Jn 19,25-27 con Mc 15,40-41; Mt 27,55-56; Lc 23,49).
El evangelio de Juan es más espiritual y más apropiado para alimentar una vida contemplativa; el peligro está, y estuvo, en fomentar una espiritualidad intimista y subjetiva, que luego tuvieron que corregir en el Epílogo añadido de Jn 21 y, sobre todo, en las Cartas de Juan. Estos añadidos tuvieron que insistir en la humanidad de Jesús, y en la coordinación con las comunidades, en la obsevancia de los mandamientos, y especialmente en el amor fraterno. Los evangelios sinópticos presentan una espiriualidad popular y profética; el evangelio de Juan, una espiritualidad más elitista y gnóstica.
Este mismo peligro gnóstico parece resurgir en algunas tendencias de la espiritualidad cristiana en nuestra cultura occidental: la salvación por el conocimiento racional (científico, filosófico y religioso), y un individualismo elitista de los “perfectos”, que nos desvincula de la comunidad eclesial. Afortunadamente existe también una corriente profética de denuncia de la injusticia social y de la ambición de poder y dinero de la jerarquía eclesial.
Los puntos de vista que adopta cada evangelista se aprecian claramente en las palabras que le atribuyen a Jesús en la cruz. Marcos, más realista, presenta el sentimiento humano de desamparo: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado”. Lucas es más conciliador, y le aplica tres palabras más serenas de misericordia y confianza en el Padre. Juan interpreta la muerte de Jesús, no como fracaso humano, sino como exaltación divina; clavado en la cruz, Jesús, con serena majestad se ocupa de la comunidad que deja, y del cumplimiento de las profecías.
De Juan hemos aprendido a penetrar en la intimidad de Jesús a través de símbolos como el agua viva, el vino, el buen Pastor, el reino como un banquete de boda... que han dejado imágenes impresas en el pueblo cristiano desde las representaciones de las catacumbas.
El lenguaje de los símbolos es muy rico porque sugiere muchas interpretaciones según las experiencias que haya vivido cada lector; pero no podemos presentar ninguna de ellas como la única verdadera, todo lo más podemos acercarnos a la que pretendió darle el autor de ese texto. La mejor interpretación para cada uno es el eco que la lectura del texto despierte en su conciencia.
Anthony de Mello, en un cuentecito de “El canto del pájaro”, pondera el valor de lo simbólico: “La Palabra se hizo carne” pero nosotros nos esforzamos por “convertir de nuevo la carne en palabras”. Para nosotros, la mejor explicación de Dios es la vida de Jesús.
La estructura de este evangelio consta de dos partes: El libro de los signos (acciones de Jesús, reales o simbólicas, que apuntan a una realidad superior) seguidos de discursos de reflexión teológica; y El libro de la gloria (Pasión y Resurrección). Estos libros están precedidos de un Prólogo como himno al Logos (Jn 1,1-18), y concluyen con un Epílogo (Jn 21), añadido en consonancia con la tradición común, para ser aceptado por todas las Iglesias.
Las Cartas de Juan
Como ya hemos indicado, estas Cartas fueron escritas por el último redactor del evangelio, y del Epílogo de Jn 21, “el anciano” o “el presbítero”, para corregir las desviaciones gnósticas de algunos miembros de estas comunidades.
La 2ª y la 3ª son breves, y denuncian a los que, escudándose en su pretendido amor a Dios y posesión de su Espíritu, no reconocían a Jesús como Mesías, Hijo de Dios encarnado.
La 1ª tiene el mismo objetivo pero lo desarrolla ampliamente repitiendo, en forma casi obsesiva, los principios fundamentales: la comunión con el Padre; con Jesús, su Hijo venido en carne; y con la comunidad, que transmite el mensaje de lo ocurrido “desde el principio”.
Esta “comunión” supone mantenerse unidos en creer, cumplir los mandamientos, y amar a los hermanos (aunque, para evitar el contagio, “hermanos” se limita a los fieles al mensaje, no a los que lo abandonan; a éstos no deben recibirlos en sus casas ¡ni rezar por ellos! 1 Jn 5,16-17).
Estas Cartas nos invitan a coordinar la espiritualidad íntima y personal con la espiritualidad concreta de un Dios que se manifiesta en la Historia, en Jesús y en los hermanos (en sentido universal). “Si uno posee bienes de este mundo y ve a su hermano necesitado y le cierra las entrañas y no se compadece de él, ¿cómo puede decir que ama a Dios” (1 Jn 3,17).
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Pope Godoy: El prólogo del Evangelio de Juan. Una traducción muy sugerente de este emblemático texto, apoyada en sus conocimientos y en las investigaciones de Juan Mateos. Entre otras variantes, el término Logos se traduce mejor por Proyecto y desde esta perspectiva, lo que antes era misteriosa teología se convierte en un mensaje muy sencillo que entronca con el Proyecto del Reino del que hablaba Jesús: Dios reina si sus hijas e hijos se quieren, se ayudan y se perdonan.
Pope Godoy: El evangelio de Juan. El evangelio de Juan es muy distinto de los sinópticos. Ninguno de los cuatro evangelios puede considerarse una biografía de Jesús, pero el de Juan ni siquiera es un resumen de su vida. Está escrito por la Comunidad y está lleno de discursos y relatos simbólicos. En este resumen se esbozan muchos de esos simbolismos y se dan a conocer algunas hipótesis muy interesantes y razonables como que pudo haber sido escrito en la misma época que el de Marcos o que se escribiera en la provincia de Samaría.
Gonzalo Haya: Marcos, ¿un Cristo demasiado humano? II Las ocho palabras en la cruz. Son especialmente significativas las palabras de Jesús en la cruz que transmite cada evangelista. Las primeras comunidades no podían comprender que el Mesías libertador muriera crucificado, incluso recordaban la sentencia del Deuteronomio "maldito todo el que cuelga de un leño"; por eso necesitaban buscar una explicación acorde con la Biblia.
José Arregi: Cristología. ¿Muerto por nuestros pecados? La muerte de Jesús debió suponer un terremoto en la fe de sus discípulos. Si es el Mesías, ¿cómo es que ha muerto? Para responder a esta pregunta, revisaron las Escrituras y encontraron referentes como el Siervo de Yahvé que había profetizado Isaías. San Pablo llevó estas conclusiones al extremo y durante los primeros siglos se desarrolló una teología en la que Dios parecía un Rey ofendido tan gravemente que necesitaba un sacrificio expiatorio de tal magnitud, que solo podía realizar su propio Hijo. Estas categorías que han servido en siglos pasados, hoy no podemos entenderlas y nos dan una imagen de Dios "no creíble". Es necesario interpretar esta teología con una nuevas categorías que bien podrían ser la Solidaridad, la Libertad o la Paz.
José Arregi: ¿Hijo de Dios, humano y divino? (I). Los dogmas no son algo fijo, con el mismo significado a lo largo de los siglos. Cada cultura tiene su propia cosmología y tiene derecho a interpretar lo indecible con sus propias palabras. ¿Qué querían decir en la cultura semita del tiempo de Jesús con la expresión de Hijo de Dios? ¿Qué realidad hay más allá de las palabras?
José Arregi: ¿Hijo de Dios, humano y divino? (II). En esta segunda parte nos preguntamos si todos los cristianos pensaban lo mismo cuando confesaban la divinidad de Jesús. ¿Cómo se llegó a definir el dogma de la consustancialidad o igualdad de Jesús con Dios? ¿Qué significa para nosotros hoy? ¿Quién es fiel al dogma cristológico?
Andrés Torres Queiruga: La Resurrección (I). Los diferentes relatos de las apariciones del crucificado no concuerdan entre sí y dejan claro que no son narraciones de hechos que pasaron, sino formas expresivas para transmitir las creencias a las que iban llegando las primeras comunidades cristianas. Por lo tanto, hay que aprender a relativizarlos y descubrir el mensaje que subyace. La fe en la Resurrección de Jesús y la resurrección de los muertos se basan en la fidelidad de Dios y no en los hechos milagrosos.
Andrés Torres Queiruga: La Resurrección (II). A raíz de las preguntas que formulan los asistentes, Andrés tiene la oportunidad de aclarar y completar la exposición de este tema tan amplio. ¿Qué sentido tiene el ansia profunda de inmortalidad que todo ser humano ha tenido, tiene y tendrá? ¿Qué querían decir los primeros cristianos con la expresión de resucitar al tercer día? ¿Cómo es la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía?
José María Castillo: La humanidad de Jesús. El haber insistido sobre todo en la divinidad de Jesús y no en su humanidad, nos ha incapacitado para conocer realmente a Jesús, que es el Revelador de Dios, el único puente para conectar con la trascendencia y la incomunicabilidad de lo divino. Dios no se encarnó en un dogma sino en una persona. Dar la espalda al Jesús Histórico, como hizo San Pablo, nos ha llevado un cristianismo de doctrinas y ritos dejando a un lado el estilo de vida y las preocupaciones del Galileo.
BIBLIOGRAFÍA
“En el principio era la vida. Comentario al evangelio de Juan”. Enrique Martínez Lozano. Desclée de Brouwer 2019. Martínez Lozano descarta una lectura “literalista y moralizante” “propia de un nivel de consciencia mítico”; tampoco presenta un comentario exegético “desde la razón”, aunque lo ha tenido en cuenta, como puede verse en la Bibliografía final. Lo que intenta es poner al lector en contacto con la sabiduría profunda de este evangelio, propia de un estado de “conocimiento transpersonal”, superior al mental, de comprensión no-dual: Hay una única profunda identidad real, lo que realmente somos, “Logos, Vida, Consciencia”, que todos compartimos con Jesús, y desde este “hogar común” podemos comprender mejor su mensaje porque “Jesús es símbolo y expresión de lo que somos todos” (p. 33).
“Juan, Texto y Comentarios”. Juan Mateos y Juan Barretos. Ed El Almendro 2002. “Un comentario conciso de Juan, destinado a lectores que encuentren difícil abordar el comentario extenso publicado por Ediciones Cristiandad” por los mismos autores.
“Evangelios de Lucas y Juan”. José Enrique Ruiz de Galarreta. Ed Feadulta 2017. No es un comentario académico a estos evangelios sino la exposición de la Lectio divina al hilo de los evangelios de los tres ciclos litúrgitos. Cada lectio consta de tres partes: exégesis, reflexión, meditación. Como nos dice el autor, más que la reconstrucción de “qué sucedió” debe predominar el percibir y aceptar el mensaje que cada texto quiere transmitirnos.
“Ciudad Biblia. Guía para adentrarse, perderse y encontrarse en los libros bíblicos”. Xabier Pikaza. Ed verbo divino 2019. Breve introducción al evangelio de Juan, Cartas y Apocalipsis.
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