LA PALABRA:
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,21-26):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Palabra del Señor
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,5-18):
EN aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio.
Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta:
«Levántate, ponte derecho sobre tus pies».
El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia:
«Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos».
A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo:
«Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo “que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen”. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia».
Con estas palabras, a dura penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.
Palabra de Dios
Sal 113B,1-2.3-4.15-16
R/. No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? R/.
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R/.
Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R/.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
La clave del mensaje de Jesús es el AMOR.
Si nos comprometemos a amar, a ser fieles a ese amor, veremos como Jesús actúa en nosotros y por medio de nosotros.
El Señor es fiel a sus promesas. Así se lo demostró a cada uno de sus apóstoles, que le devolvieron esa fidelidad hasta en su muerte por martirio.
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Pero este camino tan sencillo que es el de amar, no es fácil.
Enseguida nos surge la duda, la pregunta, la prisa, el egoismo.
Todos llevamos un Judas peleando por salir.
Todos decimos: ¿por qué lo tengo que hacer yo?
¿Por qué tengo que arriesgarme y sufrir las consecuencias de mis actos, que aún siendo buenos, no son bien recibidos por nuestra sociedad injusta?
¿Por qué no lo haces Tú o tú?
Si claro, que actúe Dios, o el prójimo, pero yo quietecito. O peor, si no consigo mi propósito, si no ocurren las cosas según mi modo de pensar como habrían de suceder, no solo te abandono o te niego, sino que te traiciono, Señor.
¡Qué débil es mi voluntad y mi fe! ¡Qué poco soy sin tu AMOR!
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Pero Dios nos conoce perfectamente, somos su creación, somos sus hijos. conoce nuestra debilidad.
Y por eso viene a nosotros,se sirve del Espíritu Santo, para darnos sus dones, junto con la fuerza y la alegría para compartirlos.
Y esos dones que compartimos, en el pasado y en el presente, son semilla de futuro.
Pero no lo compartimos para gloria nuestra, sino para gloria de DIOS.
NO TENGÁIS MIEDO.
Atrévete a ser libre...¡Da gloria a Dios!
Ánimo y adelante
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