domingo, 24 de febrero de 2019

HAZTE UN REZO (FEBRERO2019) PENITENTE

Nuestro rezo de hoy es un repaso.
Nuestro rezo de hoy es una búsqueda interior.
Nuestro rezo de hoy es un acto de humildad.
Nuestro rezo de hoy es el rencuentro de unos hijos con su Padre.


El sacramento de la penitencia o de la reconciliación, también conocido como sacramento de la confesión, del perdón o de la curación , es uno de los siete sacramentos de la Iglesia católica.

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Definición de confesión. ... Para la Iglesia Católica, la confesión es una parte del sacramento de la penitencia o reconciliación, que consiste en la declaración de los pecados cometidos ante un sacerdote.A  través de este sacramento, los creyentes reciben el perdón de Dios por dichos pecados.

Este es el camino que debemos seguir para que el perdón sea algo real:

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Siempre tenemos la oportunidad de ser mejores personas.

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¿Cuál es el origen de este Sacramento y para qué nos sirve?

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No podemos hacer un acto de reconciliación de cualquier manera.
Hemos de prepararnos para este encuentro.
Es algo muy personal, lo que sucede entre un hijo y un Padre es muy intimo, porque no todos nos relacionamos igual.
Por eso es importante pararse a pensar y ponerse en situación.
Esto te puede ayudar:

Recuerda las parábolas del Buen Pastor y del Hijo Pródigo.
Renueva tu fe, y siéntete acompañado por tus compañeros y por el sacerdote.

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No tengas miedo.
Atrévete a decirle a Dios "Quédate, Tú me importas", pues Él te lo dice a tí todos los días.
Búscale en los que te rodean.
Ánimo y adelante.


GRUPO DE ORACIÓN"Con Matilde a la luz del Sagrario." (24FEBRERO2019)

LA PALABRA:

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Palabra del Señor


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SIN ESPERAR NADA


 ¿Por qué tanta gente vive secretamente insatisfecha? ¿Por qué tantos hombres y mujeres encuentran la vida monótona, trivial, insípida? ¿Por qué se aburren en med de su bienestar? ¿Qué les falta para encontrar de nuevo la alegría de vivir?

 Quizás, la existencia de muchos cambiaría y adquiriría otro color y otra vida sencillamente si aprendieran a amar gratis a alguien. Lo quiera o no, el ser humano está llamado a amar desinteresadamente; y, si no lo hace, en su vida se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. No es una ingenuidad escuchar las palabras de Jesús: «Haced el bien... sin esperar nada». Puede ser el secreto de la vida. Lo que puede devolvernos la alegría de vivir.

 Es fácil terminar sin amar a nadie de manera verdaderamente gratuita. No hago daño a nadie. No me meto en los problemas de los demás. Respeto los derechos de los otros. Vivo mi vida. Ya tengo bastante con preocuparme de mí y de mis cosas.

 Pero eso, ¿es vida? ¿Vivir despreocupado de todos, reducido a mi trabajo, mi profesión o mi oficio, impermeable a los problemas de los demás, ajeno a los sufrimientos de la gente, me encierro en mi «campana de cristal”?

 Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente. Casi siempre preguntamos: ¿Para qué sirve? ¿Es útil? ¿Qué gano con esto? Todo lo calculamos y lo medimosNos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene «comprando»: alimentos, vestido, vivienda, transporte, diversión… Y así corremos el riesgo de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio de servicios.

 Pero, el amor, la amistad, la acogida, la solidaridad, la cercanía, la confianza, la lucha por el débil, la esperanza, la alegría interior... no se obtienen con dinero. Son algo gratuito, que se ofrece sin esperar nada a cambio, si no es el crecimiento y la vida del otro.

 Los primeros cristianos, al hablar del amor utilizaban la palabra ágape, precisamente para subrayar más esta dimensión de gratuidad, en contraposición al amor entendido sólo como eros y que tenía para muchos una resonancia de interés y egoísmo.

 Entre nosotros hay personas que sólo pueden recibir un amor gratuito, pues apenas tienen nada que poder devolver a quien se les quiera acercar. Personas solas, maltratadas por la vida, incomprendidas por casi todos, empobrecidas por la sociedad, sin apenas salida en la vida.

 Aquel gran profeta que fue Hélder Câmara nos recuerda la invitación de Jesús con estas palabras: «Para liberarte de ti mismo lanza un puente más allá del abismo que tu egoísmo ha creado. Intenta ver más allá de ti mismo. Intenta escuchar a algún otro, y, sobre todo, prueba a esforzarte por amar en vez de amarte a ti solo».


José Antonio Pagola
http://creereenti.blogspot.com/2019/02/evangelio-24-febrero-2019-7-domingo.html

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Lectura del primer libro de Samuel (26,2.7-9.12-13.22-23):

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. 
Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.» 
Pero David replicó: «¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.» 
David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo. 
David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.»

Palabra de Dios


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Sal 102,1-2.3-4.8.10.12-13

R/.
 El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios.
 R/. 

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/. 

El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia; 
no nos trata como merecen nuestros pecados 
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como dista el oriente del ocaso, 
así aleja de nosotros nuestros delitos; 
como un padre siente ternura por sus hijos, 
siente el Señor ternura por sus fieles. R/.


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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,45-49):

El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios


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sábado, 16 de febrero de 2019

GRUPO DE ORACIÓN "Con Matilde a la luz del Sagrario." (17FEBRERO2019)

LA PALABRA:

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»

Palabra del Señor


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TOMAR EN SERIO A LOS POBRES
        
Acostumbrados a escuchar las "bienaventuranzas" tal como aparecen en el evangelio de Mateo, se nos hace duro a los cristianos de los países ricos leer el texto que nos ofrece Lucas. Al parecer, este evangelista y no pocos de sus lectores pertenecían a una clase acomodada. Sin embargo, lejos de suavizar el mensaje de Jesús, Lucas lo presentó de manera más provocativa.

Junto a las "bienaventuranzas" a los pobres, el evangelista recuerda las "malaventuranzas" a los ricos: «Dichosos los pobres...los que ahora tenéis hambre...los que ahora lloráis». Pero«Ay de vosotros, los ricos...los que ahora estáis saciados...los que ahora reís». El Evangelio no puede ser escuchado de igual manera por todos. Mientras para los pobres es una Buena Noticia que los invita a la esperanza, para los ricos es una amenaza que los llama a la conversión. ¿Cómo escuchar este mensaje en  nuestras comunidades cristianas?

Antes que nada, Jesús nos pone a todos ante la realidad más sangrante que hay en el mundo, la que más le hacía sufrir a él, la que más llega al corazón de Dios, la que está más presente ante sus ojos. Una realidad que, desde los países ricos, tratamos de ignorar y silenciar una y otra vez, encubriendo de mil maneras la injusticia más cruel e inhumana de la que, en buena parte, somos culpables nosotros.

¿Queremos continuar alimentando el autoengaño o abrir los ojos a la realidad de los pobres? ¿Tenemos voluntad de verdad? ¿Tomaremos alguna vez en serio a esa inmensa mayoría de los que viven desnutridos y sin dignidad, los que no tienen voz ni poder, los que no cuentan  para nuestra marcha hacia el bienestar?

Los cristianos no hemos descubierto todavía toda la importancia que pueden tener los pobres en la historia del cristianismo. Ellos nos dan más luz que nadie para vernos en nuestra propia verdad, sacuden nuestra conciencia y nos invitan permanentemente a la conversión. Ellos nos pueden ayudar a configurar la Iglesia del futuro de manera más evangélica. Nos pueden hacer más humanos y más capaces de austeridad, solidaridad y generosidad.

El abismo que separa a ricos y pobres sigue creciendo de manera imparable. En el futuro, cada vez será más imposible presentarse ante el mundo como Iglesia de Jesús ignorando a los más débiles e indefensos de la Tierra. O tomamos en serio a los pobres u olvidamos el Evangelio. En los países ricos  nos resultará cada vez más difícil escuchar la advertencia de Jesús: «No podéis servir a Dios y al dinero».  Se nos hará insoportable.


José Antonio Pagola
http://creereenti.blogspot.com/2019/02/17-febrero-2019-6-domingo-tiempo.html

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Lectura del libro de Jeremías (17,5-8):

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.»

Palabra de Dios


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Sal 1,1-2.3.4.6

R/.
 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, 
ni entra por la senda de los pecadores, 
ni se sienta en la reunión de los cínicos; 
sino que su gozo es la ley del Señor, 
y medita su ley día y noche. R/. 

Será como un árbol plantado 
al borde de la acequia: 
da fruto en su sazón 
y no se marchitan sus hojas; 
y cuanto emprende tiene buen fin.
 R/.

No así los impíos, no así; 
serán paja que arrebata el viento. 
Porque el Señor protege el camino de los justos, 
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


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Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,12.16-20):

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios


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miércoles, 13 de febrero de 2019

HAZTE UN REZO(FEBRERO2019) LA TENTACIÓN DE COMERCIALIZAR EL AMOR

QUIÉN FUE SAN VALENTÍN

San Valentín: una historia con trasfondo militar que acabó en lapidación y decapitación

El obispo en Terni, tras hacerse popular por casar a escondidas a soldados del Ejército romano, trató de convencer al emperador Claudio II de que siguiera los pasos de Jesús


MadridActualizado:
Representación de San Valentín, durante su lapidación el 14 de febrero el 269 d.C.

La leyenda más difundida o teoría más aceptada sobre el origen de San Valentín–el famoso día de los enamorados que se celebra mañana 14 de febrero– no tiene ni mucho menos un final feliz. Es una historia de encierro, martirio y muerte que tuvo lugar en la Roma del siglo III, cuando el cristianismo se expandía rápidamente por el Imperio romano, sin que sus dirigentes pudieran hacer nada para impedirlo.
Gobernaba en ese momento Claudio II Gótico (214-270 d.C.), que había llegado al trono, en septiembre o en octubre de 268, tras la muerte del emperador Galieno como resultado de una conspiración. Una de las medidas que impuso este emperador fue prohibir el matrimonio a sus soldados, en un momento de gravísima crisis que afectó profundamente a las relaciones económicas, sociales y políticas del Imperio, bajo la amenaza añadida de los alamanes, los godos y los galos.
Fue una etapa de inestabilidad que se plasmó en una gran cantidad de reinados breves, como el de Claudio, que apenas estuvo dos años en el poder, hasta su muerte en Sirmium a causa de una epidemia de peste o viruela (no está muy claro), mientras combatía a los vándalos. Bajo su mando, la legión romana bajo el mando tuvo que encarar todas estas amenazas y quería a su ejército al cien por cien. Por eso no se le ocurrió otra cosa que prohibir el matrimonio a sus soldados, bajo el pretexto de que, si estaban casados, pecaban de conservadores en el campo de batalla. El emperador creía, en aquellos momentos de acoso de las tribus germánicas, que los solteros eran más aguerridos y valientes, más dispuestos a jugarse la vida porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias. Algo que no podía permitir con las fronteras continuamente acosadas.

Contra los bienes cristianos

En estas circunstancias es cuando surge la figura de Valentín, obispo en Terni (Italia) en una época en la que la prohibición contra las actividades de los cristianos se relajó levemente. Menos de una década antes, durante el reinado de Valeriano entre 253 y 260, se había originado una dura, cruenta e imprevista persecución contra ellos. Pero fue una cuestión recaudatoria más que religiosa, causada por la precaria situación económica del Imperio. Para intentar revertirla, el emperador ordenó secuestrar los bienes de los cristianos más ricos y asesino a algunos mártires ilustres como el obispo Cipriano, el papa Sixto II y el diácono Lorenzo.
Cuando Valeriano murió en el 260, tras caer prisionero de los persas y ser convertido en esclavo, se inauguró una época de paz que se prolongó durante cuarenta años, en la que se favoreció el desarrollo interno y externo de la Iglesia. De hecho, varios cristianos subieron a altos cargos del Estado y se mostraron hombres capaces y honestos. Pero entonces Claudio II prohíbe el matrimonio de los soldados y aparece Valentín, el sacerdote que, ante tal injusticia, decide comenzar a casarlos a escondidas bajo el ritual cristiano. Quizá pensó que no tendría muchos problemas, teniendo en cuenta la época de aceptación y permisividad que se había iniciado. Muchos acudieron a él, convencidos de no debían cumplir la orden del emperador.
Valentín adquirió gran prestigio en toda la ciudad, hasta que llamó la atención de Claudio II, que le hizo llamar para conocerle. El sacerdote aprovechó aquella visita para hacer propaganda de la fe cristiana e intentar convencer al soberano romano de que siguiera los pasos de Jesús. Y tuvo éxito, porque al principio consiguió que se sintiera atraído por aquella religión que la mayoría de los romanos e instituciones repudiaban. Pero alertados porque aquellas ideas calaran en él, el propio Gobernador de Roma y los altos mandos del ejército organizaron una campaña de acoso contra Valentín, con el objetivo de presionar al soberano.
El emperador Claudio terminó cambiando de opinión y ordenó que el sacerdote fuera detenido. El encargado de darle caza fue Asterius. Una vez entre rejas, este oficial quiso dejarle en ridículo y le puso a prueba. Le retó a que devolviese la vista a una de sus hijas, Julia, que había nacido ciega. Valentín aceptó y obró el milagro en nombre de Jesús. Asterius y su familia se quedaron tan impresionados que se convirtieron al cristianismo, corriendo el riesgo que eso suponía.

Enamorada de su alumno

Mientras estuvo encerrado, el oficial le pidió al obispo de Terni que le diera clases a su hija Julia, con la vista recién recuperada. Estuvieron muchos días juntos durante aquel aprendizaje, hasta el punto de que Valentín se enamoró de la muchacha. Pero el juicio siguió adelante y el final no fue precisamente bueno. El sacerdote fue condenado a muerte, lapidado y decapitado el 14 de febrero del 269. La víspera de su ejecución, le envió una nota de despedida a la chica firmada con las palabras «de tu Valentín». Se cree que ese sería el origen de la expresión anglosajona «From Your Valentine» (de tu Valentín) que aparece al final de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad.
«Se cree que fue enterrado en la Vía Flaminia, a las afueras de Roma, lo que hizo que durante la Edad Media la Puerta Flaminia fuese conocida como Puerta de San Valentín», explica Jesús Hernández en su libro «¡Es la guerra!». Pero actualmente, el cuerpo de San Valentín se conserva en la Basílica de su mismo nombre en Terni. La fecha para la celebración del día de los enamorados el 14 de febrero, sin embargo, no se estableció hasta más de dos siglos después. En concreto, entre el 496 y el 498, cuando el Papa Gelasio decidió honrar su muerte.
El Pontífice lo hizo también para acabar con una curiosa fiesta pagana que se celebraba desde hace siglos, derivada de los ritos en honor del dios de la fertilidad: Lupercus. Esta se celebraba el día 15 de febrero y consistía en un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven, la cual se convertía en su compañera sexual durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.

A partir de ahí, San Valentín se celebró durante mil quinientos años, hasta que la Iglesia Católica, consciente de las dudas que existían sobre la veracidad de historia del obispo, acabó con ella de manera oficial en 1969. Y resucitó después por obra del comercio.
https://www.abc.es/historia/abci-san-valentin-historia-trasfondo-militar-acabo-lapidacion-y-decapitacion-201902130715_noticia.html
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Nuestro rezo de hoy es por ganar una batalla aparentemente perdida.Salvo que ahora ya no podrás alegar desconocimiento, ignorancia.
Nuestro rezo de hoy es una señal de alarma permanentemente encendida.Una llamada de atención sobre como gastamos nuestra vida.
Nuestro rezo de hoy invita a que busquemos dentro de nosotros y no nos dejemos gobernar por lo que desde fuera se nos dicta.
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El mandamiento del amor, no lleva lazos, ni adornos, ni grandes discursos. Está contruido con hechos, con ejemplos.
Por eso, si amas, dilo todos los días con tu acompañamiento, tu afecto, tu generosa entrega, con tu tiempo y alegría.
Todo lo demás es la tentación del comercio.
No tengas miedo.
Quédate, tú me importas.
Ánimo y adelante.