domingo, 22 de noviembre de 2015

Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

CRECER CREYENDO:




















Jn (18,33b-37):

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 92,1ab.1c-2.5

R/.
 El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

COMENTARIO:

"EXAMEN ANTE EL TESTIGO DE LA VERDAD”

Dentro del proceso en el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la Tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de la verdad.

Precisamente Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono:«¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús va a responder exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al evangelista Juan.

«Mi reino no es de este mundo». Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del amor de Dios al mundo.

Pero añade a continuación algo muy importante: «Soy rey… y he venido al mundo para ser testigo de la verdad». Es en este mundo donde quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar como Tiberio sino a ser «testigo de la verdad» introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia humana.

Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: «Si os mantenéis fieles a mi Palabra… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ser fieles al Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.

Jesucristo es la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos.
¿No necesitamos en la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el «Testigo de la Verdad»?
¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro seguimiento a Jesús?
¿Dónde hay verdad liberadora y dónde mentira que nos esclaviza?
¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras instituciones?."

REFLEXIÓN:


¿Por qué nos empeñamos en crear tronos a nuestra medida?
Somos reyes de reinos mínimos. Nos creemos superiores, mejores, dignos de admiración por los demás y lo único que nos pasa, realmente, es que estamos solos, reinando para nosotros mismos.
El poder, el dinero, dos de las tres tentaciones que  Jesús vence en el desierto, nos tienen prisioneros, a veces sin reconocerlo, en esos tronos. Nos hacen cada vez más fríos, más piedra y menos corazón, y, a la vez, más impermeables al sufrimiento, la necesidad o las dudas de los que nos rodean.


Surge entonces, la eterna lucha entre la mentira esclavizadora y la verdad liberadora, entre las bonitas palabras y los tercos hechos, entre los que buscan siervos y los que se saben libres llamados a servir a los demás. Es la lucha ente el egoísmo y la entrega.
Por eso el Reino de Jesús es de otro mundo. No tiene nada que ver con los que a nosotros nos corrompen e idiotizan.
Su verdad es una luz que sana, salva y da vida: entregarse a los demás hasta dar lo más preciado, la propia vida.
Así que no nos queda otra, si somos de los que buscamos la verdad, que escuchar la voz del Señor.
Si con el tiempo conseguimos borrar las escusas para no hacerlo es que vamos por buen camino.

¡Ánimo y adelante!

No tengáis miedo.


EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS.

domingo, 15 de noviembre de 2015

ORACIÓN POR LAS VÍCTIMAS DEL ATENTADO DE PARÍS

RECEMOS NOSOTROS TAMBIÉN UN AVE MARÍA, 
por todas las víctimas de la barbarie y la sin razón terrorista, allá donde esta actúe y se manifieste.
PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
¿PARA LOS QUE NO TIENEN ESA VOLUNTAD?
TAMBIÉN PAZ.
AMÉN.

¡¡¡QUE NO DISMINUYA NUNCA LA FUERZA DEL AMOR EN NUESTRO CORAZÓN!!!



“Al Presidente de la República Francesa y a todos los ciudadanos ofrezco la expresión de mi más profunda condolencia”.
“Estoy cerca en particular de los familiares de cuantos han perdido La vida y a los heridos. Ante tales actos intolerables, no se puede no condenar la incalificable afrenta a la dignidad humana”, dijo el Papa.

“¡Quiero reafirmar con vigor que el camino de la violencia y del odio no resuelve los problemas de la humanidad!, exclamó. “Les invito a ustedes a unirse a mi oración: confiemos a la misericordia de Dios las indefensas almas de esta tragedia”.



“Que la Virgen María, Madre de misericordia, suscite en los corazones de todos pensamientos de sabiduría y propósitos de paz. A Ella pedimos proteger y velar sobre la querída nación francesa, sobre Europa y sobre el mundo entero”.
Después, el Pontífice y todos los fieles congregados en la Plaza permanecieron unos segundos en silencio y a continuación rezaron el Ave María.
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El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»


CRECER CREYENDO:


Mc (13,24-32):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 15,5.8.9-10.11

R/.
 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

COMENTARIO:

“CONVICCIONES CRISTIANAS”

Poco a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero, ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿Cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?

Seguían recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?

Las personas de hoy, como la de todos los tiempos, sabemos muy bien que en el fondo de nuestro corazón, está latente la pregunta más seria y más difícil de responder. ¿Qué va a ser de todos y de cada uno de nosotros?.

También tú llevas dentro de ti ese interrogante. En qué van a terminar todos tus esfuerzos, tus trabajos, tus deseos, tus aspiraciones, ¿terminará todo con la muerte?.

El discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos resultan tan extraños.

Primera convicción. La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.

Segunda convicción. Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.

Tercera convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a«reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.

Cuarta convicción. Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han  de seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con  Dios.

No debemos olvidar que ser cristiano, ser cristiana, antes que nada es poner nuestra confianza total en Cristo." 

REFLEXIÓN:



¿Cuál es nuestro proyecto de vida?
Sí, así, a bocajarro. Porque como dice la Palabra, Jesús ha de venir.
¿Qué vas a estar haciendo tú?
Y no es una tarea para mañana, porque como Él mismo nos dice que el cuándo ha de volver “Sólo el Padre lo sabe”. Luego hemos de estar preparados.


   Señor Jesús, eres luz para mi camino,
   eres el Salvador que yo espero.
   ¿Por qué esos miedos ocultos?. ¿A quién temo, Señor?.
   La vida es como una encrucijada,
   y a veces indeciso no sé por dónde ir.
   Creo en ti, Señor Jesús.
   Tú eres la defensa de mi vida.
   ¿Quién me hará temblar?.

   Lo sé de sobra: seguirte es duro,
   ¡hay tantas cosas fáciles de conquistas a mi lado!.
   Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas,
   me amarrarán hasta quitarme la libertad que busco.
   Yo sé que, si te sigo y me fía de ti,
   los obstáculos del camino caerán como hojas de otoño.

   Aunque la mentira y la violencia acampen contra mí,
   aunque el dinero y el placer me rodee como un ejército,
   mi corazón, Señor Jesús, no tiembla.
   Aunque la publicidad fácil me declare la guerra
   y mis ojos encuentren en cada esquina
   una llamada a perder mi dignidad humana,
   mi corazón dirá que no, porque en ti me siento tranquilo.

   Una cosa te pido, Señor, y es lo que busco:
   vivir unido a ti, tenerte como amigo
   y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo.
   En la tentación me guarecerás,
   algo así como el paraguas de la lluvia;
   en la tentación me esconderás en un rincón de tu tienda,
   y así me sentiré seguro como sobre roca firme.

   Señor Jesús, escúchame, que te llamo.
   Ten piedad. Respóndeme, que busco tu rostro.
   Mi corazón me dice que tú me quieres
   y que estás presente en mí,
   que te preocupas de mis problemas
   como un amigo verdadero.

   Busco tu rostro: no me escondas tu rostro.
   No me abandones, pues tú eres mi Salvador.
   Dame la certeza de saber que,
   aunque mi padre y mi madre me abandonaras,
   tú siempre estarás fiel a mi lado.

   Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana.
   Yo espero gozar siempre de tu compañía.
   Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida.

   Espero en ti, Señor Jesús:
   dame un corazón valiente y animoso para seguirte.
   Tú que eres luz para mi camino y el Salvador en quien yo confío.

                                                                                                      (Ps.  26)




Nuestro camino, lo construyeron otros antes que nosotros.
Sufre el desgaste del tiempo, del abandono, del olvido y de las circunstancias de cada uno, pero está ahí para que lo recorramos juntos, cada día.
Esa es nuestra fe.
De momento, nos acompañamos, nos juntamos, nos abrazamos y rezamos....
a la espera del abrazo de DIOS.

 No tengáis miedo.

DIOS está con nosotros.


¡Ánimo y adelante









lunes, 9 de noviembre de 2015

LA VIRGEN DE LA ALMUDENA...ORACIÓN PRESTADA.

“Virgen de la Almudena, Madre y Señora nuestra,
vengo hasta tu Imagen santa para venerarte
con filial devoción.
En tu honor se construyó esta Catedral,
para que fuera digna morada tuya y luminoso
lugar de encuentro con todos tus hijos.
Tú, que estuviste oculta
en murallas del viejo Madrid,
te manifiestas hoy
como Madre de inmensa ternura.
Tu nombre de Almudena
hace referencia a la fortaleza;
danos constancia firme
para vivir siempre seguros
en la fe de la Iglesia.
Mantén vivo y fuerte nuestro amor,
para que ningún obstáculo
pueda desviarnos del camino de la salvación.

Enséñanos a verte siempre Madre,
manantial de misericordia,
regazo de perdón, abrazo de la esperanza,
puerta de la Gloria.
Llena con tu presencia maternal
la dura soledad de los que sufren.
Acoge con amor los deseos de sus hijos.
Abre nuestros corazones
a la alegría del espíritu.
Como excelsa Patrona de Madrid,
bendice y protege
a quienes pronuncian cada día,
con devoto amor,
tu nombre santo y el de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén”.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

CRECER CREYENDO:
















Mc (12,38-44):

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. 
Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/.
 Alaba, alma mía, al Señor
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

COMENTARIO:

“CONTRASTE”
El contraste entre las dos escenas es total. En la primera, Jesús pone a la gente en guardia frente a los escribas del templo. Su religión es falsa: la utilizan para buscar su propia gloria y explotar a los más débiles. No hay que admirarlos ni seguir su ejemplo. En la segunda, Jesús observa  el gesto de una pobre viuda y llama a sus discípulos. De esta mujer pueden aprender algo que nunca les enseñarán los escribas: una fe total en Dios y una generosidad sin límites.

La crítica de Jesús a los escribas es dura. En vez de orientar al pueblo hacia Dios buscando su gloria, atraen la atención de la gente hacia sí mismos buscando su propio honor. Les gusta «pasearse con amplios ropajes» buscando saludos y reverencias de la gente. En la liturgia de las sinagogas y en los banquetes buscan «los asientos de honor» y «los primeros puestos».   

Pero hay algo que, sin duda, le duele a Jesús más que este comportamiento fatuo y pueril de ser contemplados, saludados y reverenciados. Mientras aparentan una piedad profunda en sus «largos rezos» en público, se aprovechan de su prestigio religioso para vivir a costa de las viudas, los seres más débiles e indefensos de Israel según la tradición bíblica.

Precisamente, una de estas viudas va a poner en evidencia la religión corrupta de estos dirigentes religiosos. Su gesto ha pasado desapercibido a todos, pero no a Jesús. La pobre mujer solo ha echado en el arca de las ofrendas dos pequeñas monedas, pero Jesús llama enseguida a sus discípulos pues difícilmente encontrarán en el ambiente del templo un corazón más religioso y más solidario con los necesitados.

Cuántas gentes humildes, como la viuda del evangelio, aportan más a la humanización de nuestra sociedad con su vida sencilla de solidaridad y ayuda generosa a los necesitados, que tantos protagonistas de nuestra vida social, económica y política, hábiles defensores de sus intereses, su protagonismo y su posición.
Esta viuda no anda buscando honores ni prestigio alguno; actúa de manera callada y humilde. No piensa en explotar a nadie; al contrario, da todo lo que tiene porque otros lo pueden necesitar. Según Jesús, ha dado más que nadie, pues no da lo que le sobra, sino «todo lo que tiene  para vivir».

En la vida misma de familia, ¿no es a veces más fácil dar cosas a los hijos que darles el cariño y la atención cercana que necesitan? ¿No resulta más cómodo subirles la paga que aumentar el tiempo dedicado a ellos?

No nos equivoquemos. Estas personas sencillas, pero de corazón grande y generoso, que saben amar sin reservas, son lo mejor que tenemos en la Iglesia.  Ellas  son las que hacen el mundo más humano, las que creen de verdad en Dios, las que mantienen vivo el Espíritu de Jesús en medio de otras actitudes religiosas falsas e interesadas. De estas personas hemos de aprender a seguir a Jesús. Son las que más se le parecen.


REFLEXIÓN:



Esta semana he descubierto que cuando uno tiene más sueño que vergüenza la situación es parecida a la de un astronauta en un paseo espacial: sólo un fino cordón me une a la realidad y todo lo demás es vacío.
Y digo esto, porque nuestra realidad, suficientemente cómoda, se complica rápidamente en cuanto aparece la enfermedad, propia o de un ser querido, en cuanto tocan el pan y la sal,  mío o de mis familiares y amigos… En cuanto se mueve, un poco, la cámara que nos retrata el día a día  nos descuadramos, sin remedio.
Pero también he de reconocer por este mismo motivo, la fuerza de los débiles, de los enfermos, de los callados. Ya que a ellos no les enfocamos  a menudo, pero cuando lo hacemos nuestra sorpresa es mayúscula.

 

Esta fe nuestra, que se mueve entre el ´¡Señor, que me quede como estoy! y el ¿Qué hecho yo para merecer esto?, tiene un gran revulsivo en los enfermos, en los necesitados, en los relegados. Ellos,  los mismos que nos descuadran de nuestras rutinas, son los que nos ofrecen con su ejemplo, la posibilidad de salvación.
Esto es lo que le dice Jesús a sus discípulos: No os dejéis cegar por el poder, por el boato y las formas. Lo verdaderamente salvífico es la entrega. Eso es lo que quiere el Señor de sus discípulos y de nosotros.
El que da lo que necesita se entrega a la providencia de DIOS. Su fe es fuerte, pero más aún su determinación.
Ese es el camino… No tengáis miedo.
¡Ánimo y adelante!









domingo, 1 de noviembre de 2015

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos;

CRECER CREYENDO:












Mt (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» 

Palabra del Señor


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.


Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.


COMENTARIO:
"CREER EN EL CIELO”

En esta fiesta cristiana de «Todos los Santos», quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y siguen a Jesucristo me entenderán.

Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón da la humanidad.

Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.

Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: Entra para siempre en el gozo de tu Señor.

No me resigno a que Dios sea para siempre un «Dios oculto», del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el anonimato y sin esperar nada.

Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone en boca de Dios: «Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros." José Antonio Pagola. Grupos de Jesús Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

 


REFLEXIÓN:
Metidos como estamos, sin remisión, en este jolgorio del HALLOWEEN, al que la sociedad de consumo se lanza sin pensar, creo que es momento de reflexionar. Que la explosión de la víspera no nos permita ver la importancia de la fiesta de TODOS LOS SANTOS es la principal labor de un cristiano tellista. No lo debemos tomar como un duelo o una confrontación. Ambas fiestas son compatibles. Hasta del neopaganismo se puede aprender, pues el Señor nos quiere siempre despiertos. Somos misioneros en permanente evangelización.


Porque al final, somos lo que hacemos, animales de costumbres. Y lo que debemos entender es que da igual el disfraz y la careta, lo importante son los valores. Da igual que vaya a misa, que visite el cementerio o que compre dulces típicos, si eso no tiene un fondo que nos haga mejores personas para los demás, tampoco tendrá sentido. Y ahí es donde entra en  juego la Palabra de hoy.
El SERMÓN DE LA MONTAÑA de Jesús, es una buena manera de anclarnos para que no nos arrastre la nadería.
La vida está llena de BIENAVENTURANZAS que hemos de llegar a ver, sentir y hacer nuestras, más allá de un disfraz, un rito o una tradición.


Llegadas estas fechas, todos los que hemos perdido un familiar, o un ser querido, ponemos nuestra mirada en el futuro mientras dejamos aflorar los recuerdos.
Puede que aparezcan también las eternas preguntas:
¿Qué será de nosotros?
¿Cuál será mi final?
¿Vendrá determinado por mi herencia genética o por la fatalidad del azar?
Pero las respuestas nunca serán fáciles. Nunca nos dejarán por completo satisfechos.
Solo el que se entrega a Dios, a través de los demás, permanece indiferente ante estas preguntas.
Cuando Dios camina a nuestro lado, nada hemos de temer.
Que lleguemos a este convencimiento no es tarea fácil…pero somos misioneros, somos peregrinos…

No tengáis miedo.
Ánimo y adelante.

 

Si te acuerdas de los tuyos, como yo lo hago de los míos, aquí te dejo, esta oración, este rezo.

OREMOS

Oh Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres: te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los Santos, concedas la bien­aven­tu­ranza a tu hijo (hija), a quien llamaste de este mundo. No le (la) abandones en manos del enemigo, ni te olvides de él (ella) para siempre; sino recíbelo (la) con tus santos Ángeles en el Cielo, su patria definitiva. Y porque creyó y esperó en ti, concédele para siempre las alegrías del Cielo. Por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí no morirá eternamente. (Juan 11, 25-26)
V/ . Concédele, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille para él (ella) la luz eterna.
V/ . Descanse en paz.
R/. Amén.