domingo, 15 de noviembre de 2015

El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»


CRECER CREYENDO:


Mc (13,24-32):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 15,5.8.9-10.11

R/.
 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

COMENTARIO:

“CONVICCIONES CRISTIANAS”

Poco a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero, ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿Cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?

Seguían recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?

Las personas de hoy, como la de todos los tiempos, sabemos muy bien que en el fondo de nuestro corazón, está latente la pregunta más seria y más difícil de responder. ¿Qué va a ser de todos y de cada uno de nosotros?.

También tú llevas dentro de ti ese interrogante. En qué van a terminar todos tus esfuerzos, tus trabajos, tus deseos, tus aspiraciones, ¿terminará todo con la muerte?.

El discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos resultan tan extraños.

Primera convicción. La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.

Segunda convicción. Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.

Tercera convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a«reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.

Cuarta convicción. Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han  de seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con  Dios.

No debemos olvidar que ser cristiano, ser cristiana, antes que nada es poner nuestra confianza total en Cristo." 

REFLEXIÓN:



¿Cuál es nuestro proyecto de vida?
Sí, así, a bocajarro. Porque como dice la Palabra, Jesús ha de venir.
¿Qué vas a estar haciendo tú?
Y no es una tarea para mañana, porque como Él mismo nos dice que el cuándo ha de volver “Sólo el Padre lo sabe”. Luego hemos de estar preparados.


   Señor Jesús, eres luz para mi camino,
   eres el Salvador que yo espero.
   ¿Por qué esos miedos ocultos?. ¿A quién temo, Señor?.
   La vida es como una encrucijada,
   y a veces indeciso no sé por dónde ir.
   Creo en ti, Señor Jesús.
   Tú eres la defensa de mi vida.
   ¿Quién me hará temblar?.

   Lo sé de sobra: seguirte es duro,
   ¡hay tantas cosas fáciles de conquistas a mi lado!.
   Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas,
   me amarrarán hasta quitarme la libertad que busco.
   Yo sé que, si te sigo y me fía de ti,
   los obstáculos del camino caerán como hojas de otoño.

   Aunque la mentira y la violencia acampen contra mí,
   aunque el dinero y el placer me rodee como un ejército,
   mi corazón, Señor Jesús, no tiembla.
   Aunque la publicidad fácil me declare la guerra
   y mis ojos encuentren en cada esquina
   una llamada a perder mi dignidad humana,
   mi corazón dirá que no, porque en ti me siento tranquilo.

   Una cosa te pido, Señor, y es lo que busco:
   vivir unido a ti, tenerte como amigo
   y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo.
   En la tentación me guarecerás,
   algo así como el paraguas de la lluvia;
   en la tentación me esconderás en un rincón de tu tienda,
   y así me sentiré seguro como sobre roca firme.

   Señor Jesús, escúchame, que te llamo.
   Ten piedad. Respóndeme, que busco tu rostro.
   Mi corazón me dice que tú me quieres
   y que estás presente en mí,
   que te preocupas de mis problemas
   como un amigo verdadero.

   Busco tu rostro: no me escondas tu rostro.
   No me abandones, pues tú eres mi Salvador.
   Dame la certeza de saber que,
   aunque mi padre y mi madre me abandonaras,
   tú siempre estarás fiel a mi lado.

   Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana.
   Yo espero gozar siempre de tu compañía.
   Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida.

   Espero en ti, Señor Jesús:
   dame un corazón valiente y animoso para seguirte.
   Tú que eres luz para mi camino y el Salvador en quien yo confío.

                                                                                                      (Ps.  26)




Nuestro camino, lo construyeron otros antes que nosotros.
Sufre el desgaste del tiempo, del abandono, del olvido y de las circunstancias de cada uno, pero está ahí para que lo recorramos juntos, cada día.
Esa es nuestra fe.
De momento, nos acompañamos, nos juntamos, nos abrazamos y rezamos....
a la espera del abrazo de DIOS.

 No tengáis miedo.

DIOS está con nosotros.


¡Ánimo y adelante









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