domingo, 28 de mayo de 2017

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

CRECER CREYENDO:
Mt (28,16-20):

EN aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».


Palabra del Señor

 

Salmo
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/.
 Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas


Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/

 

COMENTARIO:
NO CERRAR EL HORIZONTE


Ocupados solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un progreso? ¿Es un error?


Hay dos hechos que no es difícil comprobar en este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una parte, está creciendo en la sociedad humana la expectativa y el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa :necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.


Por otra parte, está creciendo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro. Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el Planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.


Sin embargo, el desarrollo de la ciencia y la tecnología está logrando resolver muchos males y sufrimientos. En el futuro se lograrán, sin duda, éxitos todavía más espectaculares. Aún no somos capaces de intuir la capacidad que se encierra en el ser humano para desarrollar un bienestar físico, psíquico y social.


Pero no sería honesto olvidar que este desarrollo prodigioso nos va “salvando” solo de algunos males y de manera limitada. Ahora precisamente que disfrutamos cada vez más del progreso humano, empezamos a percibir mejor que el ser humano no puede darse a sí mismo todo lo que anhela y busca.


¿Quién nos salvará del envejecimiento, de la muerte inevitable o del poder extraño del mal? No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia ni doctrina ideológica. El ser humano se resiste a vivir encerrado para siempre en esta condición caduca y mortal.


Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra. Al parecer, no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día. En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor quiero recordar unas palabras del aquél gran científico y místico que fue Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”.

En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es una Puerta abierta a la vida que nadie puede cerrar. José Antonio Pagola Parroquia de San Vicente Martir de Abando. Bilbao

REFLEXIÓN:

Donde uno mejor está  algunos días es en la cama.
Todo sale al revés o no te sale, peleas  por tonterías y las noticias que te llegan de los que te rodean no mejoran tus esperanzas.
Te das cuenta que la crisis de los cincuenta, por la que atraviesas a trompicones, realmente no tiene edad. La cruda realidad nos muestra que los disparos de egoísmo y soledad aparecen a cualquier edad, como si el destino fuera un artillero, que nunca acierta, unas veces por tener la mira baja y otras por tenerla alta.

 

¡Y mira que uno lo intenta! Se llena de Espíritu y alza la vista al cielo, por si hoy le da al Señor por bajar en toda su Gloria y nos dejamos de aguantar tanta tontería, tanto becerro de oro con sus adoradores a juego y tanta nadería. Pero no hay suerte para el hombre honrado…
Y cuando ves, un día más, que eso no ocurre, te vistes de torero, como casi siempre, y, después de santiguarte y de besar las estampitas, sales al ruedo de la vida  con la ilusión de alcanzar la paz con uno mismo, que es la mejor forma de llevar la paz a los demás.

 

Y si la vida es sueño, yo cada vez tengo más.
Voy a lo fácil, que es no dormir, pese a que me obligo a las ocho horas en la cama.
Y salgo arrepentido, añorando las conversaciones siempre pendientes, la película que dejé de ver, el libro que tengo por leer, el ejercicio físico que me diera la puntilla, y agotado de “soñar” con los ojos abiertos.

Pero si hay una verdad que siempre me acompaña, esta es  que no sé cómo se las apaña el Señor para guiñarme un ojo cuando el depósito de la esperanza empieza a flojear.
Y es una sonrisa, una mirada, una palabra en el momento oportuno, hasta una confesión o un desahogo de otro que navega y no pilota o teme zozobrar.

Por eso no me canso de activar el protocolo de acompañamiento.

“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.”

Gracias por permitirme acompañaros.

¡Ánimo y adelante!


Conéctate y sigue sus huellas.








domingo, 21 de mayo de 2017

"El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él".

CRECER CREYENDO:
 
Jn (14,15-21):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Palabra del Señor

 
Salmo
Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20

R/.
 Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él.
Con su poder gobierna eternamente. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.

 

COMENTARIO:
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.

Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?

Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.

Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.

Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.

Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.

Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad...

¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?” José Antonio Pagola Parroquia de San Vicente Martir de Abando. Bilbao

REFLEXIÓN:

 

Hemos de dejarnos abrazar por el Espíritu.
Tenemos que notar la alegría de su presencia en nosotros.

Pese a todos nuestros peros, pese a nuestras circunstancias y pese a nuestras escusas.

Si nos cerramos al amor de Dios lo que nos rodea empezará a perder su color, mutará a los tonos grises y nos hará vulnerables al pesimismo, la negatividad, la tristeza, el vacío y a la depresión (todas ellas expresiones de la enfermedad de nuestra sociedad).

Sé que lo repito mucho, pero es parte de la verdad.
Somos nosotros los que hacemos que las cosas muten, es nuestra actitud la que marca lo que nos sucede.
Ya nadie se acuerda del santo Job. Un hombre que pese a todas las desgracias sigue confiando en Dios, en su amor.

Por eso, es momento de darle una oportunidad a nuestras vidas.
Abramos nuestro corazón a la fuerza del Espíritu.
Dejemos que los pequeños gestos nos calen para poder realizarlos, de corazón, nosotros también.
Hagamos de la oración, no una rutina, sino un regalo que nos hacemos.
Hemos de dejarnos abrazar por el Espíritu.
Tenemos que notar la alegría de su presencia en nosotros.
Así sea.

¡Ánimo y adelante!









sábado, 13 de mayo de 2017

Yo soy el camino y la verdad y la vida.

CRECER CREYENDO:
Jn (14,1-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

Palabra del Señor

 

Salmo
Sal 32,1-2.4-5.18-19

R/.
 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/. R/.

 


COMENTARIO:
EL CAMINO

Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertado y abatidos. ¿Qué va ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: ”Que no se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. No lo han de olvidar nunca.

“Yo soy el camino”. El problema de no pocos no es que viven extraviados o descaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

Y, ¿qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

“Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.

“Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.”

REFLEXIÓN:

Camino, verdad y vida… tres autodefiniciones de Jesús que no nos pueden dejar indiferentes.
El tiempo de Pascua nos permite ver el misterio de JESÚS, su VÍA LUCIS, y cómo sus palabras marcan a la primera comunidad de cristianos.

Su intención es abrirnos los ojos, los oídos, el corazón.
Ya no es tiempo de tribulaciones y miedos.
No podemos estar agazapados, a la expectativa de lo que pueda suceder.
Si creemos en Él, tenemos que comenzar a hacer obras.

Dios no nos quiere parados, ni a la espera. Nos quiere en marcha, en el camino. Nos quiere dando testimonio de la verdad. Nos quiere disfrutando de la vida y siendo capaces de darle un  sentido, con el servicio a los demás.


No le importa que las fiestas en honor a un santo, ya casi no le tengan en cuenta o que los ídolos que adoramos sean cambiantes en función de las generaciones que les sigan.


 

Si la vida se trivializa y nos volvemos parte de una de sus muchas tribus es porque el egoísmo se coloca por encima del amor, es porque estamos siendo tibios en la defensa de nuestros valores, es porque nuestra firmeza en la fe no es tal.

No somos la primera generación de cristianos que sufre esto.
Desde el comienzo de la historia de la Iglesia este hecho se ha repetido de forma cíclica.
Y siempre hemos hallado la respuesta con la llegada del Espíritu.

Mientras eso ocurre, habrá que encomendarse a la Virgen de Fátima, y aumentar nuestras oraciones tanto como nuestras obras. Mantener la alegría de los gestos y compartir las pequeñas cosas.


¡Ánimo y adelante!









domingo, 7 de mayo de 2017

"Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante".

CRECER CREYENDO:

Jn (10,1-10):

EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor

Salmo
Sal 22,1-3a.3b-4.5

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.




COMENTARIO:
NUEVA RELACIÓN CON JESÚS

En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar de la relación de las ovejas con su Pastor.
Lo primero es “escuchar su voz” en toda su frescura y originalidad. No con fundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo “seguir“ a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
Es vital caminar teniendo a Jesús “delante de nosotros”. No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
Esta relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi solo un deseo. Por lo general, crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.
Estoy convencido de que el futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos cristianos. Ahora mismo, la fe se está reavivando o se va extinguiendo en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las formamos.
La increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el Papa Francisco ha reconocido que “necesitamos crear espacios motivadores y sanadores... lugares donde regenerar la fe en Jesús”. Hemos de escuchar su llamada."  
 José AntonioPagola http://sanvicentemartirdeabando.org parroquia@sanvicentemartirdeabando.org

REFLEXIÓN:


Encontré este texto e inmediatamente pensé en la relación que hoy tenemos con Jesús.
No digo que lleguemos a lo de Santa Bárbara cuando truena, pero, a veces, casi.
Él nos lo dice muy claro: “yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.
Y de ahí la idea de Jesús amigo, compañero y cómplice.

Sí yo no soy capaz de introducir en mi vida a Jesús, ¿cómo lo voy a hacer con el prójimo?
Nos pasa con la familia, con los compañeros de trabajo y, sin embargo, somos perfectamente conscientes de que no estamos en el buen camino.

No nos podemos dejar guiar por el momento, la circunstancia o la afinidad a la hora de acercarnos a los demás. Hemos de ser de los que ponen la otra mejilla, pero no criticando sino acompañando.
Nos toca ser oveja y aprendiz de pastor a la vez.
No es fácil, ni cómodo, en nuestro pequeño mundo, en esta sociedad del prejuicio, está muy mal considerado, pero hemos de asumirlo.

La vida es algo más que resistir, aunque yo soy de los de Cela (El que resiste, gana.) y muchas veces piense que para avanzar primero hay que afianzar lo que se es.
No podemos ofrecer nada a los demás si no conocemos nuestros dones y debilidades.

No estamos hechos para permanecer siempre en el aprisco y el Pastor, que lo sabe, porque nos creó libres, saldrá a buscarnos siempre que nos extraviemos.
Por eso la vida no puede ser solo resistir, aguantar, enrocarse, aislarse.
La vida ha de ser un darse a los demás en abundancia, pese a todos los peros que se nos pondrán en el camino.

Pero esto es como todo. Sobre el papel que bien se ve, pero luego, en el día a día, nos pasa lo del refrán: Oveja que bala, bocado que se pierde.

¡¡¡Que el Señor nos ayude!!!

¡¡¡Ánimo y adelante!!!