domingo, 24 de abril de 2016

"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."

CRECER CREYENDO:




Jn 13, 31-33a.34-35   

"Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
     - «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
     Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
     Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»"

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,8.9.10.15

R/.
 Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.

COMENTARIO:
“NO PERDER LA IDENTIDAD”



Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. Jesús les habla con ternura especial: «Hijitos míos, me queda poco de estar con vosotros». La comunidad es pequeña y frágil. Acaba de nacer. Los discípulos son como niños pequeños. ¿Qué será de ellos si se quedan sin el Maestro?

Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que Jesús los ha querido, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.

Por eso, Jesús añade: «La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está su identidad.

Vivimos en una sociedad donde se ha ido imponiendo la "cultura del intercambio". Las personas se intercambian objetos, servicios y prestaciones. Con frecuencia, se intercambian además sentimientos, cuerpos y hasta amistad. Eric Fromm llegó a decir que "el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea". La gente capaz de amar es una excepción.

Probablemente sea un análisis excesivamente pesimista, pero lo cierto es que, para vivir hoy el amor cristiano, es necesario resistirse a la atmósfera que envuelve a la sociedad actual. No es posible vivir un amor inspirado por Jesús sin distanciarse del estilo de relaciones e intercambios interesados que predomina con frecuencia entre nosotros. 

Si la Iglesia "se está diluyendo" en medio de la sociedad contemporánea no es sólo por la crisis profunda de las instituciones religiosas. En el caso del cristianismo es, también, porque muchas veces no es fácil ver en nuestras comunidades discípulos y discípulas de Jesús que se distingan por su capacidad de amar como amaba él. Nos falta el distintivo cristiano.

Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano.

Dos rasgos deberían caracterizar la actitud del cristiano ante el mundo. Antes que nada, el cristiano ama el mundo y ama la vida. Quiere a las gentes, disfruta con los avances de la humanidad, goza con todo lo bueno y admirable que hay en la creación, le gusta vivir intensamente. Lo ve todo desde el amor de Dios, y esto le lleva a vivir en una actitud de simpatía universal, de misericordia y de perdón.

Al mismo tiempo, sabe que el mundo necesita ser transformado y «salvado». Por ello, su modo de estar en el mundo está marcado por el empeño de hacer la vida más humana y el mundo más habitable. Su corazón es el de un «hijo de Dios»."  José Antonio Pagola. Grupos de Jesús. Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.


REFLEXIÓN:


La señal es que nos amemos los unos a los otros…
No habla de la FELICIDAD, habla del AMOR. No habla de un estado, un deseo, una necesidad, algo para uno mismo. Habla de conjugar un verbo desde lo más profundo de nosotros y arrastrar, en ese movimiento, valores y creencias para entregárselas a los demás, sin posibilidad de cuantificación, de contrapartidas, de pausas o renuncias. La primera viene y va. Lo segundo quema, te consume, es el sol de tu persona en continua explosión para dar luz y calor a los que te rodean.


Se distinguen muy bien ambas en nosotros, pobres mortales, por la sonrisa.
La sonrisa de la felicidad es expansiva, nace en el rostro como escaparate, como trofeo, como diploma que ante los demás certifica ese momento de felicidad. Por eso, desaparecido el momento, ida la sonrisa, y, lo que es peor, prisioneros de la mueca.

La sonrisa del amor, es mucho más media sonrisa, menos expansiva, porque nace de dentro de uno y para cuando mana hacia los otros ya tiene un recorrido. Son sonrisas, bellas, dulces, de paz (Yo he tenido la suerte de vivirlas en Juan Pablo II, en Teresa de Calcuta, por subir el listón hasta los santos, o en algunas de las religiosas/religiosos y seglares que he conocido y en, y esto puede ser curioso por juntar infelicidad y amor, en los enfermos y sus familiares cuidadores.


Y la he buscado en Matilde, en la capilla, a la luz del Sagrario, en soledad o en compañía, porque sé que ella, por cumplir “su sueño”, su promesa al Señor, vuelca esa sonrisa en nuestros alumnos, y en sus familias. Pero donde no tengo ninguna duda que está, porque la veo en el día a día, es en mis compañeros de MISIÓN.
Es curioso porque todos la tienen: el cumplidor y el escaqueado, el veterano y el recién llegado, el agotado y el duracell, el enfermo y el sano, el agobiado y el despreocupado, etc, pero no son conscientes plenamente de tal posesión. Se les muestra a ráfagas, como cuando conduciendo pasamos de cortas a largas y viceversa. Y quedamos cegados por ella.
Todos la hemos experimentado en alguna celebración, en alguna oración, en algún momento del trabajo o del ocio pero no hemos sido capaces de identificarla.


Y esa certeza de que está es la que hace que, cada mañana, nos presentemos en “el puesto de trabajo” a que alguien la provoque, la encuentre y la comparta. Para quedar cegados por un instante. Ese en el que somos capaces de transmitir el carisma de Matilde, porque es el nuestro. Ese en el que nos convertimos en señal, discípulos de Jesús, por estar entregados al servicio a los demás. AMÉN.


Por eso estamos en el camino, para aprender a vivir.


Por eso nos perfeccionamos desde la caridad.


Por eso alcanzaremos misericordia.

Así que recordad: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” Y “Que la fuerza del amor no disminuya nunca en nuestro corazón.”

¡Ánimo y adelante!



domingo, 17 de abril de 2016

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna..."

CRECER CREYENDO:


Jn (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

 


Salmo
Sal 99,2.3.5

R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo, y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.



COMENTARIO: 
“ESCUCHAR SU VOZ Y SEGUIR SUS PASOS”
       
La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.

Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.

Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. San Juan XXIII dijo en una ocasión que "la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca". En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.

Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.

Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una "religión burguesa" que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.

La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.

Si quienes viven perdidos, solos o desorientados, pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.

Según Jesús, «Dios supera a todos». Que nosotros estemos en crisis, no significa que Dios está en crisis. Que los cristianos perdamos el ánimo, no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con las personas, no significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se marchen de nuestras Iglesias, no quiere decir que se le escapen a Dios de sus manos protectoras.

Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna mediocridad de la iglesia podrán «arrebatar de sus manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar."  José Antonio Pagola. Grupos de Jesús. Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.


REFLEXIÓN:



¿Cuánto tenemos de oveja y cuánto de pastores en nuestra vida diaria?
Traigo una imagen del Baúl de los Recuerdos. Un artilugio de parque, el primer lugar fuera de casa donde se evangeliza. Es un campo de batalla en la actualidad. Si enfrentas tus valores con los contravalores imperantes sales tarifando con algún padre, madre, o cuidadora. Y la prudencia hace de la retirada una victoria, tanto para el que se va, como, por desgracia, para el que se queda. Con lo cual solemos preferir ser oveja mansa que pastor decidido. Y así, por la sucesión de nuestras renuncias en todos los ámbitos es por lo que están proliferando “los monstruos”.


Esos “monstruos” son los que luego en el aula pretendemos desmontar y nuestra sensación es que cada día nos vuelven más policía y menos maestros. De ahí a la desesperanza hay un paso.
La burocratización del trabajo, que no es más que una autodefensa encubierta, no ayuda a disminuir esa sensación del triunfo de la figura de la oveja, dócil, mansa, dirigible prevalece sobre la del Pastor, por la misma razón que en el parque. No voy a perder tiempo, salud y vida para no conseguir nada.
Y ahí es donde la frustración se agarra a nuestras entrañas, pues somos maestros por vocación transmutados en piezas de un puzzle que los políticos montan y desmontan, funcionarios defendiendo un puesto de trabajo.


Por eso yo soy de la idea de que cuando todo parece naufragio, siempre hay una tabla de salvación.
Si no está en ti, puede que esté en los otros, pero ten por seguro que está.
Nosotros la llamamos JESÚS RESUCITADO, LA BUENA NOTICIA, AMOR.



Por más que la vida se empeñe en que seas oveja, no olvides que también eres pastor, que también eres luz para todos los que te rodean.
Si dedicas tus energías para brillar, para iluminar/ilusionar a los demás, permanecerás en el Señor, estarás siguiendo al rebaño que recorre la vía pecuaria de la salvación.

“Sígueme”, dice el SEÑOR.

Pues, ya sabes… ¡Ánimo y adelante!















domingo, 10 de abril de 2016

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas y Sígueme".

CRECER CREYENDO:


Jn 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. 
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.» 
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.» 
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» 
Ellos contestaron: «No.» 
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» 
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.» 
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. 
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.» 
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. 
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.» 
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. 
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» 
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» 
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» 
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» 
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» 
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» 
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. 
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra de Dios.
Salmo
Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b

R/.
 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos serían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.


COMENTARIO:
“SIN JESÚS NO ES POSIBLE”

El encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos junto al lago de Galilea está descrito con clara intención catequética. En el relato subyace el simbolismo central de la pesca en medio de mar. Su mensaje no puede ser más actual para los cristianos: sólo la presencia de Jesús resucitado puede dar eficacia al trabajo evangelizador de sus discípulos.

El relato nos describe, en primer lugar, el trabajo que los discípulos llevan a cabo en la oscuridad de la noche. Todo comienza con una decisión de Simón Pedro: «Me voy a pescar». Los demás discípulos se adhieren a él: «También nosotros nos vamos contigo». Están de nuevo juntos, pero falta Jesús. Salen a pescar, pero no se embarcan escuchando su llamada, sino siguiendo la iniciativa de Simón Pedro.

El narrador deja claro que este trabajo se realiza de noche y resulta infructuoso: «aquella noche no cogieron nada». La«noche» significa en el lenguaje del evangelista la ausencia de Jesús que es la Luz. Sin la presencia de Jesús resucitado, sin su aliento y su palabra orientadora, no hay evangelización fecunda.

Con la llegada del amanecer, se hace presente Jesús. Desde la orilla, se comunica con los suyos por medio de su Palabra. Los discípulos no saben que es Jesús. Sólo lo reconocerán cuando, siguiendo dócilmente sus indicaciones, logren una captura sorprendente. Aquello sólo se puede deber a Jesús, el Profeta que un día los llamó a ser "pescadores de hombres".

La situación de no pocas parroquias y comunidades cristianas es crítica. Las fuerzas disminuyen. Los cristianos más comprometidos se multiplican para abarcar toda clase de tareas: siempre los mismos y los mismos para todo. ¿Hemos de seguir intensificando nuestros esfuerzos y buscando el rendimiento a cualquier precio, o hemos de detenernos a cuidar mejor la presencia viva de Jesús Resucitado en nuestro trabajo?

Para difundir la Buena Noticia de Jesús y colaborar eficazmente en su proyecto, lo más importante no es "hacer muchas cosas", sino cuidar mejor la calidad humana y evangélica de lo que hacemos. Lo decisivo no es el activismo sino el testimonio de vida que podamos irradiar los cristianos.

No podemos quedarnos en la "epidermis de la fe". Son momentos de cuidar, antes que nada, lo esencial. Llenamos nuestras comunidades de palabras, textos y escritos, pero lo importante es que, entre nosotros, se escuche a Jesús. Hacemos muchas reuniones, pero la más importante es la que nos congrega cada domingo para celebrar la Cena del Señor. Sólo en él se alimenta nuestra fuerza evangelizadora.

Mientras nos afanamos «en medio del mar» de la vida, tenemos puesta nuestra mirada en ese Cristo Resucitado que nos espera «en la orilla» y nos invitará a saciar por fin toda nuestra hambre de felicidad: «Venid a comer»."  José Antonio Pagola. Grupos de Jesús. Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

REFLEXIÓN:
¿Cuántas veces nos interroga el Señor, sobre si le amamos, como lo hace con Pedro?
¿Cuántas veces nuestra respuesta es un sí, sin condiciones ni reproches?
Y todos nos deberíamos hacer esta pregunta partiendo de la experiencia del propio Pedro, que le negó tres veces. Un record que seguro  hemos batido alguna vez.



Por eso, pese a todas las dificultades que se nos presentan, la vida solo tiene sentido si el “sígueme” lo llevamos a cabo, cada uno de nosotros, en nuestro ámbito de actuación (la familia, los amigos, el trabajo, el barrio, etc.).

Y hagámoslo con alegría. Esa misma alegría que sentimos cuando nos sentamos y compartimos un almuerzo con los amigos. Esa alegría que nos hace estar relajados y dispuestos a escuchar y a decir LA BUENA NOTICIA.


No tengáis miedo y adelante, siempre adelante.









domingo, 3 de abril de 2016

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

CRECER CREYENDO: 


Juan 20, 19-31

"Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: -«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: - «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. »
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: - «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: - «¡ Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo:


«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre."

 PALABRA DE DIOS.

Salmo
Sal 117,2-4.22-24.25-27a

R/.
 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.


COMENTARIO: 

“NO SEAS INCRÉDULO SINO CREYENTE.”

La figura de Tomás como discípulo que se resiste a creer ha sido muy popular entre los cristianos. Sin embargo, el relato evangélico dice mucho más de este discípulo escéptico. Jesús resucitado se dirige a él con unas palabras que tienen mucho de llamada apremiante, pero también de invitación amorosa: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomás, que lleva una semana resistiéndose a creer, responde a Jesús con la confesión de fe más solemne que podemos leer en los evangelios: «Señor mío y Dios mío».

¿Qué ha experimentado este discípulo en Jesús resucitado?  ¿Qué es lo que ha transformado al hombre hasta entonces dubitativo y vacilante? ¿Qué recorrido interior lo ha llevado del escepticismo hasta la confianza? Lo sorprendente es que, según el relato, Tomás renuncia a verificar la verdad de la resurrección tocando las heridas de Jesús. Lo que le abre a la fe es Jesús mismo con su invitación.

A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles. Nos hemos hecho más críticos, pero también más inseguros. Cada uno hemos de decidir cómo queremos vivir y cómo queremos morir. Cada uno hemos de responder a esa llamada que, tarde o temprano, de forma inesperada o como fruto de un proceso interior, nos puede llegar de Jesús: «No seas incrédulo, sino creyente».

Tal vez, necesitamos despertar más nuestro deseo de verdad. Desarrollar esa sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas. Ya no es posible vivir como personas que lo saben todo. No es verdad. Todos, creyentes y no creyentes, ateos y agnósticos, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice Pablo de Tarso, a Dios lo buscamos «a tientas».

¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en el Amor como última Realidad de todo? Ésta es la invitación decisiva de Jesús. Más de un creyente siente hoy que su fe se ha ido convirtiendo en algo cada vez más irreal y menos fundamentado. No lo sé. Tal vez, ahora que no podemos ya apoyar nuestra fe en falsas seguridades, estamos aprendiendo a buscar a Dios con un corazón más humilde y sincero.

Tal vez sabemos, aunque no lo queramos confesar abiertamente, que nuestra fe es demasiado convencional y vacía, costumbre religiosa sin vida, inercia tradicional, formalismo externo sin compromiso alguno, «letra muerta» sin espíritu vivificador.

No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación."  

REFLEXIÓN:

PASCUA: ¿QUÉ ES LA PASCUA?
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La palabra "Pascua" viene del idioma hebreo (pesáh) y del griego (pascha). La palabra "Pascua" en español significa "paso" "salto".

Para los judíos:
En el pueblo judío anterior al nacimiento de Cristo, la pascua era una fiesta de pastores en la que se mataba un cordero para pedir la fecundidad. Después pasó a celebrar la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. En la pascua los judíos celebraban -y celebran en la actualidad- el "paso" (la Pascua) del Mar Rojo del pueblo hebreo hacia la liberación de la esclavitud.

Para los cristianos:
Todos los que creemos que Jesucristo es Dios celebramos la Pascua con otro contenido. Para los cristianos es la fiesta más importante de todo el año ya que en ella celebramos el "paso" de Jesús de la muerte a la vida. La Pascua para nosotros es la celebración de la RESURRECCIÓN DE JESÚS. El Señor es nuestra nueva Pascua


En este tiempo de PASCUA, quiero quedarme con esta idea. JESÚS ME AMA, tanto en mi fe como en mi incredulidad.
Cuantas veces me siento, como TOMÁS, superado por lo que me cuentan mis familiares y amigos, lo que dicen los medios de comunicación. Todo eso que me cuentan expresa la ausencia de Dios entre nosotros. La violencia, la injusticia, la enfermedad y la necesidad parece que van ganando terreno a nuestro alrededor. Y sin embargo, JESÚS HA RESUCITADO. En nuestra capacidad de encontrarle en esas circunstancias es donde nosotros alcanzaremos la SALVACIÓN.
Ser conscientes de esto es el primer paso.


De nada servirá todo el camino recorrido en la CUARESMA y en la SEMANA SANTA, si no somos capaces de dar este paso.



Busquemos en la Eucaristía la fuerza que da el poder celebrar con los demás la alegría que ya brilla en nuestro interior. Y no tengamos miedo de ser transmisores de la BUENA NOTICIA.


¡ÁNIMO Y ADELANTE!

Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

CRECER CREYENDO:
Jn (20,1-9):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

Salmo
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23

R/.
 Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

COMENTARIO: 

“¿DÓNDE BUSCAR AL QUE VIVE?”

La fe en Jesús, resucitado por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. Antes de encontrarse con él, lleno de vida, los evangelistas hablan de su desorientación, su búsqueda en torno al sepulcro, sus interrogantes e incertidumbres.

María de Magdala es el mejor prototipo de lo que acontece probablemente en todos. Según el relato de Juan, busca al crucificado en medio de tinieblas, «cuando  aún estaba oscuro». Como es natural, lo busca «en el sepulcro». Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Por eso, el vacío del sepulcro la deja desconcertada. Sin Jesús, se siente perdida.

Los otros evangelistas recogen otra tradición que describe la búsqueda de todo el grupo de mujeres. No pueden olvidar al Maestro que las ha acogido como discípulas: su amor las lleva hasta el sepulcro. No encuentran allí a Jesús, pero escuchan el mensaje que les indica hacia dónde han de orientar su búsqueda: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».

La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, sólo porque lo hemos escuchado desde niños a catequistas y predicadores. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús, hemos de hacer nuestro propio recorrido. Es decisivo no olvidar a Jesús, amarlo con pasión y buscarlo con todas nuestras fuerzas, pero no en el mundo de los muertos. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida.

Si queremos encontrarnos con Cristo resucitado, lleno de vida y de fuerza creadora, lo hemos de buscar, no en una religión muerta, reducida al cumplimiento y la observancia externa de leyes y normas, sino allí donde se vive según el Espíritu de Jesús, acogido con fe, con amor y con responsabilidad por sus seguidores.

Lo hemos de buscar, no entre cristianos divididos y enfrentados en luchas estériles, vacías de amor a Jesús y de pasión por el Evangelio, sino allí donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro porque, saben que «donde están reunidos dos o tres en su nombre, allí está Él».

Al que vive no lo encontraremos en una fe estancada y rutinaria, gastada por toda clase de tópicos y fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto. Un Jesús apagado e inerte, que no enamora ni seduce, que no toca los corazones ni contagia su libertad, es un "Jesús muerto". No es el Cristo vivo, resucitado por el Padre. No es el que vive y hace vivir.

Nos espera un Padre capaz de resucitar lo muerto. Nuestro futuro es una fraternidad feliz y liberada. ¿Por qué no detenerse hoy ante las palabras del Resucitado en el Apocalipsis «He abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar»?
Un día, «enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni habrá más llanto, ni gritos, ni dolor» (Ap. 21,4). Un día, todo eso habrá pasado."  José Antonio Pagola. Grupos de Jesús. Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

REFLEXIÓN:










¡¡¡ALELUYA, ALELUYA, JESÚS HA RESUCITADO!!!


Desde la alegría y la fe busquemos en el prójimo al resucitado… En la vida, en nuestra vida.
No nos quedemos en los símbolos, en los ritos. Hagamos que nuestros gestos sean la mejor manera de transmitir la BUENA NOTICIA.

¡Ànimo y adelante!