CRECER CREYENDO:
Jn (10,27-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
Salmo
Sal 99,2.3.5
R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo, y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo, y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
COMENTARIO:
“ESCUCHAR SU VOZ Y SEGUIR SUS PASOS”
La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro
del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con
aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su
falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista
dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo
subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas
escuchan mi voz... y me siguen». Después
de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial
para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.
Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús.
Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva
en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús
en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. San Juan XXIII
dijo en una ocasión que "la Iglesia es como una vieja fuente de
pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca". En esta Iglesia
vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.
Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo
progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de
una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes,
comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de
nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús,
nuestro único Señor.
Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús.
Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con
una "religión burguesa" que tranquiliza las conciencias
pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una
aventura apasionante de seguir a Jesús.
La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar
importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió,
acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para
hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la
vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.
Si quienes viven perdidos, solos o desorientados, pueden
encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de
manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará
ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.
Según Jesús, «Dios supera a todos». Que nosotros estemos en
crisis, no significa que Dios está en crisis. Que los cristianos perdamos el
ánimo, no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que
nosotros no sepamos dialogar con las personas, no significa que Dios ya no
encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se
marchen de nuestras Iglesias, no quiere decir que se le escapen a Dios de sus
manos protectoras.
Dios es Dios. Ninguna
crisis religiosa y ninguna mediocridad de la iglesia podrán «arrebatar de sus
manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a
nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus
caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar." José Antonio
Pagola. Grupos
de Jesús. Parroquia San
Vicente Mártir de Obando - Bilbao.
REFLEXIÓN:
¿Cuánto tenemos de oveja y
cuánto de pastores en nuestra vida diaria?
Traigo una imagen del Baúl de
los Recuerdos. Un artilugio de parque, el primer lugar fuera de casa donde se
evangeliza. Es un campo de batalla en la actualidad. Si enfrentas tus valores
con los contravalores imperantes sales tarifando con algún padre, madre, o
cuidadora. Y la prudencia hace de la retirada una victoria, tanto para el que
se va, como, por desgracia, para el que se queda. Con lo cual solemos preferir
ser oveja mansa que pastor decidido. Y así, por la sucesión de nuestras
renuncias en todos los ámbitos es por lo que están proliferando “los
monstruos”.
Esos “monstruos” son los que
luego en el aula pretendemos desmontar y nuestra sensación es que cada día nos
vuelven más policía y menos maestros. De ahí a la desesperanza hay un paso.
La burocratización del trabajo,
que no es más que una autodefensa encubierta, no ayuda a disminuir esa
sensación del triunfo de la figura de la oveja, dócil, mansa, dirigible
prevalece sobre la del Pastor, por la misma razón que en el parque. No voy a
perder tiempo, salud y vida para no conseguir nada.
Y ahí es donde la frustración se
agarra a nuestras entrañas, pues somos maestros por vocación transmutados en
piezas de un puzzle que los políticos montan y desmontan, funcionarios
defendiendo un puesto de trabajo.
Por eso yo soy de la idea de que
cuando todo parece naufragio, siempre hay una tabla de salvación.
Si no está en ti, puede que esté
en los otros, pero ten por seguro que está.
Nosotros la llamamos JESÚS
RESUCITADO, LA BUENA NOTICIA, AMOR.
Por más que la vida se empeñe en
que seas oveja, no olvides que también eres pastor, que también eres luz para todos
los que te rodean.
Si dedicas tus energías para
brillar, para iluminar/ilusionar a los demás, permanecerás en el Señor, estarás
siguiendo al rebaño que recorre la vía pecuaria de la salvación.
“Sígueme”, dice el SEÑOR.
Pues, ya sabes… ¡Ánimo y
adelante!
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