miércoles, 2 de octubre de 2013

REZA Y TRABAJA.



Contra Juan Pérez de Montalbán

El doctor tú te le pones;
el Montalbán no lo tienes;
con que, quitándote el "don",
sólo te quedas Juan Pérez.
                                              QUEVEDO

La oración viene hoy muy literaria porque, tanto el texto de Shakespeare como el de Quevedo, retratan fielmente realidades con las que nos encontramos en nuestras comunidades educativas.
Las palabras ENTREGA Y SERVICIO que forman parte de nuestro “YO TELLISTA” son de esas que  Jesús nos mostraba como fruto de la sencillez y la humildad y que, a nosotros “pecadores de la pradera” se nos hacen muy cuesta arriba.
Todos tenemos a nuestro alrededor compañeros/amigos/familiares que encajan en el  primer texto como lo hace el zapato de cristal a Cenicienta, sin el menor atisbo de duda (Yo, soy uno de ellos, para mi pena, pues muchas de las veces veo el daño causado, a toro pasado. Aunque también reconozco que, con los años, voy aprendiendo.)

Pero, pienso que el segundo texto es el que mejor define la toxicidad en las relaciones humanas. Cuando la inteligencia, la posición social o el dinero ciegan nuestro ego y nos hacen opacos hacia los demás, en vez de transparentes. Así el amor al prójimo rebota, como una pelota en un frontón, y se transforma en el narcisista amor a uno mismo. A esta “ensalada de persona” siempre le cae un buen chorro de egoísmo y ya te puedes ahorrar la sal, porque es imposible que le pidamos entrega y servicio.
Son estas personas, almena de difícil conquista y firme construcción, las que corroen los grupos de trabajo, las comunidades, las familias.
¿Pero entonces qué debemos hacer?


Pues muy fácil. No debemos permitir que su “ser como cada uno es” nos impida ser a nosotros como somos. Así ante “los aires de grandeza”, realidad. Ante “el ninguneo”, presencia. Ante “el menos cabo o el indisimulado desprecio”, desde la humildad, preguntad firmemente las causas del mismo, para poder descararlas. Pero sobre todo PERDÓN, para que no nos hagan daño. Practicar la MISERICORDIA, como prueba de FRATERNIDAD.
Yo tengo en clase este lema: “La libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás” e intento inculcárselo a mis alumnos. Para que les cale, han de comprobar que lo que digo y hago coincida. Fácil.
Pongámonos a la labor, poniéndole corazón, para que de esta manera, florezca en nuestras distintas realidades el “Vivo porque tú vives”, de nuestro lema en  este curso.. ¡AMÉN!

NO TENGÁIS MIEDO.
¡ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE!
                         
 

LA PALABRA
Lucas 16:1-13
Parábola del administrador astuto/injusto.

16 Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2 Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3 El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4 Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!”

5 »Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6 “Cien barriles[a] de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7 Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos[b] de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.”

8 »Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas[c] por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9 Por eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos,[d] a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.

10 »El que es honrado[e] en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro[f] en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11 Por eso, si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas,[g] ¿quién les confiará las verdaderas? 12 Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece?

13 »Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.»

DIOS Y EL DINERO (José Rico Pavés, Obispo Auxiliar de Getafe)

Jesús invita a ganar amigos con el dinero injusto para, un día, ser recibidos por ellos en las moradas eternas. La invitación está llena de sorpresas ¿qué clase de amigos se pueden  ganar con dinero injusto? ¿Acaso la injusticia no aparta del cielo? Este evangelio requiere una lectura pausada que evite equívocos.
El Señor no está proponiendo la convivencia con la corrupción, ni está alabando la habilidad torticera de quienes saben sacar beneficio incluso de las situaciones más arduas. Para comprender la parábola del administrador injusto, es necesario acoger también la explicación que ofrece el mismo Jesús y destacar toda la verdad que ilumina toda la enseñanza. Por eso, en este caso, puede ser de gran utilidad volver sobre este Evangelio leyéndolo desde el final hasta el principio.
Haciéndolo así se descubre la verdad que ilumina toda la enseñanza: NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO.

Al comenzar su camino hacia Jerusalén, Jesucristo ya había advertido de la necesidad  de alejarse de toda forma de codicia. Ahora la enseñanza del Maestro se hace aún más explícita: hay una forma idolátrica de gestionar los bienes de este mundo que aleja del culto debido solo a Dios. Sirve al dinero quien lo pone en el centro de sus trabajos, busca en él seguridades, o subordina las relaciones personales a su ganancia.

El uso idolátrico del dinero quiebra la dignidad del trabajo, del trabajador, y de su legítimo descanso. Jesús previene: quien tiene su corazón en el dinero verá arrebatada su capacidad para amar; por eso, el servicio a dios, que es respuesta de amor a quien nos ha amado primero, es inconciliable con el servicio al dinero.

Continuando por la conclusión de esta parábola se encuentra la explicación que ilustra esta enseñanza.
La actitud servicial se verifica en la fidelidad a las pequeñas cosas. El cuidado de lo poco es garantía de fidelidad en lo mucho. El corazón humano que ha sido creado para ser portador de un amor infinito, mientras está en este mundo, necesita ensanchar su capacidad de amar, lo cual es solo posible si, en docilidad al Espíritu Santo,, aprende a encontrarse con el Señor hasta en lo más pequeño. Para llegar a ser grandes, hay que hacerse pequeños. Para abrazar un día a Quien no puede ser abarcado, necesario es dejarse abrazar por Él en detalles pequeños. 

Y acudiendo, por último, al principio se puede ubicar la parábola desentrañando el significado de sus elementos particulares. El administrador era injusto porque gestionaba mal los bienes que le habían sido confiados, pero recibió elogios del dueño de la hacienda porque, al ser advertido, reaccionó con prontitud y actuó con astucia comprendiendo que son más importantes las personas que el dinero. El hombre rico no le reprochó haber reducido sus ganancias, sino que le felicitó por haberse ganado amigos con un dinero que estaba mal distribuido.
De ahí la invitación de Jesucristo: cuando el dinero es injusto, es decir, está mal distribuido, la administración astuta no puede consentir en multiplicar la injusticia, sino en invertir en vienes perdurables. Administra con astucia elogiable los bienes de este mundo quien lo hace pensando en los bienes eternos, es decir, quien sabe ganar con ellos amigos para el cielo.





          



Voy a terminar como empecé, con Quevedo. Y, como él, me meteré en el barro, pues ningún tema nos ha de ser ajeno a la hora de DAR GRACIAS A DIOS y PEDIR SU INTERCESIÓN en todas nuestras cuitas.
En este tema del dinero chocan concepciones distintas entre seglares y religiosas.
Para nosotros el sueldo, es la sal, que premia nuestro trabajo y nos permite tener una vida en la sociedad.
Para las religiosas, sus sueldos y demás aportaciones al Instituto, es la sal que permite su donación al prójimo, que es la forma que tienen de estar en la sociedad, de ser OBRA DE DIOS.
Estas dos concepciones de una misma cosa, el dinero, no nos enfrentan, más bien, nos unen en un todo, que los tellistas nombramos como MISIÓN COMPARTIDA.
Lo que nos queda ver, a todos, es como cuadramos sostenibilidad económica y gratuidad. Pero aquí tendremos que confiar, como Matilde, en nuestras propias fuerzas y capacidades y en la DIVINA PROVIDENCIA. ¡AMEN!

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO
Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado 
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado
es hermoso aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán y es como un oro;
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Son sus padres principales,
y es de noble descendiente,
porque en las venas de oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y pues él rompe recatos
y ablanda al jüez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra,
mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra;
y pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.

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