TESTIMONIOS
ORACIÓN FINAL
Vive Cristo, esperanza nuestra, y
él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que él toca se vuelve
joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que
quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡él vive y te quiere
vivo!
Él está en ti, él está contigo y
nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y
esperándote para volver a empezar.
Cuando te sientas avejentado por la
tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, él estará allí
para devolverte la fuerza y la esperanza.
En el corazón de la Iglesia
resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere
seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el
anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (Lc 1, 34). Pero tenía un
alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1, 38).
Señor, que se haga así en cada uno
de nosotros, que se haga así en mí, porque quiero ser yo mismo y brillar. Amén.
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