LA PALABRA:
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor
Dirección obligatoria
Las coordenadas de la vida cristiana son muy sencillas, no hay necesidad de salir a buscar mil consejos: es suficiente seguir una voz, así como hacen las ovejas con su pastor. Y precisamente la imagen de Jesús buen pastor estuvo en el centro de la homilía del Papa Francisco durante la misa celebrada en la casa Santa Marta el lunes 18 de abril.
La liturgia del día, por lo demás, proponía una especie de «eco de las lecturas» del iv domingo de Pascua, llamado precisamente «domingo del buen pastor, en el cual Jesús se presenta como el “buen pastor”». Y precisamente de este tema, en el Evangelio de Juan (10, 1-10) comentado por el Pontífice, se desprendían «tres realidades» sobre las cuales el Papa quiso «reflexionar un poco: la puerta, el camino y la voz».
En primer lugar la «puerta». El pasaje evangélico recuerda las palabras de Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ese es un ladrón y un salteador». He aquí la primera imagen, y Francisco destacó: «Él es la puerta: la puerta para entrar en el redil de las ovejas es Jesús. No hay otra puerta». Se debe poner de relieve, dijo el Papa, que Jesús hablaba siempre a la gente utilizando «imágenes sencillas»: de hecho, «toda esa gente conocía cómo era la vida de un pastor, porque la veía todos los días». Por ello quien lo escuchaba le entendía muy bien: «Sólo se entra por la puerta del redil de las ovejas». Aquellos que, en cambio, quieren entrar en el redil pasando «por la ventana o por otra parte, son delincuentes». El Evangelio los define ladrones o salteadores.
Todo, por lo tanto, es muy claro: «No se puede entrar en la vida eterna por otro sitio que no sea la puerta, es decir, que no sea Jesús». Y, añadió el Pontífice, el Señor «es la puerta de nuestra vida y no sólo de la vida eterna, sino también de nuestra vida cotidiana». Así, por ejemplo, una decisión cualquiera se puede tomar «en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús», o bien, utilizando un «lenguaje sencillo», se puede tomar «de contrabando». Pero el Señor «habla claro»: en el redil se entra «sólo por la puerta, que es Jesús».
El Evangelio de Juan continúa y en las palabras del Señor se encuentra otro elemento importante: el «camino». En efecto, se lee: «Le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz».
Francisco se centró en esta segunda palabra clave: «El camino es precisamente este: seguir a Jesús». También aquí la vida cotidiana ocupa un lugar central: se habla, en efecto, del «camino de la vida, de la vida de todos los días», que «es seguir a Jesús». Y también en este punto la indicación es clara: «¡No equivocarse!», recomendó el Papa. Es Jesús «la puerta a través de la cual entramos y a través la cual salimos con Él para recorrer el camino de la vida»; y es Jesús quien «nos indica el camino». Por lo tanto, «quien sigue a Jesús no se equivoca».
Aún así, las ocasiones de emprender una senda equivocada no faltan, tanto que el Pontífice habló de una supuesta situación que podría presentarse: «Eh, padre, sí, pero las cosas son difíciles... Muchas veces yo no veo claro lo que tengo que hacer... Me han dicho que allí había una vidente y fui allí y allí; fui a ver a un cartomántico, que me leyó las cartas...». El consejo del Papa fue inmediato: «Si haces esto, tú no sigues a Jesús. Sigues a otro que te indica otro camino, distinto», porque «no existe otro que pueda indicar el camino».
Lo que se acaba de mencionar es una dificultad sobre la cual Jesús mismo había puesto en guardia: «Vendrán otros que dirán: el camino del Mesías es este, este… No escuchadlos a ellos. El camino soy yo». Esta, dijo el Papa, es la certeza: «Si lo seguimos a Él no nos equivocaremos».
Por último, la tercera palabra: la «voz». Las ovejas, en efecto, siguen a Jesús «porque conocen su voz». Un concepto que el Pontífice quiso profundizar para evitar malentendidos: «¡Conocer la voz de Jesús! No penséis que os estoy hablando de una aparición, que vendrá Jesús y te dirá: “Haz esto”. ¡No, no!». Y entonces alguno podría preguntar: «Padre, ¿cómo puedo conocer la voz de Jesús? Y, también, ¿cómo defenderme de la voz de aquellos que no son Jesús, que entran por la ventana, que son salteadores, que destruyen, que engañan?». Una vez más la «receta» es «sencilla» y prevé tres indicaciones. Ante todo, sugirió Francisco, «encontrarás la voz de Jesús en las Bienaventuranzas». Por ello, si alguien enseña «una senda contraria a las bienaventuranzas, es alguien que ha entrado por la ventana: ¡no es Jesús!». También, la voz de Jesús se puede reconocer en quien «nos habla de las obras de misericordia. Por ejemplo en el capítulo 25 de san Mateo». Así, pues, aclaró el Papa: «Si alguien te recuerda lo que Jesús dice allí, es la voz de Jesús». Por último, la tercera indicación: «Puedes conocer la voz de Jesús cuando te enseña a decir “Padre”, es decir, cuando te enseña a rezar el Padrenuestro».
Concluyó el Pontífice: «¡Es así fácil la vida cristiana! Jesús es la puerta; él nos guía por el camino y nosotros conocemos su voz en las bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir “Padre”». Y añadió una oración: «Que el Señor nos haga comprender esta imagen de Jesús, este icono: el pastor, que es puerta, indica el camino y nos enseña a escuchar su voz».
PAPA FRANCISCO
http://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160418_direccion-obligatoria.html
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,1-18):
EN aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche:
«Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos».
Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo:
«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí:
«De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura”. Pero la voz del cielo habló de nuevo: «Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano”. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.
En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: “Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa”.
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».
Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
«Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».
Palabra de Dios
Sal 41,2-3;42,3.4
R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.
Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.
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