viernes, 30 de abril de 2021

SEMANA VOCACIONAL (30ABRIL2021) VIERNES.

 TESTIMONIOS





ORACIÓN FINAL

Vive Cristo, esperanza nuestra, y él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡él vive y te quiere vivo!

Él está en ti, él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar.

Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza.

En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (Lc 1, 34). Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1, 38).

 

Señor, que se haga así en cada uno de nosotros, que se haga así en mí, porque quiero ser yo mismo y brillar. Amén.

SÉ TÚ MISM@ Y BRILLA (30ABRIL2021) PASCUA

 LA PALABRA:

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Palabra del Señor

Tres puertas

Orar, celebrar, imitar a Jesús: son las tres «puertas» —que hay que abrir para encontrar «el camino, para ir hacia la verdad y la vida»— que el Papa Francisco indicó el viernes 16 de mayo, durante la misa en la Casa Santa Marta. Según el Pontífice, de hecho, Jesús no se deja estudiar teóricamente y quien intenta hacerlo se arriesga a caer en la herejía. Al contrario es necesario preguntarse continuamente cómo van en nuestra vida la oración, la celebración y la imitación de Cristo. «Pensemos en estas tres puertas y nos harán bien a todos» dijo, sugiriendo iniciar con la lectura del Evangelio, que muy a menudo permanece «lleno de polvo, porque jamás se abre. Tómalo, ábrelo —exhortó— y encontrarás a Jesús».

Después de haber recordado que la reflexión precedente se había centrado en el hecho de que «la vida cristiana es siempre seguir el camino y no ir solos», siempre «en la Iglesia, en el pueblo de Dios», el obispo de Roma hizo notar cómo en las lecturas de la liturgia del día —tomadas de los Hechos de los apóstoles (13, 26-33) y del Evangelio de san Juan (14, 1-6)— es Jesús mismo quien nos dice «que Él es el camino: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Todo. Yo te doy la vida, yo me manifiesto como verdad y si tú vienes conmigo, soy el camino». He aquí entonces que para conocer a quien se presenta como «camino, verdad y vida», es necesario ponerse «en camino». Es más, según el Papa Francisco «el conocimiento de Jesús es el trabajo más importante de nuestra vida». También porque conociéndole se llega a conocer al Padre.

Pero, se preguntó el Pontífice, ¿cómo podemos conocer a Jesús?». Con quienes responden que «se debe estudiar mucho» el obispo de Roma dijo estar de acuerdo e invitó a «estudiar el catecismo: un hermoso libro, el Catecismo de la Iglesia católica, debemos estudiarlo». Pero, en seguida añadió, que no se puede limitar a «creer que conoceremos a Jesús sólo con el estudio». Alguno, de hecho, tiene esta fantasía de que las ideas, sólo las ideas, nos llevarán al conocimiento de Jesús». También «entre los primeros cristianos» algunos pensaban de ese modo «y al final acabaron un poco enredados en sus pensamientos». Porque «las ideas solas no dan vida» y, por lo tanto, quien va por este camino «termina en un laberinto» del que «no sale más». Precisamente por este motivo, desde los inicios, en la Iglesia «existen las herejías», las cuales son este «buscar entender sólo con nuestra mente quién es Jesús». Al respecto el Papa recordó las palabras de «un gran escritor inglés», Gilbert Keith Chesterton, que definía la herejía como una idea convertida en locura. En efecto, dijo el Papa, «es así: cuando las ideas están solas, se convierten en locuras».

De aquí la indicación de las tres puertas que hay que abrir para «conocer a Jesús». Deteniéndose en la primera —orar— el Pontífice reafirmó que «el estudio sin la oración no sirve. Los grandes teólogos hacen teología de rodillas». Si, «con el estudio nos acercamos un poco, sin la oración jamás conoceremos a Jesús».

En cuanto a la segunda —celebrar— el obispo de Roma afirmó que también la oración sola «no basta; es necesaria la alegría de la celebración: celebrar a Jesús en sus sacramentos, porque ahí nos da la vida, nos da la fuerza, nos da la comida, nos da el consuelo, nos da la alianza, nos da la misión. Sin la celebración de los sacramentos no llegaremos a conocer a Jesús. Y esto es propio de la Iglesia».

Al final, para abrir la tercera puerta, la de la imitación de Cristo, la consigna es coger el Evangelio para descubrir allí «qué hizo Él, cómo era su vida, qué nos dijo, qué nos enseñó», para poder «intentar imitarle».

Como conclusión el Papa explicó que atravesar estas tres puertas significa «entrar en el misterio de Jesús». De hecho nosotros «podemos conocerlo solamente si somos capaces de entrar en su misterio». Y no hay que tener miedo de hacerlo. Al final de la homilía el Papa Francisco invitó a pensar «durante la jornada, cómo va la puerta de la oración en mi vida: pero —precisó— la oración del corazón», la verdadera.

PAPA FRANCISCO

https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140516_tres-puertas.html


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,26-33):

EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Palabra de Dios

Sal 2,6-7.8-9.10-11

R/.
 Tu eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy
R/.

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

jueves, 29 de abril de 2021

SEMANA VOCACIONAL (29ABRIL2021) JUEVES.

 


Nos volvemos a fijar en la pregunta del lema: ¿para quién soy yo?

Repasamos con los jóvenes a qué grupos pertenecen. Les preguntamos si es importante para ellos ser parte de esos grupos, sentir que pertenecen a alguien, que en algún lugar me esperan, me necesitan, me quieren, importo…



Desde esta perspectiva leemos con ellos el texto de Isaías 43, 1-5:

No temas, que yo te he elegido, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.

Si pasas por aguas profundas yo estoy contigo. Si cruzas grandes ríos no te anegarán. Si pasas por el fuego no te quemarás, ni las llamas te alcanzarán.

 

Canción: Forofos.

https://www.youtube.com/watch?v=c9FgNEHGV_I


SÉ TÚ MISM@ Y BRILLA (29ABRIL2021) PASCUA

 LA PALABRA:

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

La canción de cuna de Dios

Tenemos un Dios «enamorado de nosotros», que nos acaricia tiernamente y nos canta la canción de cuna así como lo hace un papá con su niño. No sólo: Él, primeramente, nos busca, nos espera y nos enseña a ser «pequeños», porque «el amor está más en dar que en recibir» y está «más en las obras que en las palabras». Lo recordó el Papa Francisco durante la misa celebrada el viernes 27 de junio, día de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

La meditación del Papa se inspiró en la oración colecta recitada durante la liturgia, en la que, dijo, «hemos agradecido al Señor porque nos da la gracia, la alegría de celebrar en el corazón de su Hijo las grandes obras de su amor».

Y «amor», de hecho, es la palabra clave escogida por el obispo de Roma para expresar el significado profundo de la solemnidad del Sagrado Corazón. Porque, señaló, «hoy es la fiesta del amor de Dios, de Jesucristo: es el amor de Dios por nosotros y amor de Dios en nosotros». Una fiesta que «celebramos con alegría».

Dos, en especial, son «los rasgos del amor» según el Pontífice. El primero está contenido en la afirmación: «el amor está más en dar que en recibir»; el segundo en la afirmación de que «el amor está más en las obras que en las palabras».

«Cuando decimos que está más en dar que en recibir —explicó el Papa Francisco— es porque el amor siempre se contagia, siempre contagia, y es recibido por el amado». Y «cuando decimos que está más en las obras que en las palabras», añadió, es porque «el amor siempre da vida, hace crecer».

El Pontífice delineó las características fundamentales del amor de Dios a los hombres. Y volvió a proponer así algunos pasajes de las lecturas de la liturgia del día, que, señaló, «dos veces nos habla de los pequeños». En efecto, en la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio (7, 6-11), «Moisés explica por qué el pueblo ha sido elegido y dice: pues sois el pueblo más pequeño». Después, en el Evangelio de san Mateo (11, 25-30), «Jesús alaba al Padre porque ocultó las cosas divinas a los sabios y las reveló a los pequeños».

Por lo tanto, afirmó el Papa, «para entender el amor de Dios es necesaria esta pequeñez de corazón». Por lo demás, Jesús lo dice claramente: si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. He aquí, entonces, el camino justo: «Hacerse niños, hacerse pequeños», porque solamente en esa pequeñez, en ese abajarse se puede recibir» el amor de Dios.

No es casual, observó el obispo de Roma, que sea «el mismo Señor» quien, «cuando explica su relación de amor, busca hablar como si hablase con un niño». Y, de hecho, Dios «lo recuerda al pueblo: “acuérdate, yo te he enseñado a caminar como un papá hace con su niño”». Se trata precisamente de «esa relación de papá a hijo». Pero, advirtió el Pontífice, «si tú no eres pequeño», esa relación no logra establecerse.

Es una relación tal que lleva «al Señor, enamorado de nosotros», a usar «incluso palabras que parecen una canción de cuna». El Señor, en efecto, dice en la Escritura: «No temas, gusanillo de Israel, no temas». Y nos acaricia, pues, diciéndonos: «Estoy contigo, yo te tomo de la mano».

Esta, «es la ternura del Señor en su amor, esto es lo que Él nos comunica. Y da la fuerza a nuestra ternura». En cambio, alertó el Papa, «si nosotros nos sentimos fuertes, jamás tendremos la experiencia de las caricias tan bellas del Señor».

Las «palabras del Señor», afirmó el Pontífice, «nos hacen entender ese misterioso amor que Él tiene por nosotros». Es Jesús mismo quien nos indica cómo hacer: cuando habla de sí, dice ser «manso y humilde de corazón». Por ello, «también Él, el Hijo de Dios, se abaja para recibir el amor del Padre».

Otra verdad que la fiesta del Sagrado Corazón nos recuerda, dijo también el Papa, se puede sacar del pasaje de la segunda lectura, tomado de la primera carta de san Juan (4, 7-16): «Dios nos ha amado primero, Él está siempre antes de nosotros, Él nos espera». Por lo tanto, confirmó el Pontífice, «cuando nosotros llegamos, Él está, cuando lo buscamos Él nos buscó primero: Él siempre delante de nosotros, nos espera para recibirnos en su corazón, en su amor».

Recapitulando su meditación, el Papa Francisco reafirmó que los dos rasgos indicados «pueden ayudarnos a entender este misterio del amor de Dios con nosotros: para expresarse necesita nuestra pequeñez, nuestro abajamiento. Y necesita también nuestro asombro cuando lo buscamos y lo encontramos allí esperándonos». Y es «muy bello —constató— entender y sentir así el amor de Dios en Jesús, en el corazón de Jesús».

El Pontífice concluyó invitando a los presentes a rezar al Señor para que dé a cada cristiano la gracia de «entender, de sentir, de entrar en este mundo tan misterioso, de maravillarnos y tener paz con este amor que se entrega, nos da la alegría y nos lleva por el camino de la vida como un niño» que lleva «de la mano».

 PAPA FRANCISCO

https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140627_cancion-cuna-dios.html


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Sal 102

R/.
 Bendice, alma mía, al Señor

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades,
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. 
R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos,
para los que guardan la alianza. R/.


miércoles, 28 de abril de 2021

SEMANA VOCACIONAL (28 ABRIL2021) MIÉRCOLES.

 


En la oración de hoy se puede ver el corto El hombre de las manos en los bolsillos 

 


https://www.youtube.com/watch?v=M5Cqvd06ems


Hacer una lluvia de ideas de lo que les ha sugerido el video.

— ¿Qué puede simbolizar las manos en los bolsillos?

— ¿Para qué quieres tus manos?

— ¿Cómo vives tú, con las manos en los bolsillos o “manos a la obra”?.



Para ponernos “manos a la obra” es importante en este momento que te fijes en tus fortalezas.

Para el mundo

— ¿Para qué crees que le servirían al mundo?

— ¿Qué puedes hacer?

— ¿A qué crees que te puedes dedicar?

— ¿Cómo podría ayudar a mejorar la sociedad?

 

Para la Iglesia

— Como bautizado, ¿me he puesto al servicio de la Iglesia?

— ¿He encontrado mi sitio?

— No sé muy bien qué podría hacer… ¿Echo de menos algo en la Iglesia? ¿Podría contribuir a mejorar esa carencia?

 

 

Rezo: Padrenuestro.

SÉ TÚ MISM@ Y BRILLA (28ABRIL2021) PASCUA

 LA PALABRA:

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

“Tener el valor de ver nuestras tinieblas
para que la luz del Señor entre y nos salve”

Este pasaje del Evangelio de Juan (cf. Jn 12, 44-50) nos muestra la intimidad que hay entre Jesús y el Padre. Jesús hacía lo que el Padre le decía. Por eso dice: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado» (v. 44). Luego concreta su misión. «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga entre tinieblas» (v. 46). Se presenta como luz, la misión de Jesús es iluminar: la luz. Él mismo ha dicho: «Yo soy la luz del mundo» (Jn 8,12). El profeta Isaías había profetizado esta luz: «El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz» (Mt 4,16 y cf. Is 9,1). La promesa de la luz que iluminará al pueblo. También la misión de los apóstoles es llevar la luz. Pablo se lo dijo al rey Agripa: “Fui elegido para iluminar, para llevar esta luz —que no es mía, es de otro— pero para llevar la luz” (cf. Hch 26,18). Es la misión de Jesús: llevar la luz. Y la misión de los apóstoles es llevar la luz de Jesús. Iluminar. Porque el mundo estaba en tinieblas.

Pero el drama de la luz de Jesús es que ha sido rechazada. Lo dice Juan claramente al principio del Evangelio: “Vino a los suyos, mas los suyos no lo recibieron. Amaban más las tinieblas que la luz” (cf. Jn 1,9-11). Acostumbrarse a las tinieblas, vivir en las tinieblas: no saben aceptar la luz, no pueden; son esclavos de las tinieblas. Y esta será la continua lucha de Jesús: iluminar, llevar la luz que hace ver las cosas como están, como son; hace ver la libertad, hace ver la verdad, muestra el camino por el que ir, con la luz de Jesús.

Pablo vivió esta experiencia del paso de las tinieblas a la luz, cuando el Señor lo encontró en el camino de Damasco. Se quedó ciego. Ciego. La luz del Señor lo cegó. Y luego, tras pasar unos días, con el bautismo recobró la luz (cf. Hch 9,1-19). Tuvo esa experiencia de pasar de las tinieblas, en que vivía, a la luz. Es también nuestro paso, que sacramentalmente recibimos en el bautismo: por esto el bautismo se llamaba en los primeros siglos, la Iluminación (cf. San Justino, Apologia, 1, 61, 12), porque te daba la luz, te “hacía entrar”. Por eso en la ceremonia del Bautismo damos un cirio encendido, una candela encendida al padre y a la madre, para que el niño, la niña, sea iluminado, sea iluminada.

Jesús trae la luz. Pero el pueblo, la gente, su pueblo lo ha rechazado. Está tan acostumbrado a las tinieblas que la luz lo deslumbra, no sabe caminar (cf. Jn 1,10-11). Y este es el drama de nuestro pecado: el pecado nos ciega y no podemos soportar la luz. Tenemos los ojos enfermos. Y Jesús lo dice claramente en el Evangelio de Mateo: “Si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará malo. Si tu ojo ve solamente las tinieblas, ¿cuánta oscuridad habrá en ti?” (cf. Mt 6,22-23). Las tinieblas… Y la conversión es pasar de las tinieblas a la luz.

¿Qué es lo que hace enfermar los ojos, los ojos de la fe? Nuestros ojos están enfermos: ¿cuáles son las cosas que “los debilitan”, que los ciegan? Los vicios, el espíritu mundano, la soberbia. Los vicios que “te derrumban” y también estas tres cosas —los vicios, la soberbia, el espíritu mundano—  te llevan a asociarte con los otros para permanecer seguro en las tinieblas. Hablamos a menudo de mafias: es esto. Pero hay “mafias espirituales”, hay “mafias domésticas”, siempre, buscar a otro para ocultarse y permanecer en las tinieblas. No es fácil vivir en la luz. La luz nos hace ver muchas cosas feas dentro de nosotros que no queremos ver: los vicios, los pecados... Pensemos en nuestros vicios, pensemos en nuestra soberbia, pensemos en nuestro espíritu mundano: todo esto nos ciega, nos aleja de la luz de Jesús.

Pero si comenzamos a pensar en estas cosas, no encontraremos un muro, no, encontraremos una salida, porque Jesús mismo dice que Él es la luz, y también: “Vine al mundo no para condenar al mundo, sino para salvar al mundo” (cf. Jn 12,46-47). Jesús mismo, la luz, dice: “Ten valor: déjate iluminar, déjate ver por lo que tienes dentro, porque soy yo quien te lleva adelante, para salvarte. No te condeno. Yo te salvo” (cf. v. 47). El Señor nos salva de nuestras tinieblas interiores, de las tinieblas de la vida cotidiana, de la vida social, de la vida política, de la vida nacional, internacional... Hay muchas tinieblas interiores. Y el Señor nos salva. Pero nos pide que las veamos primero; tener el valor de ver nuestras tinieblas para que la luz del Señor entre y nos salve.

No tengamos miedo del Señor: es muy bueno, es manso, está cerca de nosotros. Vino a salvarnos. No tengamos miedo de la luz de Jesús.

PAPA FRANCISCO

http://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2020/documents/papa-francesco-cotidie_20200506_dalletenebreinteriori-allalucedicristo.html



Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):

EN aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.
En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:
«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».
Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.
Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.


Palabra de Dios

Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben


Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación
R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.

SEMANA VOCACIONAL (27ABRIL2021) MARTES.




 Lectura de la carta de San Pablo a los Corintios.

Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir  los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. 

Palabra de Dios.

                                  

Reflexión

—  ¿Podrías explicar con tus palabras el texto de hoy?

—  ¿Qué quiere decir que debemos caminar en comunidad?

—  ¿Por qué nos necesitamos los unos a los otros?

—  ¿Qué puedo poner yo al servicio de los demás?


Oración

Quisiera un mundo de colores, donde todos son importantes,

donde todos juntos pintan de nuevo la sociedad,

para que no le falte color y alegría.

 

Quisiera un mundo de colores, todos diferentes,

pero todos dispuestos a colorear de amor a los demás.

 

Todos esos colores somos las personas, todo este mundo por pintar, tu Reino.

Ayúdanos, Jesús, a descubrir nuestra vocación de artistas para pintar un mundo más solidario y mejor para todos, de mil maneras posibles, donde seamos nosotros mismos y brillemos.




Misión para hoy

 

Tómate un tiempo para pensar en las personas que te acompañan, las más cercanas, las que cuidan tus pasos, tu vida. Y anímate a darles las gracias.

                         

martes, 27 de abril de 2021

SÉ TÚ MISM@ Y BRILLA (27ABRIL2021) PASCUA

 LA PALABRA:

Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor

Estoy delante de la Puerta Santa y pido: «Señor, ¡ayúdame a abrir la puerta de mi corazón!». No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los demás, para llevarlo a Él y su amor. Por lo tanto, igual que la Puerta santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestra puerta, la del corazón, ha de estar siempre abierta para no excluir a ninguno. Ni siquiera al que o a la que me molesta: a ninguno. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2015).

PAPA FRANCISCO

https://es.catholic.net/op/articulos/15703/cat/566/yo-conozco-a-mis-ovejas-y-ellas-me-siguen.html#modal

"Actitudes que impiden conocer a Cristo"

Jesús estaba en el templo, era la fiesta de la Dedicación (cf. Jn 10,22-30). Entonces «los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”» (v. 24). Estos hacían perder la paciencia; y con cuánta docilidad «Jesús les respondió: “Ya os lo he dicho, pero no me creéis”» (v. 25). E insistían:  “Pero ¿eres tú? ¿Eres tú?” — “Sí, os lo he dicho, pero no me creéis”. «Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas» (v. 26). Y esto, quizás, nos suscita una duda: yo creo y formo parte de las ovejas de Jesús. Pero si Jesús nos dijera: “Vosotros no podéis creer porque no formáis parte”: ¿hay una fe previa al encuentro con Jesús? ¿Cuál es este formar parte de la fe de Jesús? ¿Qué es lo que me detiene ante la puerta que es Jesús?

Hay actitudes previas a la confesión de Jesús. También para nosotros, que estamos en la grey de Jesús. Hay como “antipatías previas” que no nos dejan progresar en el conocimiento del Señor. La primera de todas son las riquezas. También muchos de nosotros, que hemos entrado por la puerta del Señor, luego nos paramos y no seguimos adelante porque somos prisioneros de las riquezas. El Señor fue muy duro con las riquezas, muy duro, muy duro. A tal punto que dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja que un rico entrase en el reino de los cielos (cf. Mt 19,24). Es duro, esto. Las riquezas son un impedimento para seguir adelante. ¿Debemos acaso caer en el pauperismo? No. Pero no hay que ser esclavos de las riquezas, no hay que vivir para las riquezas, porque las riquezas son un señor, son el señor de este mundo y no podemos servir a dos señores (cf. Lc 16,13). Y las riquezas nos paran.

Otra cosa que impide avanzar en el conocimiento de Jesús, en la pertenencia a Jesús, es la rigidez: la rigidez de corazón. También la rigidez en la interpretación de la Ley. Jesús les reprocha a los fariseos, a los doctores de la Ley esta rigidez (cf. Mt 23,1-36). Que no es fidelidad: la fidelidad es siempre un don a Dios; la rigidez es una seguridad para mí mismo. Me acuerdo de una vez que entraba en la parroquia y una señora —una señora buena— se acerca y me dice: “Padre, un consejo... — “Dígame” —“La semana pasada, sábado, no ayer, el otro sábado, fuimos con la familia a una boda con Misa. Era sábado por la tarde, y hemos pensado que con esta Misa cumplíamos el precepto dominical. Pero luego, al volver a casa, he pensado que las Lecturas de esa Misa no eran las del domingo. Y así me he dado cuenta de que estoy en pecado mortal porque el domingo no fui a Misa, fui el sábado pero a una Misa que no era verdadera, porque las Lecturas no eran verdaderas”. La rigidez... Y la señora pertenecía a un movimiento eclesial. Rigidez. Esto nos aleja de la sabiduría de Jesús, de la sabiduría de Jesús; te quita la libertad. Y muchos pastores hacen crecer esta rigidez en los corazones de los fieles; y esta rigidez no nos hace entrar por la puerta de Jesús (cf. Jn 10,7): es más importante observar la ley como está escrita, o como yo la interpreto, que la libertad de ir adelante siguiendo a Jesús.

Otra cosa que no nos deja progresar en el conocimiento de Jesús es la acedia. Esa pereza... Pensemos en aquel hombre de la piscina. Treinta y ocho años allí (cf. Jn 5, 1-9). La acedia. Nos quita la voluntad de seguir adelante y todo es un “sí, pero... no, ahora no, mejor que no...”, que te conduce a la tibieza y te vuelve tibio. La acedia es otra cosa que nos impide seguir adelante.

Y otra que es bastante fea es la actitud clericalista. El clericalismo suplanta a Jesús. Dice: “No, esto debe ser así, así y así...”  — “Pero, el Maestro…” — “Deja en paz al Maestro: esto es así, así y así, y si no haces así y así, tú no puedes entrar”. Un clericalismo que quita la libertad de la fe de los creyentes. Esta es una enfermedad fea en la Iglesia: la actitud clericalista.

Luego, otra cosa que nos impide seguir adelante, entrar para conocer a Jesús y confesar a Jesús, es el espíritu mundano. Cuando la observancia de la fe, la práctica de la fe termina en mundanidad. Y todo es mundano. Pensemos en la celebración de algunos sacramentos en algunas parroquias: ¡cuánta mundanidad hay! Y la gracia de la presencia de Jesús no es bien entendida.

Estas son las actitudes que nos impiden formar parte de las ovejas de Jesús. Somos “ovejas” tras todas estas cosas: riquezas, acedia, rigidez, mundanidad, clericalismo, modos, ideologías, formas de vida. Falta la libertad. Y no se puede seguir a Jesús sin la libertad. “Pero a veces la libertad va más allá y uno resbala”. Sí, es verdad. Es verdad. Podemos resbalar caminando en libertad. Pero es peor resbalar antes de empezar a caminar, con estas cosas que nos impiden empezar a caminar.

Que el Señor nos ilumine para ver si dentro de nosotros hay libertad para pasar por la puerta que es Jesús e ir más allá para convertirnos en grey, para convertirnos en ovejas de su grey.

PAPA FRANCISCO

http://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2020/documents/papa-francesco-cotidie_20200505_perentrare-nelgregge-dicristo.html

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):

EN aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios

Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/.
 Alabad al Señor, todas las naciones

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
odos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti»
R/.