El final del curso, el final del camino, el final de la fiesta.
La misión cumplida, la meta, la llegada, la colección de recuerdos.
Todo lo que empieza tiene un final.
Somos devoción, entrega y sentimiento.
Somos cansancio, agotamiento y sueño.
Somos conscientes de que queda un tiempo por delante, de que esto se acaba y se hace balance, pero tenemos la certeza de que volverá a ocurrir, y de que,nosotros, volveremos a hacer por estár ahí.
Nos baña la nostalgia.
Lo que pudo ser y no fue.
Lo que hicimos o dejamos de hacer.
Lo que no nos va a pasar más.
Pero la alegría de haber dado todo lo que uno tiene para que todo salga bien, no te la quita nadie.
Y te abrazas a los amigos y a la familia, y hasta echas una lágrima, pero inmediatamente te repones y en tu interior resuena: VOLVERÉ... Si Dios quiere.
Pobre de mi.
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