La plaza del Castillo es el centro neurálgico de Pamplona. Plaza con bonitos edificios residenciales con bares, restaurantes y cafés en sus bajos, entre otros el conocidísimo Café Iruña, el preferido de Hemingway. Es uno de los lugares más animados de Pamplona, donde se organizan todo tipo de ferias y eventos culturales y deportivos. Su ubicación central posibilita la comunicación entre el casco viejo y el barrio del Segundo Ensanche.
Sus veladores y terrazas te reciben por la noche al igual que te despiden por la mañana, repletos.
Lugar de desembarco y de naufragio, cabeza de puente y punto de reunión.
El rito empieza con un café y un patxarán.
El resto de la noche es peregrinar en el bullicio y la algarabía hasta la hora de comienzo del encierro.
¡Los tiempos mozos!
Cuando éramos polvora para los fuegos artificiales, molinillos en los pasodobles y eco de cualquier buena canción.
Ahora somos como la misma plaza.
Nos llenamos o vaciamos según el día o el evento, pero siempre tenenemos en nuestro centro el templete. Ese lugar especial para hacer sonar nuestro corazón, derramar las lágrimas,de tristeza o alegría, según el día y llegar a los demás, a los que nos quieren, a los que nos acompañan en el camino, pero sobre todo, a los que nos necesitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario