La iniciativa de este Encuentro, por parte del Equipo de Titularidad HMMI, es AVANZAR en la MISIÓN COMPARTIDA dentro de la FAMILIA TELLISTA, mostrándonos el primer paso que hemos de tener TODOS muy claro:
SOMOS LOS TRANSMISORES DEL PRIMER ANUNCIO
en nuestros colegios y hemos de ser capaces de hacérselo llegar a nuestra Comunidad Educativa, para contagiarse y llevar el Evangelio a todas partes.
Es signo del amor que tenemos a Jesucristo y el compromiso de su Vida en vuestras propias vidas. Él nos mueve a anunciarle.
Todos juntos estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe.
Y la actitud de todos los presentes en este encuentro ha sido la de mostrar ilusión y esperanza, por compartir, por enseñar y por aprender y por querer trabajar en comunión y en unión, religiosas y laicos, en MISIÓN COMPARIDA.
Pero, junto con ello, hemos redescubierto que el primer anuncio no es una tarea, no es una obligación, no es una acción.
Para realizar esta conversión pastoral a que nos lleva el primer anuncio no hay recetas ni fórmulas clave, pero sí contamos con muchas experiencias que podemos compartir entre los distintos colegios y que nos pueden ayudar en el camino.
Lo que hemos de tener muy claro es que la condición primordial para poder anunciar a Jesucristo es, en primer lugar, tener experiencia de Él, habernos encontrado con el Señor, habernos dejado mirar a los ojos y sentir su amor incondicional. Y es que solo se puede compartir lo que se vive.
Otra de las claves fundamentales que hemos descubierto es que el anuncio ha de ser personal, con obras y palabras, pero siempre desde la cercanía, la amistada y el testimonio de vida en lo cotidiano.
El Primer Anuncio empieza en nuestra vida cotidiana, familia, compañeros de trabajo, vecinos… Nuestro encuentro gozoso con el Señor nos abre al otro, al hermano. Nos invita a hacernos presentes de manera significativa para que se produzca el descubrimiento de Jesús de Nazaret, también desde nuestra vulnerabilidad, que permitirá un encuentro de corazón a corazón, que evite los peligros de la impaciencia, el proselitismo, la búsqueda de protagonismos o los prejuicios que impiden un verdadero anuncio.
Además, en ese encuentro con el otro, volvemos a descubrir a Cristo que también nos espera para volvernos a mostrar su amor salvador por nosotros.
Y en todo el proceso es fundamental la escucha, imprescindible en todo diálogo, que no se puede dar sin la apertura al otro.
Además necesitamos alegría, acogida, esperanza, valentía, gratitud y humildad.
Ahora nos toca contagiar a nuestras Comunidades Educativas y compartir con ellos lo vivido, ver cómo lo ponemos en práctica con acciones sencillas.
Siempre fieles al Mandamiento del AMOR.
Siempre soñando el sueño de Matilde.
SEA TODA NUESTRA VIDA UN ACTO DE AMOR.
¡ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE!
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