LA PALABRA:
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,36-40):
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor
Meditación del Santo Padre Francisco
Y para concluir, aquí adelante se encuentra el icono de la Presentación de Jesús en el Templo. Es un icono realmente hermoso e importante. Contemplémoslo y dejémonos ayudar por esta imagen. Como todos ustedes, también los protagonistas de esta escena han hecho su camino: María y José se han puesto en marcha, como peregrinos a Jerusalén, para cumplir la ley del Señor; del mismo modo el viejo Simeón y la profetisa Ana, también ella muy anciana, han llegado al Templo llevados por el Espíritu Santo. La escena nos muestra este encuentro de tres generaciones, el encuentro de tres generaciones: Simeón tiene en brazos al Niño Jesús, en el cual reconoce al Mesías, y Ana aparece alabando a Dios y anunciando la salvación a quien espera la redención de Israel. Estos dos ancianos representan la fe como memoria. Y yo les pregunto: "¿Ustedes escuchan a los abuelos? ¿Abren su corazón a la memoria que nos transmiten los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Y un pueblo que no escucha a los abuelos es un pueblo que muere. ¡Escuchar a los abuelos! María y José son la familia santificada por la presencia de Jesús, que es el cumplimiento de todas las promesas. Toda familia, como la de Nazaret, forma parte de la historia de un pueblo y no podría existir sin las generaciones precedentes. Y por eso hoy tenemos aquí a los abuelos y a los niños. Los niños aprenden de los abuelos, de la generación precedente.
Queridas familias, también ustedes son parte del pueblo de Dios. Caminen con alegría junto a este pueblo. Permanezcan siempre unidas a Jesús y den testimonio de Él a todos. Les agradezco que hayan venido. Juntos, hagamos nuestras las palabras de San Pedro, que nos dan y nos seguirán dando fuerza en los momentos difíciles: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68). Con la gracia de Cristo, vivan la alegría de fe. El Señor les bendiga y María, nuestra Madre, les proteja y les acompañe. Gracias.
Santo Padre Francisco
Discurso del sábado, 26 de octubre de 2013
https://www.catequesisenfamilia.es/catequesis-familiar/la-biblia/3800-evangelio-del-dia-en-el-templo-con-la-profetisa-ana.html
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17):
Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre. Os he escrito, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, los jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones del hombre terreno, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Palabra de Dios
Sal 95,7-8a.8b-9.10
R/. Alégrese el cielo, goce la tierra
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R/.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
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