La mañana del último día de mayo luce soleada y nuestro patio es un clamor con flores.
Son las voces de los alumnos, sus profesores y los familiares que han podido acudir a rezarle un rosario especial a Nuestra Virgen, María Madre de la Iglesia.
Durante la celebración crece el silencio, como muestra de fe, y sólo los aplausos lo rompen, porque nuestras celebraciones deben ser como somos nosotros: alegres y dinámicas.
Abrir el colegio a las familias, recibir la visita de otras HMMI, enriquece nuestra oración y amplía los corazones.Somos tellistas y nuestros gestos deben tener la sencillez de Madre Matilde.
¡AMEN!
BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues toda un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, Madre mía!
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