Siempre que me preguntan por mi cargo/carga respondo lo mismo: "Soy obispo de cuenca."
Teníais que ver sus caras cuando me explico, porque todo tiene en esta vida explicación.
El ser miembro del Equipo General de Pastoral del Instituto de Hijas de María Madre de la Iglesia, como título, me sonaba pretencioso, largo, un intríngulis para los no iniciados en los temas de pastoral.
La realidad es muy tozuda. Sólo unos buenos cimientos (EDUCACIÓN Y VALORES) consiguen mantener presente a la persona ante la tentación del poder del cargo.
Yo tengo muy claro que lo que soy, exclusivamente, es persona y que, por ser esta persona que soy, se me da/honra el cargo. Por esta razón lo que se me llame, más allá de mi nombre, es sencillamente inútil.
"Por sus obras los conocereés." ,"El que siembra, recoge." y " No tengáis miedo." marcan mi línea de actuación dentro de las obras del Instituto. (Advierto aquí que mis abuelas ya han fallecido, para justificar el autobombo.¡Perdón por las disculpas!)
Y de este pensamiento surge un sentimiento, tan libre como aparentemente irreverente.
Me siento "obispo",no como prelado superior que gobierna una diócesis, pues no cumplo ninguna de esas definiciones, sino como "pastor de pastores", al ser mi misión trabajar para los equipos de pastoral y los monitores tellistas.
Lo de "cuenca", es mucho más sencillo. La riqueza de los tellistas, es su diversidad. Yo pastoreo la cuenca de ese río.Cuido la pureza de los manantiales, la limpieza de los torrentes e intento que todos los caudales, muchos o pocos, que alimentan este río se sientan igual de importantes, igual de útiles.
¡¡¡Que todos se sientan AGUA VIVA!!!
Así que eso soy yo dentro de la familia tellista.
Uno más.
Alberto.
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