Campaña 2024 - El Efecto Ser Humano - «La única especie capaz de cambiar el planeta»
El Efecto Ser Humano
Desde
Manos Unidas, buscamos trasladar a la sociedad cómo la crisis medioambiental
está afectando a millones de personas, sobre todo del Sur global, perjudicando
sus derechos más básicos como el derecho a la alimentación, al agua potable, a
la salud, a una vida digna, a un entorno saludable, generando una gran
injusticia climática.
Con
esta nueva campaña, alzamos la voz por el cuidado del planeta porque es el
camino para luchar por la dignidad de las personas. Bajo el lema «El Efecto Ser
Humano», queremos concienciar de que el maltrato al planeta tiene consecuencias
mayores al otro lado del mundo, y destacar ese doble poder del ser humano para
transformarlo: para bien y para mal. Somos «la única especie capaz de cambiar
el planeta».
Además,
reclamamos una implicación de la política global en la lucha contra el cambio
climático que, para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables.
Mientras
que las causas del cambio climático están, sobre todo, relacionadas con la
creciente actividad económica de los países más desarrollados, sus riesgos,
impactos y consecuencias más severas las sufren los pueblos vulnerables del
Sur, que poco han participado en originar el problema.
Las
políticas climáticas centradas en compensación de emisiones de carbono, que
permiten que los países más ricos puedan seguir creciendo económicamente están
provocando más hambre en los países más pobres.
El
cambio climático no nos afecta por igual: mientras una parte de la humanidad
puede hacer frente a las adversidades climáticas (hay más medios para paliar
los daños), hay millones de personas mucho más vulnerables a los impactos
negativos del cambio climático. Según datos del Panel Intergubernamental sobre
el cambio Climático (IPCC), «entre 2010 y 2020, la mortalidad humana por
inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente
vulnerables, en comparación con las de muy baja vulnerabilidad».
Esta alta vulnerabilidad puede comprobarse en los efectos del cambio climático sobre el derecho a la alimentación, con sequías pertinaces que causan hambruna en el Corredor Seco Centroamericano, el Sahel o Madagascar; en la contaminación creciente de las aguas, que merma su disponibilidad para las necesidades humanas y la salud de los ecosistemas; en la subida del nivel del mar con pérdidas de zonas de cultivo, erosión de terrenos, desaparición de caladeros de pesca tradicionales, y destrucción de viviendas e infraestructuras; y en el aumento de desplazamientos forzosos por todas las causas enunciadas que afecta ya a más de 800 millones de personas.
Por
todas estas razones, para Manos Unidas, la verdadera lucha contra el cambio
climático debe partir de la convicción tantas veces evidenciada por el papa
Francisco de que existe una auténtica «deuda ecológica» entre los países del
Norte y los del Sur.
Las orientaciones desde nuestra fe
El
compromiso de justicia con los más vulnerables a los impactos climáticos
arranca de nuestra propia fe en la Creación: «De Yahvé es la tierra y cuanto
contiene» (Sal. 24,1), y nos la dio para que todos los seres vivamos con
dignidad. También, en el Nuevo Testamento, Jesús insiste en que los bienes de
la tierra creada por Dios, están al servicio del amor al próximo.
El compromiso de la sociedad y la comunidad internacional
La
experiencia y testimonios de las comunidades locales en las que apoyamos
proyectos, nos ayudan a establecer esa relación entre la pobreza y el hambre
que padecen con la inequidad climática planetaria fomentada por la falta de
respuesta de la Comunidad Internacional. Nuestro trabajo en Redes (CIDSE,
Enlázate por la Justicia) también nos ha permitido abordar el impacto que el
cambio climático tiene sobre los más pobres.
La lucha justa contra el cambio climático depende de todos
Desde Manos Unidas, urgimos al compromiso personal con los «descartados climáticos», y reclamamos una implicación de la política global en la lucha contra el cambio climático que, para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables. Como dice el papa Francisco, «se necesita una acción urgente, valiente y responsable».
CANTO:
En el nombre del PADRE, del HIJO y
del ESPÍRITU SANTO…
Nuestra
oración de hoy está relacionada con el cumplimiento de LA PALABRA.
El
mensaje de Jesús es muy claro, no solo hay que hablar de los problemas del
mundo, hay que ponerse manos a la obra y hacer cada uno lo que podamos hacer.
Lectura
de la Carta del Apóstol Santiago 2,14‐17.
“¿De
qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es
que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin
ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: “Dios os
ampare; abrigaos y llenaos el estómago”, y no les dais lo necesario para el
cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está
muerta”.
¿Y qué podemos hacer?
En
nuestras manos está hacer un consumo responsable:
+ No desperdiciar la energía, luz y
agua.
+ Cuidar nuestra alimentación y no
tirar comida.
+ Reducir el plástico que utilizamos
para los envases.
+ Participar en las campañas
solidarias aportando dinero, alimentos o tiempo como voluntario.
Si
dicen de nosotros que somos EL FUTURO DE ESTE PLANETA, deberemos esforzarnos
por ser el mejor futuro posible, prepararnos bien para saber afrontar sus retos
y poder dar lo mejor de nosotros mismos, para conseguir una sociedad más justa
y erradicar el hambre en el mundo.
ORACIÓN FINAL
Para
creer en ti hay que tener hambre, pues vives en el pan tierno que se rompe y
comparte en cualquier casa, mesa y cruce, entre hermanos, desconocidos y
caminantes.
Para
creer en ti hay que tener hambre, pues tú eres banquete de pobres, botín de
mendigos que, vacíos, sin campos ni graneros, descubren que son ricos.
Para
creer en ti hay que tener hambre, hambre de vida y justicia que no queda
satisfecha con vanas, huecas palabras, pues aunque nos sorprendan y capten, no
nos alimentan ni satisfacen.
Para
creer en ti hay que tener hambre, pues sin ella olvidamos fácilmente a los dos
tercios que la tienen, entre los que tú andas perdido porque son los que más te
atraen.
Para
creer en ti hay que tener hambre, y mantener despierto el deseo de otro pan
diferente al que nos venden en mercados, plazas y encuentros donde todo se
compra y vende.
Para
creer en ti hay que tener hambre y, a veces, atragantarse al oírte para
descubrir la novedad de tu presencia y mensaje en este mundo sin ilusiones.
Para
creer en ti hay que encarnarse, vivir entre los pobres, tener muchas ganas de compartir los cinco panes y dos peces y
todas las ilusiones y necesidades.
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