LA PALABRA:
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,46-52):
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
Estoy perdiendo vista.
La edad no perdona.
Pero mi corazón no está ciego.
Descubre al Señor en las pequeñas cosas.
En una riña en el patio, en una tutoría con padres dispuestos a construir un futuro mejor para su hijo, en la sonrisa de una niña de tres años,en la alegría de saludarte fuera del colegio,en el guiño de una compañera cuando más lo necesitas,en las bromas de los amigos cuando es día de partido, cediendo el sitio en la cola del supermercado...hay tantas pequeñas cosas en una semana.
Pero yo no me canso de pedirlo: "Maestro, que pueda ver".
Él sabe lo que lo necesito.
En tiempos de crisis, cuando las cosas no están claras, no hay mejor forma de templar gaitas, de tranquilizarse y buscar soluciones, que confiar en la Misericodia de Dios y tirar para adelante.
Lectura del libro de Jeremías (31,7-9):
Así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.»
Palabra de Dios
Agarrados a la promesa de Salvación navegamos, cual naúfragos sobre unas tablas.
Eso sí, a espensas de las corrientes y del viento.
La sociedad por un camino y nosotros, lamentándolo y dando la voz de alarma, por otro.
Aún así, desde las periferias en las que nos movemos, intentamos llegar a los que nos piden ayuda.
Intentamos guiar entre consuelo, enseñar y educar, acoger y arropar.
Sentimos a Dios en nuestras palabras y en nuestros hechos.
Somos el sueño de Matilde y la obra de Dios.
Quédate: Tú me importas.
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-6):
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, se gún el rito de Melquisedec.»
Palabra de Dios
Dios es quien llama.
No lo des más vueltas.
Si recibes esa llamada, tu vida ya será otra, distinta, diferente.
Puede que no respondas, que la dejes en espera.
Asi somos de inconscientes los hombres. Te llama tu Padre a decirte que te ama. y tú te haces el loco, o lo cuelgas. "Si me quiere, volverá a llamar".
Y te entretines en vivir la vida, en pasar el tiempo, en buscar y buscar, cuando la respuesta ya la tienes.
Dios es quien te llama.
No tengas miedo.
Atrévete a decir sí.
Encuentra a Dios en el prójimo.
Cada día está lleno de oportunidades.
Ánimo y adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario