lunes, 2 de mayo de 2016

"El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él....La paz os dejo, mi paz os doy."

CRECER CREYENDO:


Jn 14,23-29:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Palabra del Señor


 

Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
 Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.

COMENTARIO:
“LA PAZ EN LA IGLESIA”.

En el evangelio de Juan podemos leer un conjunto de discursos en los que Jesús se va despidiendo de sus discípulos. Los comentaristas lo llaman "El Discurso de despedida". En él se respira una atmósfera muy especial: los discípulos tienen miedo a quedarse sin su Maestro; Jesús, por su parte, les insiste en que, a pesar de su partida, nunca sentirán su ausencia.

Hasta cinco veces les repite que podrán contar con «el Espíritu Santo». Él los defenderá, pues los mantendrá fieles a su mensaje y a su proyecto. Por eso lo llama «Espíritu de la verdad». En un momento determinado, Jesús les explica mejor cuál será su quehacer: «El Defensor, el Espíritu Santo... será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». Este Espíritu será la memoria viva de Jesús.

El horizonte que ofrece a sus discípulos es grandioso. De Jesús nacerá un gran movimiento espiritual de discípulos y discípulas que le seguirán defendidos por el Espíritu Santo. Se mantendrán en su verdad, pues ese Espíritu les irá enseñando todo lo que Jesús les ha ido comunicando por los caminos de Galilea. Él los defenderá en el futuro de la turbación y de la cobardía.

Jesús desea que capten bien lo que significará para ellos el Espíritu de la verdad y Defensor de su comunidad: «Os estoy dejando la paz; os estoy dando la paz». No sólo les desea la paz. Les regala su paz. Si viven guiados por el Espíritu, recordando y guardando sus palabras, conocerán la paz.

No es una paz cualquiera. Es su paz. Por eso les dice: «No os la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Han de reafirmarse en él: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde».

En estos tiempos difíciles de desprestigio y turbación que estamos sufriendo en la Iglesia, sería un grave error pretender ahora defender nuestra credibilidad y autoridad moral actuando sin el Espíritu de la verdad prometido por Jesús. El miedo seguirá penetrando en el cristianismo si buscamos asentar nuestra seguridad y nuestra paz alejándonos del camino trazado por él.

No es difícil señalar algunos rasgos de la persona que lleva en su interior la paz de Cristo. Busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión, fomenta lo que une, nunca lo que nos enfrenta.

¿Qué estamos aportando hoy desde la Iglesia de Jesús? ¿Concordia o división? ¿Reconciliación o enfrentamiento? Y si los seguidores de Jesús no llevan paz en su corazón, ¿qué es lo que llevan? ¿Miedos, intereses, ambiciones, irresponsabilidad?

Cuando en la Iglesia se pierde la paz, no es posible recuperarla de cualquier manera ni sirve cualquier estrategia. Con el corazón lleno de resentimiento y ceguera no es posible introducir la paz de Jesús. Es necesario convertirnos humildemente a su verdad, movilizar todas nuestras fuerzas para desandar caminos equivocados, y dejarnos guiar por el Espíritu que animó la vida entera de Jesús."  

REFLEXIÓN:

Estoy tan enfrascado en tantos quehaceres, en tantos deberes, que no se si puedo llamar vida al tiempo sobrante, porque apenas lo encuentro. Por eso gana, por arrolladora mayoría, la definición de vida como ocupación. Y así nos luce el pelo, al que le luzca, claro.


Creo que la Paz de Cristo es saber encontrar el equilibrio entre el bullicioso trajín y la calma y los sueños. No es Paz de soledad o de que me dejen en paz. Es paz de compartir y de equilibrio. Se viste igualmente cuando consigues conjugar el verbo vivir y el verbo soñar. Y se sostiene en ti gracias a la fuerza del Espíritu.


Dice el refrán que “la curiosidad mató al gato”, pero nosotros, como cristianos, hemos de ser curiosos, de estar despiertos, de estar dispuestos. El “sígueme” del Señor es nuestro motor y el prójimo es la meta. ¿Puedes estar apagado, dormido, ajeno a todo lo que te rodea? Sabes la respuesta.


Por eso nuestra responsabilidad es tan grande. Estamos educando en tantos aspectos importantes, pero que no se nos olvide, que como maestros tellistas, que como padres tellistas, que como religiosas tellistas, debemos dar a los que están a nuestro cargo las herramientas para que la Buena Noticia pueda hacer un sólido nido en su corazón.

“El que me ama guardará mi palabra,
y mi Padre lo amará,
y vendremos a él
y haremos morada en él.”
Dice el Señor.

Y así, al calor/color de los valores y de la fe es como seguimos ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE.

No tengáis miedo.

Que la fuerza del amor no disminuya nunca en vuestro corazón.



Amén.

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