lunes, 18 de mayo de 2015

TENEMOS QUE BEBER DE MUCHAS FUENTES... PARA INTENTAR SACIAR LA SED DE SABER: ¿POR QUÉ DEBEN NUESTROS ALUMNOS RECIBIR LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN?

Me llega este artículo por medio de otro tellista bloguero, Javier Gurdiel, y no me resisto a compartirlo.

Nuestra sociedad está prescindiendo de muchas cosas, por la crisis económica, pero la crisis de valores quiere privarnos de cosas a las que no debemos renunciar, porque es como si nos negáramos a nosotros mismos.

Espero que nos sirva la reflexión. ¡Ánimo y adelante!


Carta reveladora sobre la enseñanza de la religión

El consejo de un padre a su hijo sobre tan debatido asunto

15.05.2015 | 04:15
Carta reveladora sobre la enseñanza de la religión

No cesará, parece, la polémica sobre la enseñanza de religión en las escuelas, porque la intolerancia la convierte en un debate crónico, en el que desde hace decenios unos defienden su religión y otros quieren hacer religión excluyente de su laicismo, de modo que se mueven por líneas paralelas que no llegan a encontrarse. Debiera, sin embargo, imponerse la tolerancia, conjugando ideas para dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Pero en este país el César y Dios parecen gozar de una notable incompatibilidad, según quien maneje los términos.
No voy, sin embargo, a entrar en la polémica porque no quisiera convertirme en uno de los irreconciliables en ese pulso público de nunca acabar. Tengo mis puntos de vista acerca de la libertad y de los derechos que debe tutelar el Estado. Sin embargo, voy a transcribir algunos párrafos de la carta que un padre escribió a su hijo en los primeros años del siglo XX sobre tan debatida cuestión. Me parece un texto de gran interés y de evidente actualidad, pese al siglo transcurrido:
"Querido hijo: me pides un justificante que te exima de cursar religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo voy a enviar jamás.
"No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión.
"Te parecerá extraño este leguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío declaraciones para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
"Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para conocer la historia o la civilización de los griegos y de los romanos, ¿y qué comprenderías de Europa o del mundo entero después de Jesucristo sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serían para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? ¿En las letras puedes dejar de conocer no sólo a Boussuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente de cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -este es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-.
"Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la región: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flanmarion se entrega a fantasías teológicas.
"¿Querrías tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. (?)
"(?) Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de consuno los hechos y el sentido común. Muchos anticatólicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa y su conducta prueba que han conservado toda su libertad.
"Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tiene facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es más clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación".
Quien firmó esta carta fue Jean Jaurés (Castres, Francia, 1859), catedrático de Filosofía y diputado por el Partido Obrero Francés en 1889 y parlamentario también, con algunas interrupciones, hasta 1914, año en el que fue asesinado. En 1904 fundó el periódico "L'Humanité" y un año más tarde consiguió unir bajo su liderazgo a todos los socialistas franceses que formaron la sección de su país en la Internacional Socialista. Y fue en "L'Humanité donde publicó la carta", ahora parcialmente transcrita, cuyo texto fue citado en las Cortes Constituyentes de la II República española.
Y como dato complementario e ilustrativo, añadiré que en el siglo pasado se dedicaron aproximadamente 62.000 volúmenes a Jesucristo, el hijo de un oscuro carpintero que murió colgado de una cruz, el patíbulo más infamante de los conocidos en Roma. ¡Un fracaso! Pero, ¿cómo es posible que en la Biblioteca Nacional de París, tenida por espejo de la cultura occidental, sea el segundo nombre en número de fichas? El primero, y también significativo, es el de Dios.




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