CRECER CREYENDO:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
COMENTARIO:
DIOS ACOGE A LOS “IMPUROS”
De forma inesperada, un leproso «se
acerca a Jesús». Según la ley, no puede entrar en contacto con nadie.
Es un «impuro» y ha de vivir aislado. Tampoco puede entrar en el
templo. ¿Cómo va a acoger Dios en su presencia a un ser tan repugnante? Su
destino es vivir excluido. Así lo establece la ley.
A pesar de todo, este leproso
desesperado se atreve a desafiar todas las normas. Sabe que está obrando
mal. Por eso se pone de rodillas. No se arriesga a hablar con Jesús de
frente. Desde el suelo, le hace esta súplica: «Si quieres, puedes
limpiarme». Sabe que Jesús lo puede curar, pero ¿querrá limpiarlo?, ¿se
atreverá a sacarlo de la exclusión a la que está sometido en nombre de Dios?
Sorprende la emoción que le produce a
Jesús la cercanía del leproso. No se horroriza ni se echa atrás. Ante la
situación de aquel pobre hombre, «se conmueve hasta las entrañas».
La ternura lo desborda. ¿Cómo no va a querer limpiarlo él, que solo vive
movido por la compasión de Dios hacia sus hijos e hijas más indefensos y
despreciados?
Sin dudarlo, «extiende la
mano» hacia aquel hombre y «toca» su piel despreciada
por los puros. Sabe que está prohibido por la ley y que, con este gesto,
está reafirmando la trasgresión iniciada por el leproso. Solo lo mueve la
compasión: «Quiero: queda limpio».
Esto es lo que quiere el Dios
encarnado en Jesús: limpiar el mundo de exclusiones que van contra su compasión
de Padre. No es Dios quien excluye, sino nuestras leyes e instituciones. No es
Dios quien margina, sino nosotros. En adelante, todos han de tener claro que a
nadie se ha de excluir en nombre de Jesús.
Seguirle a él significa no
horrorizarnos ante ningún impuro ni impura. No retirar a ningún «excluido»
nuestra acogida. Para Jesús, lo primero es la persona que sufre y no la norma.
Poner siempre por delante la norma es la mejor manera de ir perdiendo la
sensibilidad de Jesús ante los despreciados y rechazados. La mejor manera de
vivir sin compasión.
En pocos lugares es más reconocible
el Espíritu de Jesús que en esas personas que ofrecen apoyo y amistad gratuita
a prostitutas indefensas, que acompañan a enfermos de sida olvidados por todos,
que defienden a homosexuales que no pueden vivir dignamente su condición… Ellos
nos recuerdan que en el corazón de Dios caben todos. José Antonio
Pagola
REFLEXIÓN:
Reírse de uno mismo
es la mejor manera de reconocerse.
Ha sido una semana
muy mala, en la salud y en la enfermedad, pero no podemos quedarnos ahí
anclados. Hemos de tener ESPERANZA. EL
AMOR nos sana.
Como se va el frio,
se irán los virus, los malentendidos, los “mal encarados”, los desencuentros…
quizá con el bullicio del Carnaval, tal vez con la ceniza que anuncia la
Cuaresma.
No podemos escapar a
la rutina, pero si podemos cambiarla mínimamente. Si tenemos unas aulas poco
programables, tendremos que hacer como el leproso, cumplir la ley, pero
contarlo.
Parto de la idea de Jesús, Maestro,
para llegar a nosotros, gentiles, maestros.
“NO SE LO DIGAS A NADIE”… y corremos a
contarlo a los cuatro vientos. Tenemos la necesidad de comunicar el milagro de
cada día, o, simplemente, nuestra realidad a la espera de ese milagro.
Vivimos con la certeza de una esperanza,
sabedores de que se nos pide mucho. Pero, precisamente por eso, no podemos ser
ajenos a lo que nos rodea.
Quiero ser aliento, refuerzo, refresco y
refrigerio con estas palabras prestadas. ¡Así sea!
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