LA
PALABRA: Jn 14,15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.
El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni
lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está
con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me
verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces
sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los
guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me
revelaré a él.»
Sólo amándonos
podremos hacer creíble la Iglesia a la que pertenecemos
por la gracia de Dios. Un abrazo, P. Alberto Bustos
por la gracia de Dios. Un abrazo, P. Alberto Bustos
Si me amáis. Es curioso. Jesucristo no
dijo a sus discípulos: si guardáis mis mandamientos acabaréis amándome. Cumple
y ama después. Sino: “Si mi amáis, guardaréis mis mandamientos”. Es el
evangelista san Juan quien nos da la definición más exacta de Dios: “Dios es
amor”.
El motivo del
amor de Dios reside exclusivamente en Dios. Él
ama porque su naturaleza es amor, y basta. Así se explica por qué Dios
se hace hombre, por qué busca a los que están perdidos, frecuenta la compañía
de los publicanos y pecadores; una conducta inexplicable e injustificada desde
el punto de vista de la ley.
Tampoco Dios
se deja imponer por los límites del comportamiento del hombre. “Él hace salir su sol sobre malos y buenos y
manda la lluvia a justos y pecadores”. Qué mala noticia para nosotros sería saber
que Dios nos ama porque somos buenos. No, somos buenos porque Dios nos
ama.
Dios no está
ahí para constatar nuestros valores. Los produce, los crea.
Y ahora es el
propio evangelista san Juan, el predilecto del Señor, quien nos advierte:
“Queridos, si Dios nos amó de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Porque “si alguien dice amo a Dios y aborrece a su hermano, es un mentiroso. “
El mandamiento
del Señor es el que dio a sus discípulos después de lavarles los pies: “Os doy
un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Sirviendo, lavándoos los pies.
Si me amáis
puedo marchar tranquilo. Puedo fiarme de vosotros. Porque haréis las cosas como
es debido, Porque haréis la única cosa agradable a Dios. La Iglesia es la Iglesia de Cristo, no
cuando es el lugar de la obediencia, de la disciplina, de la ortodoxia, de la
cultura, sino cuando es la
Iglesia del amor.
Si no es la Iglesia del amor, no es la Iglesia. Si me amáis, mi misión
puede considerarse cumplida.
Jesús, antes
de partir, no distribuye ningún diploma, ningún doctorado, ningún certificado
de autenticidad cristina. Si me amáis…
Amaos y podré
fiarme de vosotros.
Amaos… y yo
haré todo lo demás.
Amaos y no os
dejaré huérfanos.
Y no lo
olvidemos nunca: Jesús, a lo largo del camino de Emaús, se hizo caminante. Se
puso a acompañar a dos pobrecillos desalentados. Los escuchó. Dejó que se
desahogaran. Luego les habló, les explicó pacientemente y finalmente se dio a
conocer.
“El Señor
caminó al lado del hombre y quiso sentarse junto a él. No impuso sus
esperanzas, sino que entró en la desesperación del paralítico, del padre al que
se le moría la hija, de la samaritana que buscaba el agua que sacia la sed del
alma.
La vida del
Señor no es la predicación de una dura filosofía; es un viaje junto al hombre.
Dios existe. Pero el verdadero problema es que existamos nosotros. Que no nos
escondamos.
Porque la
esperanza y el amor no se gritan, y mucho menos se imponen. Son una experiencia
que contar en voz baja, estando al lado de los demás, caminando con ellos.
Esta es
nuestra fe.
OREMOS JUNTOS:
Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20
R/. Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R/.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R/.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R/.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R/.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.
PARA
REFLEXIONAR:
“SI ME
AMÁIS, GUARDARÉIS MIS MANDAMIENTOS”, dice el Señor.
Luego la clave es el Amor. Puede parecer que
los TELLISTAS tendremos ventaja, por nuestro carisma, pero yo lo veo más como
una responsabilidad. Los seguidores de Cristo en todas sus representaciones
carismáticas tienen como base el MANDAMIENTO DEL AMOR AL PRÓJIMO. ¡Ellos ponen
el acento. Nosotros la TILDE! Porque es Madre Matilde quien nos da la clave.
¡SEA NUESTRA VIDA UN ACTO DE AMOR!
Ahora
que estamos cerrando el curso, a mí me viene esta otra frase que Matilde le
dice al Señor: “TODOS LOS QUE PUEDA, TE LOS TRAERÉ”. En este bendito mes de los
maestros que va de San Isidro a San Juan, estamos de cosecha y se ven tanto los
frutos como, por desgracia, las “malas hierbas” en nuestro huerto. Salvar a las
“malas hierbas”, transformarlas para que no sean dañinas al grupo o a sí mismas,
en este corto periodo de tiempo es utópico, pero para los milagros es para lo que necesitamos al Espíritu Santo.
Solo con su fuego, con sus dones, abarcaremos este eterno dilema.
“Tarea
de Quijote es ver gigantes y no molinos; mar de lágrimas y no de trigo;
Pero yo
no soy ya hidalgo caballero, sino solo Sancho, campechano campesino.
Y me
enfermo, me canso, me agoto… pero sigo en el camino.”
¡La
falta que me hace, Dios mío, tu ESPÍRITU DIVINO!
Pero de
la NECESIDAD, hacemos VIRTUD y de la ACEPTACIÓN Y DE LA FIDELIDAD, CAMINO.
No
estamos SOLOS. Ahí fuera hay muchos otros que creen en el AMOR.
¡BÚSCADLOS
PARA EL SEÑOR!
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