LA PALABRA: Mt 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al
monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos
vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno
poder en el cielo y en la tierra. Id y
haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Detalle
de la roca desde la que ascendió el Señor a los cielos. Mezquita de la
Ascensión: Solo se permite decir misa el día de la Ascensión.
El Señor está
con nosotros hasta el fin del mundo.
Lo vamos a notar sobre todo
si somos hombres y mujeres de oración.
¡Ánimo! Un abrazo muy
cordial. P. Alberto Bustos
Id y quedaos. La Ascensión del Señor a
los cielos nos invita a dos cosas aparentemente contradictorias. Sólo
aparentemente. Según el evangelista san Mateo, Jesús dijo a sus discípulos: “Id
y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos y enseñándoles”. San
Lucas, por su parte, nos recuerda que Jesús dijo a los suyos: “Quedaos en la
ciudad hasta que os revistáis de lo alto”.
El “ir”
presupone un “estar quietos”. Se hace camino si se es capaz de parar. Se llega,
en la medida en que se sabe esperar sin prisas. Se llega a tiempo sólo si se
tiene el coraje de perder el tiempo en el silencio, en la oración, en la
contemplación.
Sin la fuerza
de lo alto, sin el Espíritu, el mensaje que se lleva suena a falso, a poco
creíble. Un apostolado sin contemplación es un ruidoso girar en el vacío.
Id, pero antes
quedaos.
Porque un
cristiano sin oración es precisamente uno que arma líos. Porque es uno que,
como mucho, se anuncia a sí mimo.
La vida
cristiana es, por esencia, comunitaria,
pero también comunicativa. Si falta la salida, el apostolado, la Iglesia no hace más que
girar sobre sí misma (los propios problemas, los propios derechos, el propio
prestigio). Entonces la atmósfera que se
respira está viciada. Falta vida. Puede surgir gente que forma coágulos, en vez
de ser levadura que se pierde en la masa.
Y si falta
oración, contemplación del misterio, la Iglesia acaba por girar en el vacío, aunque haga
mucho ruido. Pero defrauda las esperanzas de los hombres. Su actividad
enmascara la debilidad espiritual.
Id, pero
quedaos.
Nos dijo
también antes de partir: “Id y haced discípulos de todos los pueblos”. Algo así
como quienes os miren me vean.
Nosotros, por el contrario, empezamos desfigurando un poco la traducción,
interpretando un poco abusivamente: ¡Adoctrinad!
Y así nos
volvemos maestros exigentes , a veces incluso conquistadores, dominadores,
manipuladores de las conciencias, como
si fuéramos un paso obligado, un punto de referencia indiscutible. O sea, hemos
pretendido vincularlos a nosotros en vez de vincularlos a él.
Cuanto más
creamos, menos nos fiaremos de nosotros y de nuestros recursos. Creer significa
también tener conciencia de nuestros límites, confesar nuestros errores, dudar de
nuestras posibilidades.
Ahora comienza
nuestra tarea porque no ha concluido la suya: “Sabed que yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo”. Podemos movernos hacia todos los
territorios sin el límite que él nos ha asignado. Porque él anda envuelto,
comprometido hasta el fondo en al empresa, que es suya, aunque nuestra parte no
es ni mucho menos despreciable.
Deberíamos
rezar así: “Quédate, Señor, con nosotros porque te has hecho invisible,
mientras que nosotros nos vemos obligados a ser demasiado visibles. Nos has
hecho depositarios de los inmensos tesoros con tu pasión, muerte y
resurrección. Haz que no tengamos que sustituirlos por nuestra miserable
mercancía. Haz que no acojamos tu Espíritu para obligarle después a seguir
nuestros programas. Por algo nos dijiste: id y quedaos.
Sal 46,2-3.6-7.8-9
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.
DE SILOS A DALÍ… MIL AÑOS CONTANDO LA ASCENSIÓN.
PARA REFLEXIONAR:
No sé si empezar por algo tipo Cuarto Milenio o por destacar
las virtudes de los jugadores, y de sus aficiones, en la final de la copa de
Europa… En esta sociedad nuestra la noticia, solo es noticia si describe
platillos volantes o vidas de estrellas de fútbol. Se trata siempre lo
fantástico o lo que distrae a la masa de la realidad antes que lo que nos sirve
para afrontar los problemas que esa misma realidad nos pone delante. Somos por
lo que tenemos, no por lo que creemos. Somos consumo, humo y tiempo perdido. Estas
palabras del Señor: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” no son noticia.
Y mira que el Papa
Francisco ha estado de viaje apostólico por Tierra Santa precisamente por esta
razón intima, cumplir el mandato de Jesús y hacer discípulos a dos pueblos
enfrentados, ISRAEL Y PALESTINA. Pero nadie ha dado la noticia así. Ha
prevalecido la política, pese a los gestos claros del Santo padre sobre la
reconciliación.
Reconciliación, también,
entre los propios cristianos, que llevan 50 años aproximándose (Católicos y
Ortodoxos) pero que siguen siendo incapaces de celebrar la eucaristía
conjuntamente, ni en ocasión tan especial.
Pero como la PAZ es algo
que cuesta mucho construir, me quedo con
el abrazo del Santo Padre a sus asesores personales del viaje, un judío y un musulmán,
al finalizar el mismo
La fraternidad no se
construye únicamente con palabras. Tiene que ir acompañada de hechos. La paz,
igual.
Quizá sea hora de derribar
muros, de evitar lamentaciones, de abrir los brazos a los perseguidos, a los
refugiados, a los necesitados, como María Madre de la Iglesia, como Matilde.
Así lo ha entendido el Papa y nos lo ha mostrado en cada uno de sus gestos.
Soy de los que todavía
cree en que “mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en muchos lugares
pequeños, pueden cambiar el mundo.” Esa fue siempre la fuerza de los discípulos
de Jesús. Esa fue la obra del Espíritu. Hacer palpable, en las obras, al que
ascendió al cielo y cumplir así su promesa: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.» ¡AMÉN!
Mi aportación, hoy, a que
los muros que nos separan caigan, no es este poema prestado. Es el tiempo que
permanezca la sonrisa en vuestro rostro después de leerlo. El resto será obra
del Espíritu, como siempre.
¡ADELANTE! ¡NO TENGÁIS
MIEDO!
NO TE DETENGAS
No dejes
que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…
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