LA PALABRA:
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,43-51):
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
A Natanael que se asombraba, Jesús le dice: “Pero, has de ver cosas mayores. Verás el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”. Y toma la imagen de la escalinata de Jacob: Jesús está en el centro de la gloria, Jesús es la gloria del Padre. Una gloria que es promesa en Daniel, es promesa en Jesús. Pero también es promesa hecha en la eternidad.
En el Libro del Apocalipsis (12,7-12), se habla de gloria, pero como una lucha… Es la lucha entre el demonio y Dios. Pero esta lucha tiene lugar después de que Satanás buscara destruir a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo. Porque Satanás siempre busca destruir al hombre: ese hombre que Daniel veía ahí, en gloria, y que Jesús decía a Natanael que vendría en gloria.
Desde el inicio la Biblia nos habla de esto: esta seducción para destruir de Satanás. Quizás por envidia… Esa inteligencia tan grande del ángel no podía soportar en sus hombros esta humillación, que una creatura inferior fuera hecha superior; y buscaba destruirla.
La tarea del pueblo de Dios es custodiar en sí mismo al hombre: el hombre Jesús. Custodiarlo, porque es el hombre que da vida a todos los hombres, a toda la humanidad. Y por su parte, los ángeles luchan para que venza al hombre. Así, el hombre, el Hijo de Dios, Jesús y el hombre, la humanidad, todos nosotros, lucha contra todas estas cosas que Satanás hace para destruirlo.
[…] Satanás es astuto: lo dice la primera página del Génesis. Es astuto, presenta las cosas como si fueran buenas. Pero su intención es la destrucción.
Ante esta obra de Satanás los ángeles nos defienden: defienden al hombre y defienden al hombre-Dios, al hombre superior, Jesucristo, que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Es por eso que la Iglesia honra a los ángeles, porque son ellos los que estarán en la gloria de Dios – están en la gloria de Dios – porque defienden el gran misterio escondido de Dios, es decir, que el Verbo vino en la carne…
He aquí por qué la lucha es una realidad cotidiana en la vida cristiana, en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias. De modo que, si no se lucha, seremos derrotados. Pero el Señor dio esta tarea de luchar y vencer principalmente a los ángeles (Homilía en Santa Marta, 29 de septiembre de 2014)
PAPA FRANCISCO
https://elmisericordioso.me/2016/01/05/evangelio-del-dia-por-el-papa-francisco-los-angeles-defienden-el-gran-misterio-escondido-de-dios/
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,11-21):
Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Palabra de Dios
Sal 99
R/. Aclama al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
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