domingo, 26 de enero de 2020

ATRÉVETE ASER LIBRE... (ENE2020) LA BIBLIA.

La vida que siempre es un misterio, hace que se abran puertas o se cierren caminos, pero como somos HOMO SAPIENS SAPIENS, siempre encontramos en nuestra curiosidad, en nuestra necesidad de aprender y comprender, una llave o un atajo.

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Así que aquí estoy griposo, dando gracias a Dios, por permitirme parar.
Por eso, al tercer día, me levanto dolorido de tanta cama y decido trastear con lo que JAVIER GURDIEL me manda cada semana y que yo, torpemente, utilizo para el Grupo de Oración.

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Y encuentro una formación que es asequible para el que busca... y por eso la comparto.
Cada mes subiré el enlace de FE ADULTA, para que, en este AÑO DE LA BIBLIA, caminemos juntos.

Atrévete a ser libre...
Ánimo y adelante.

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Cómo leer la Biblia 


Cuentan que el inventor del fuego, entusiasmado con la utilidad de su descubrimiento, recorrió todos los pueblos enseñándoles a encender el fuego. Pasado un tiempo volvió a visitarlos para apreciar los progresos que habrían logrado con su descubrimiento. Al llegar vio que los nativos habían levantado un monumento en la montaña y allí conservaban un altar con el fuego. Ese era todo el progreso conseguido.

Eso es lo que hemos hecho con la Biblia: la hemos encerrado en una vitrina, fuera del polvo y del desgaste de nuestras manos. No la leemos, ni siquiera la consultamos como se consulta un diccionario, porque nos han enseñado a interpretarla literalmente (“al pie de la letra”) y esa lectura contradice nuestros conocimientos científicos, históricos, y éticos. Por eso nos parece mejor sacralizarla en su urna; conservarla como aquel fuego en lo alto de la montaña, sin que influya en nuestra vida diaria.

¿Cómo leer la Biblia? Es absolutamente necesario situar cada libro en su momento histórico y cultural. Para situarlos necesitamos algunas orientaciones generales, una introducción a cada libro, o notas a pie de página. Sin embargo lo más importante será cotejar cada texto con nuestra conciencia y con nuestra búsqueda de Dios.

La Biblia no es palabra intangible de Dios, sino una novela histórica sobre nuestra búsqueda de Dios, con nuestros aciertos y nuestros errores. Al leerla, no sólo con los ojos sino con el corazón, nosotros añadimos una nueva página a la Biblia que Dios ha situado en el altar del universo.

Dios se ha manifestado siempre en la Historia, pero los hombres lo hemos entendido según la medida de nuestros conceptos y experiencias. Lo que se recibe adopta la configuración del recipiente, decía santo Tomás (Quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur); y nosotros le hemos ido dando a Dios la configuración de nuestras capacidades culturales. Por eso Josué, caudillo de un pueblo en busca de tierra en la que asentarse, interpretó a Yahvé como Señor de los ejércitos. Nuestros conceptos filosóficos y éticos han evolucionado, y nuestra idea de Dios tiene que evolucionar, sin abandonar sus raíces; porque como decía un pedagogo indígena boliviano “no hay desarrollo sino a partir del propio rollo”.

En cada Carta semanal, se propondrán algunas lecturas que ayuden a contextualizar e interpretar los respectivos libros, pero aquí quiero anticipar algunas orientaciones que el Papa Francisco consignó en su encíclica Evangelii gaudium (nº 145-154).

· Lo más importante es descubrir cuál es el mensaje principal… lo cual implica reconocer el efecto que el autor ha querido producir.

· Para entender un texto hay que ponerlo en conexión con el mensaje de toda la Biblia.

· Acercarnos a la Palabra con un corazón dócil y orante… para que engendre una mentalidad nueva.

· Preguntarnos qué nos dice a nosotros ese texto.

· Sentir que nos invita a dar un paso más, pero no nos exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible.

· Discernir lo que el Señor desea decir en esa determinada circunstancia.

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