Nos llega esto de un profe de Venezuela. Os lo envio pues está relacionado con el Lema. Buena semana. Bs
SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO.
“…Todos tienen corazón.”.
Volvamos a retomar nuestra imagen representativa para
este Adviento. Estamos caminando, de la
mano de nuestra Madre Fundadora, hemos experimentado la seguridad de su
presencia, estamos seguros que es el camino a Belén. Hemos reconocido las
necesidades reales del mundo. Matilde nos ha enseñado, en esta primera semana,
que las necesidades tienen nombres, son personas necesitadas, no son sólo
necesidades anónimas. Cuando decimos: “El mundo está lleno de necesidades” estamos
diciendo que hay personas necesitadas que tienen rostro y ese rostro, es el de Jesús.
Nuestra Madre tiene una mirada tan profunda del mundo, que pudo ver que la
necesidad tiene corazón. Por eso, para esta segunda semana se nos añade “…todos
tienen corazón”. Se puede ver el rostro de la necesidad, se puede ver
que tiene nombre, se puede ver su biografía, se puede ver que la necesidades no
sólo son, un dato estadístico. La necesidad tiene corazón, la necesidad es
persona, es otro como yo, es mi hermano/a.
Esa necesidad “necesita” una mirada que contemple
lo más íntimo, lo más suyo, lo que es, lo más auténtico, con todo su riesgo,
porque “El corazón es lo más complejo, y es perverso: ¿Quién puede conocerlo?”
Jr. 17,9. Al acercarnos a cualquier necesidad, personal o social, lo
haré, con la mirada que Dios me dirige; la que ha convertido a tantos hombres y
mujeres a través de los siglos: “Eres precioso a mis ojos, eres estimado, y
yo te amo. Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida.
No temas, que yo estoy contigo». (Is 43, 4-5). Y de que Matilde decía:
“qué fuerza tiene la mirada de Dios”. (E.E). Hay un hermoso poema que
pueda describir este ímpetu que llevo a Matilde a descubrir que hay necesidades
y que estas necesidades tienen un corazón, tienen rostro humano. “Creo
en la mirada de Dios, mirada que
me inunda el corazón de amor, que me llena de entusiasmo y esperanza. / Creo en la mirada de Dios, esa que
me impulsa a salirme de mí mismo, a crecer, a sacar lo mejor de mí. Mirada que me invita a darme a los
demás, sin mezquindades y con todo corazón.
/ Creo en la mirada de Dios, que me llena de alegría y me saca una sonrisa,
que me llena de paz y me invita a levantarme, sacudirme la tierra y seguir mi
caminar. / Creo en la mirada de Dios que
traspasa mi humanidad; que me desnuda el alma y conoce cada rincón de mi
vulnerabilidad. / Creo en la mirada de
Dios, esa transparente, que me serena y me hace saberme hijo…Hijo en los
brazos del Padre.”
“El todo es mayor que la suma de sus partes”. Escribió Aristóteles, y creo que es la noción del “todo”
de nuestra Madre. Decir todo es decir cada. No es quedarnos en lo etéreo del todo,
es cada
corazón que late tiene necesidad de amor y yo estoy llamado a colmarlo con
el amor que Dios me ha dado y con la mirada que Dios me ha dirigido. Así como,
la necesidad tiene corazón, el todo
tiene particularidad.
Para reflexionar: ¿Quiénes son mis cada, los que necesitan de mi corazón? ¿Cómo
estoy mirando cada espacio,
momento, experiencia, sentimiento, pensamiento, miedos, problemas? ¿Con la
fuerza de la mirada que Dios me dirige?
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