CRECER CREYENDO:
Juan (3,16-18):
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor.
Salmo
Dn 3,52-56
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
COMENTARIO:
CONFIAR EN
DIOS
El esfuerzo realizado por los teólogos a lo largo de los
siglos para exponer con conceptos humanos el misterio de la Trinidad apenas
ayuda hoy a los cristianos a reavivar su confianza en Dios Padre, a reafirmar
su adhesión a Jesús, el Hijo encarnado de Dios, y a acoger con fe viva la
presencia del Espíritu de Dios en nosotros.
Por eso puede ser bueno hacer un esfuerzo por acercarnos al
misterio de Dios con palabras sencillas y corazón humilde siguiendo de cerca el
mensaje, los gestos y la vida entera de Jesús: misterio del Hijo de Dios
encarnado.
El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo.
Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y
nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira
a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo
invoca siempre con una palabra: “Padre”.
Nuestra primera actitud ante ese Padre ha de ser la
confianza. El misterio último de la realidad, que los creyentes llamamos
“Dios”, no nos ha de causar nunca miedo o angustia: Dios solo puede
amarnos. Él entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos
tristes por nuestra vida, casi siempre tan mediocre, ni desalentarnos al
descubrir que hemos vivido durante años alejados de ese Padre. Podemos
abandonarnos a él con sencillez. Nuestra poca fe basta.
También Jesús nos invita a la confianza. Estas son sus
palabras: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también
en mí”. Jesús es el vivo retrato del Padre. En sus palabras estamos escuchando
lo que nos dice el Padre. En sus gestos y su modo de actuar, entregado
totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.
Por eso, en Jesús
podemos encontrarnos en cualquier situación con un Dios concreto, amigo y
cercano. Él pone paz en nuestra vida. Nos hace pasar del miedo a la confianza,
del recelo a la fe sencilla en el misterio último de la vida que es solo Amor.
Acoger el Espíritu
que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la
presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos
hacemos conscientes de esta presencia continua, comienza a despertarse en
nosotros una confianza nueva en Dios.
Nuestra vida es
frágil, llena de contradicciones e incertidumbre: creyentes y no creyentes,
vivimos rodeados de misterio. Pero la presencia, también misteriosa del
Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra
confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor"
REFLEXIÓN:
El mes de junio todo es prisa, la reflexión queda oculta tras la
excesiva burocracia.
Nos preguntamos el porqué de los resultados, analizamos nuestra
práctica docente, buscamos respuestas cuando las hemos tenido enfrente durante
nuestro día a día.
Y es este papeleo sin alma, este automatismo inútil a efectos
prácticos, se transforma en un protocolo prevacacional al intentar darle un
sentido.
Pero ¿qué tiene que ver esto con la Palabra?
Pues tiene que ver con la fe.
Con nuestra capacidad de creer.
Con nuestra necesidad de creer.
Nuestro trabajo es Misión, pues está centrado en la persona y es
expresión de nuestra fe.
No seríamos los maestros/personas que somos sin cumplir el
mandato de Jesús, sin la protección de
la Virgen y sin las huellas de Madre Matilde.
Es nuestra fe en Dios, Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo la
que nos hace ser como somos.
Por eso seguimos en el camino, por eso tienen sentido nuestras
metas y nuestra entrega y desgaste.
El mes de junio todo es prisa… PERO TENEMOS FE.
¡Ánimo y adelante!
Conéctate y sigue sus huellas.
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