jueves, 23 de junio de 2016

«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

CRECER CREYENDO:



Lc (9,51-62):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. 
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor




Salmo
Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10.11

R/.
 Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.


COMENTARIO:
SIN INSTALARSE NI MIRAR ATRÁS 
      
Seguir a Jesús es el corazón de la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su evangelio, tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más urgente e inaplazable.


Jesús emplea imágenes duras y escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?


Primera escena. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo toma la iniciativa: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le hace tomar conciencia de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros nido», pero él «no tiene dónde reclinar su cabeza».

Seguir a Jesús es toda una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es "vivir de camino", sin instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia menos poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.

Segunda escena. Otro está dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de «enterrar a su padre». A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios».

Abrir caminos al reino de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los "muertos", que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia.

Tercera escena. A un tercero que quiere despedir a su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios». No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús." José Antonio PagolaGrupos de Jesús Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.
  
REFLEXIÓN:


En esta frase se esconde todo nuestro conflicto con el Señor.
Por ser como somos, Él nos ama, pero no siempre somos capaces de corresponder a ese amor en el prójimo. Clamamos por la paja ajena y no vemos la viga en nuestros ojos.


Agarrarnos a nuestra fortaleza, destreza o conocimiento facilitará que muchas puertas se abran, pero también que otras muchas se cierren o pasen inadvertidas. Somos falibles, débiles, mortales. Solo nuestra fe y el servicio a los demás nos  posibilitan que llegue  la salvación.


“El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”… Y en “esta piedra” más. El amor como argamasa que construye nuestra vida está sometido a la intemperie que supone la convivencia con los que nos rodean. 
Por eso hemos de seguir firmes en la fe y en la entrega, para que prevalezcan nuestros valores, no como imposición, sino como camino.
Hemos de levantarnos y seguir al Señor, sin mirar atrás. 
¡Adelante, siempre adelante!
Los cursos se consumen como las velas de un pastel mayor que es la vida. Celebrar lo que ha pasado está bien, quizá es hasta humanamente necesario, pero soñar lo que ha de venir también lo es y por eso, terminado un proyecto ya se empieza a construir el siguiente.


¿Estás contento con tu rendimiento?

¿Qué notas has sacado tú este curso?

¿Cuál es el título que has obtenido?



Muchas gracias a todos los que seguís este rezo virtual.
Espero que en algún momento os haya sido de utilidad.

Señor, en tu infinita misericordia, guárdanos a todos durante estas vacaciones y permite que regresemos a la tarea con alegría, esperanza, fuerzas e ilusión renovadas. Amén.

No tengáis miedo.

¡Que la fuerza del amor no disminuya nunca en nuestros corazones!
















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