LA PALABRA: Jn 20,1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro
al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Domingo de Pascua. Todo ha cambiado, todo es nuevo. Que se note en las
Lecturas de la Misa y... en nuestra cara. ¡Aleluya! ¡Feliz Pascua de
Resurrección! Saludos muy cordiales. P. Alberto Bustos.
El gozo de creer. Si hemos resucitado con Cristo (y es
precisamente lo que estamos celebrando esta mañana), que no sólo sea porque lo
confesamos de palabra, porque rezamos el Credo, sino porque en nuestra vida se ha realizado un cambio
abismal.
A
veces esperamos a que llegue la
Pascua para estrenar. Sin embargo “cumplir con Pascua” no
significa cambiar de traje, sino cambiar de vida. Si ser cristiano significa
creer en la resurrección de Cristo, podemos añadir también que creer en la Resurrección de Cristo significa aceptar que todo cambie.
-¿Has
ido a los Oficios de Semana Santa?
-
Sí, como el año pasado.
San
Agustín cuenta cómo en la noche de Pascua los paganos no podían conciliar el
sueño, presas de una extraña inquietud y quizás también de un poco de envidia.
A la mañana siguiente, por la calle, se cruzaban con los neófitos cristianos
que presentaban un rostro radiante, transfigurado por la luz del Resucitado.
“En esta aparición –asegura San Agustín- muchos reconocieron a Cristo”.
De
todos modos, lo cierto es que, para saber si uno ha “cumplido con Pascua” no
debería ser necesario preguntárselo. ¡Se lo deberíamos notar en la cara!
El
Apóstol San Pablo por su parte nos da un consejo maravilloso para este tiempo
de Pascua: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba
donde está Cristo (ya resucitado) sentado a la derecha de Dios; aspirad a los
bienes de arriba, no a los de la tierra”.
Celebrar
la Pascua no
significa oír su narración por enésima vez, sino vivirla con el protagonista.
Festeja la Pascua
quien toma parte.
Hemos
escuchado el día el día de Jueves Santo decir a Jesús, el Maestro: “Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Esa
filosofía, esa doctrina le llevó a morir crucificado a manos de sus verdugos.
Sin embargo él fue quien resucitó. Sus verdugos, no.
Muchos
de nosotros hemos contemplado a Jesús el día de Viernes Santo en los distintos
Pasos de las procesiones azotado, coronado de espinas, muriendo en la cruz, sin
vida ya en los brazos de su Santísima
Madre. Aquello parecía el final de todo.
Y
sólo era el principio. La victoria del bien sobre el mal. A partir del Sábado
de Gloria lo cantamos tan felices al comienzo de la misa: “Victoria, tú
reinarás. Oh Cruz, tú nos salvarás”
Hagamos
un propósito a partir de ahora. Puesto que es verdad lo que nosotros creemos y
confesamos valientemente cuando rezamos el Credo: que nuestro Señor Jesucristo nació de Santa María Virgen, fue
crucificado, muerto y sepultado, resucitó
al tercer día, subió a los cielos, está sentado a la derecha del Padre y su
reino no tendrá fin… Puesto que todo esto es cierto, gozosamente cierto,
vivámoslo a partir de ahora con una profunda alegría. Y que se note. Y que
contagie. Somos hombres y mujeres de Fe profunda. Basta mirarnos a la cara. ¡Y
a mucha honra!
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