No hay truco, es sencillamente lo que se ve.
No hay trato, porque no hay ningún valor reconocible en el disfraz.
Reconocer nuestra debilidad, nuestra precariedad y nuestras limitaciones no nos aparta del camino, al contrario, nos pone en la dirección correcta.
Hemos sido llamados para ser santos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario