Leer el periódico es un ejercicio muy sano, pues de vez en cuando, se encuentra en la prensa textos que te llegan al corazón. Siempre es el Ser Humano, con mayúsculas, el protagonista de estas historias. Espero que os sea útil.
EL PERDÓN
Eva Kor, una anciana judía de 81 años, ha enseñado lo que es un ser humano
LAS personas que pasaron por los campos de exterminio nazis enfilan ya el ocaso. Oskar Gröming, un ser frágil de 93 años, y Eva Kor, una anciana regordeta y encorvada, de 81, necesitan ahora un andador para caminar. Comparten algo más. Les une un pasado en Auschwitz, la factoría de muerte más eficaz de la historia, en la que fueron asesinadas un millón cien mil personas. Solo 200.000 de los que allí llegaron salieron vivos.
Eva era hija de unos prósperos granjeros judíos rumanos. Fue deportada a Auschwitz en 1944, con diez años. Viajó como ganado en un tren junto a sus padres y sus tres hermanas, entre ellas su gemela, Miriam. En la plataforma del campo fue separada de su familia, pronto gaseada. Pero ella y Miriam resultaron de interés para el seudocientífico Josef Mengele, un psicópata que hizo sádicos experimentos con 1.500 parejas de gemelos. Eva ha contado su rutina: los lunes, miércoles y viernes las tendían desnudas y las pesaban, medían y exploraban. Los martes, jueves y sábados eran los días del terror en el laboratorio. En una ocasión Mengele le puso cinco inyecciones. Aullaba de dolor a gatas. Su cuerpo se hinchó y ulceró. «Le quedan dos semanas de vida», sentenció Mengele en una observación. Pero Eva se obcecó en sobrevivir: «Sabía que si moría matarían también a Miriam, para compararnos en la autopsia». Y lo logró. Los rusos liberaron el campo y ella acabaría emigrando a Israel. Allí se casó con un judío americano y hoy vive en Estados Unidos, donde tiene hijos y nietos.
A sus 93 años, Oskar Gröning es seguramente el último criminal nazi que será juzgado. Es un cristalero jubilado, padre de dos hijos. Antes fue un joven nazi entusiasta, que se alistó en las SS. Fue enviado al campo y lo llaman «el contable de Auschwitz», porque inventariaba los bienes robados a los judíos y sus terribles destinos. En el juicio, que se celebra al norte de Alemania, ha reconocido su error moral y ha pedido perdón. Ha negado haber participado directamente en los crímenes y ha pretextado que en noviembre de 1942 solicitó el traslado tras contemplar cómo mataban a golpes a un bebé contra la puerta de un vagón. Asegura que nunca ha hallado «la paz interior». Sus acusadores replican que jamás ha abjurado de su ideario nazi.
Miriam murió en 1993, por un mal del riñón, secuela de los juegos de muerte de Mengele. Su hermana le donó un órgano, pero no funcionó. Eva ha hablado en el juicio. Miró a Oskar con sus calmos ojos claros y se presentó con una frase sorprendente: «Soy una superviviente de Auschwitz que ha decidido participar como demandante en este caso, pero probablemente seré la única que ha perdonado a todos los nazis, incluido tú».
Acto seguido, hizo una aclaración. «Mi perdón no te absuelve de tu responsabilidad. Así que te pido que digas a los jóvenes neonazis que Auschwitz existió, que la ideología nazi solo trajo derrota y dolor y que en vez de odiar o matar vayan a la escuela y aprendan una ocupación o un oficio». Luego explicó algo más. Su lección. La que hay que enmarcar en todos los corazones: «El perdón es un acto de curación y de liberación».
Oskar escuchaba. La cabeza gacha. Tal vez atónito ante la fuerza del bien.
LUIS VENTOSO http://www.abc.es/historico-opinion