Jesús se explica ante quien le quiera escuchar.
Pone en claro que su misión no es abolir la ALIANZA de
DIOS PADRE con sus hijos, los hombres, si no llevarla a su plenitud,
UNIVERSALIZÁNDOLA.
El pueblo de Dios, Israel, se amplía al llegar el mensaje
a los gentiles.
¡A NOSOTROS!
LA PLENITUD DE LA NUEVA ALIANZA ES EL AMOR.
Amor, a la familia, al hermano, a la esposa, al prójimo.
Y en la última frase del evangelio de hoy nos recuerda
nuestra absoluta LIBERTAD y las consecuencias de nuestros actos cuando elegimos
el camino equivocado.
En nuestro corazón está procurar equivocarnos las menos veces
posibles y confiar en la Misericordia de Dios para que nos ayude a corregirnos.
AHORA NOS TOCA DEFINIR QUÉ MODELO DE AMOR ES EL NUESTRO
PARA SABER SI VAMOS POR BUEN CAMINO.
¡PONGÁMONOS A LA TAREA! ¡AMÉN!
LA PALABRA:
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (5,17-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil" tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado" merece la condena del fuego.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil" tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado" merece la condena del fuego.
Por tanto, si
cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el
que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
cuarto. Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio." Pues yo
os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con
ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te
vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha
te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a
parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer,
que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su
mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case
con la divorciada comete adulterio. Habéis oído que se dijo a los antiguos:
"No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor."
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de
Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la
ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o
negro un solo pelo. A vosotros os basta
decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»
Cristo
nos enseña que la medida del amor está en amar sin medida. Y a
eso vino Él a nuestro mundo: a enseñarnos a amar. Ojalá lo entendamos.
Saludos muy cordiales. P. Alberto Busto.
eso vino Él a nuestro mundo: a enseñarnos a amar. Ojalá lo entendamos.
Saludos muy cordiales. P. Alberto Busto.
Amar
sin medida. Aparece Jesús en el
evangelio de de hoy charlando amigablemente con sus discípulos. Posiblemente
éstos en más de una ocasión han quedado un poco escandalizados de la conducta
del Maestro. Por ejemplo, al verle comer con los pecadores, al enterarse de que
había perdonado generosamente a una mujer de mala vida; al advertir que veces él mismo comía sin lavarse
repetidamente las manos. ¿Habrá venido este hombre a abolir la ley de Dios?
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: “No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he
venido a abolir sino a dar plenitud.” Porque
la plenitud de la ley está en el amor. No en la observancia rigurosa del texto
de esa ley. La letra mata. El espíritu es el que da vida.
Y por si a los discípulos les quedaba
alguna duda, añadió: “Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y los
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
Añadió: si vas a llevar un día tu
ofrenda al altar y te acuerdas allí mismo no de que tú tienes algo contra tu
hermano, sino si de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu
ofrenda, tu limosna, y reconcíliate antes con tu hermano. La ofrenda ofrécesela
a Dios después.
Habéis oído que se dijo: “No cometerás
adulterio”. Pero yo os digo que no sólo peca contra este mandamiento el que lo
hace de hecho. También peca el que mira a una mujer casada deseándola. En este
caso ya ha sido adúltero con ella en su interior. Nadie podrá acusarle de ese pecado
de infidelidad. Dios, sí. Porque la plenitud de la ley está en el amor. Y Dios
es amor.
Los hombres llamados honestos tienen
que mirarse las manos. Y al encontrarlas manchadas con la sangre de sus mismos
hermanos, caerán en la cuenta de que también se puede matar con la lengua. Y
comprenderán que quien se acerca al altar, sin haber antes perdonado a su
hermano, es un profanador del templo.
Y los hombres de bien, los que observan
hasta el detalle las más insignificantes disposiciones de la ley, convencidos
de que para estar “limpios” basta con lavarse las manos antes de comer,
descubrirán de improviso que hay pensamientos que también pueden manchar.
Sabéis que se mandó a los antiguos “No jurarás
en falso” Pues yo os digo que no juréis en absoluto. A vosotros os basta decir
si o no. Lo que pasa de ahí viene del Diablo”.
Estos “pero” repetidos por Cristo
señalan el paso del antiguo al nuevo testamento. Paso del legalismo a la ley
del amor. Del sentido humano a la divina locura de la
Cruz. Del orden formalista al escándalo del
Evangelio. No es la abolición de la ley, sino la suprema perfección, el
cumplimiento de la ley. La perfección de la interioridad, del amor. Un amor
cuya única medida es no tener medida.
Quedémonos con las palabras de san
Pablo en la segunda lectura: “Dios, a los que le aman les ha revelado cosas
nunca vistas ni oídas. Ha depositado como un secreto, y también como un germen,
estas cosas inauditas e impensables en el corazón de los creyentes. Y este
germen produce una sabiduría divina, misteriosa, escondida, que no es de este
mundo ni de los que dominan este mundo.
Y recordemos que rezar es, sobre todo, escuchar.
PARA REFLEXIONAR:
14
de febrero… ¿EL NEGOCIO DEL AMOR?
¿Qué sabemos de esta tradición? ¿Por qué nos hacemos regalos en
San Valentín? Hay varias teorías alrededor de la celebración de
San Valentín, por una parte algunos teóricos dicen que proviene de una
tradición de griegos y romanos de venerar en ese día su dios del amor, Eros
para unos y Cupido para los otros. También se afirma que esta fecha coincide
con el inicio de la época de aparejamiento de los pájaros, y finalmente la
tradición católica nos habla de un obispo mártir, San Valentín.
Se dice que este obispo, que vivió en el siglo III en
Roma, casaba de forma clandestina y por el rito católico a los soldados, que
tenían prohibido el matrimonio. Cuando fue descubierto, el gobernador de Roma
decidió encarcelarlo y, según cuenta la leyenda, pidió a San Valentín que
instruyera a su hija. Antes de morir, el santo, que se había enamorado de la
joven, envió una nota de amor a la chica, firmada como Tu Valentín. Con el paso
de los años la tradición de San Valentín se popularizó en todo el mundo.(Aquí
en España, fueron unos grandes almacenes los que pusieron en marcha esta
iniciativa.)
Pero pasemos de la anécdota. ¿Cuál es el modelo de amor
que se nos transmite desde los medios de comunicación, el que realmente tiene
nuestra sociedad actual? ¿No será por la prevalencia de ese “Amor” (objeto,
egoísta) frente al AMOR (valor, entrega) por lo que cada vez estamos más
necesitada de una NUEVA EVANGELIZACIÓN?
Este dilema no es nuevo. Su vigencia le lleva a estar
igualmente presente en el Siglo de Oro que en las actuales redes sociales. Para
muestra estos dos ejemplos. ¡Disfrutadlos… y a reflexionar!
“Amor, que nunca das
lo que prometes
Y como niño pides lo
que has dado,
Que no hay segura
edad, que no hay estado
Que no turbes, ni
derribes, ni inquietes.
Amor, que no hay libranza que no aceptes
Y al tiempo de
pagarla ya has quebrado,
aunque luego te rindes despreciado
y siempre a los
cobardes acometes.
Amor, vestido de inconstantes lunas,
Hijo de la esperanza
y del desprecio,
Necio mil veces y
discreto algunas.
¿Quién de discreto te
ha de dar el precio,
pues donde descansas
más, más importunas?
Importunar es
condición de necio.”
LOPE DE VEGA
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