"Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús.
Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras. ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?
Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo:
No tengáis miedo.
¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado.
Mirad el sitio donde lo pusieron.
Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis como os dijo.
Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie de miedo que tenían." Mc 16,1-8
La oración de los tellistas hoy es muy sencilla.
NO TENGÁIS MIEDO.
Pidámosle al Señor el don de saber acogerle en nuestro corazón todos los días
y dejar que su victoria sobre el mal sea también la nuestra.
¡QUE TODA NUESTRA VIDA SEA UN ACTO DE AMOR!
AMEN.
Desde el corazón de un buen amigo , Javier Gurdiel, me han llegado estas dos aportaciones que quiero compartir con todos vosotros.
No olvidéis que SOMOS MUCHOS. SOMOS UNO.
“…Porque estas personas frágiles me ayudan, día tras día, a acoger mi fragilidad última, mis fracturas íntimas. Pido al Señor el no olvidarlas o esconderlas, sino iluminarlas desde el interior.
Es una manera de estar en la vida sin manipularla..., reconociendo la soledad frente a mi destino, siempre unida a los demás y vigilando de “no dejar que Dios se apague en mí”, como escribió Etty Hillesum.
Mi historia personal y mi fe tienen sentido en el misterio del Cuerpo de Cristo herido, humillado, torturado y, sin embargo, victorioso y vivo. La Iglesia, a través de la Palabra, de los sacramentos y de la comunión fraternal, me ayuda a perseverar en esta familiaridad con el misterio Pascual, abriendo mi mirada sobre lo invisible, para aprender a percibir esta maravilla transformadora y escondida detrás del absurdo aparente: la resurrección hoy presente."
Claudie Brouillet. Voluntaria en Nantes (Francia)
PROCESIÓN DEL ENCUENTRO EN LA BASÍLICA DEL PILAR DE ZARAGOZA
MISTERIO DE ESPERANZA
Creer en el Resucitado es resistirnos a aceptar que nuestra vida es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándonos en Jesús resucitado por Dios, intuimos, deseamos y creemos que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el anhelo de vida, de justicia y de paz que se encierra en el corazón de la Humanidad y en la creación entera. Creer en el Resucitado es rebelarnos con todas nuestras fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, humillación y sufrimientos, queden olvidados para siempre.
Creer en el Resucitado es confiar en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podremos ver a los que vienen en pateras llegar a su verdadera patria.
Creer en el Resucitado es acercarnos con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, discapacitados físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión, cansadas de vivir y de luchar. Un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: "Entra para siempre en el gozo de tu Señor".
Creer en el Resucitado es no resignarnos a que Dios sea para siempre un "Dios oculto" del que no podamos conocer su mirada, su ternura y sus abrazos. Lo encontraremos encarnado para siempre gloriosamente en Jesús.
Creer en el Resucitado es confiar en que nuestros esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no se perderán en el vacío. Un día feliz, los últimos serán los primeros y las prostitutas nos precederán en el Reino.
Creer en el Resucitado es saber que todo lo que aquí ha quedado a medias, lo que no ha podido ser, lo que hemos estropeado con nuestra torpeza o nuestro pecado, todo alcanzará en Dios su plenitud. Nada se perderá de lo que hemos vivido con amor o a lo que hemos renunciado por amor.
Creer en el Resucitado es esperar que las horas alegres y las experiencias amargas, las "huellas" que hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que hemos construido o hemos disfrutado generosamente, quedará transfigurado. Ya no conoceremos la amistad que termina, la fiesta que se acaba ni la despedida que entristece. Dios será todo en todos.
Creer en el Resucitado es creer que un día escucharemos estas increíbles palabras que el libro del Apocalipsis pone en boca de Dios: "Yo soy el origen y el final de todo. Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial del agua de la vida". Ya no habrá muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni fatigas porque todo eso habrá pasado.
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS Difunde la esperanza en el Resucitado. Pásalo. | 8 de abril 2012 Domingo de Resurrección (B) Juan 20, 1-9 |
PROCESIÓN DE CRISTO RESUCITADO EN SEVILLA.