lunes, 20 de febrero de 2012

FORMACIÓN TELLISTA... ¡SANAD A LOS ENFERMOS EN CUERPO Y ALMA MEDIANTE UN SENCILLO CARA A CARA CON JESÚS!

Voy a utilizar dos textos para mostrar, muy sencillamente, que la solución a nuestra desesperanza está en el AMOR.






Vivimos en la sociedad de la imagen, en la que solo importa lo que se ve por fuera y no nos hacemos preguntas acerca de como se ve el interior del ser humano.
Pero precisamente por ese avandono de la interioridad, el hombre actual es más infeliz que nunca y padece tremendos desequilibrios emocionales que nos afectan a todos en mayor o menor grado.



Jesucristo no se deja impresionar por el exterior de los hombres y en cuanto le presentan al paralítico (Marcos 2, 1-12) lo primero que hace es ocuparse de su interior, anunciándole el perdón de sus pecados, lo cual molesta a los escribas que no creían en la intervención de Dios a través de su Mesías.
Es curioso como la historia se repite, pues actualmente actualmente son muchos los que se niegan a creer que Dios, a través de su Iglesia, puede dar la paz interior a todos los que se acercan a ella, ya que tiene encomendado continuar en el tiempo la obra de Jesús en medio de los hombres. Son miles los testimonios de personas que van vagando sin rumbo hasta que han podido tener un encuentro con Cristo vivo y resucitado en su Iglesia, y en este encuentro les ha cambiado la vida desde lo más profundo de su ser, es decir, en su dimensión espiritual.



Por eso los creyentes sabemos que el mejor regalo que podemos hacer a todos los hombres que sufren es procurarles un encuentro con el Señor, como hicieron los amigos del paralítico que aparece en el evangelio. A ellos no les importó el juicio de los escribas ni de los sabios del momento.
El amor por su amigo les empujó a ser valientes y a romper todas las barreras para que Jesús pudiera sanarle en cuerpo y alma. Tal vez el amor más completo por los demás sea romper los prejuicios que nos separan a la gente de Jesús y dejar que se encuentren con ÉL cara a cara.
                                                 
             JESÚS HIGUERAS     (ABC 19/02/2012)



    Dar amor, constituye en sí, dar educación. (Eleonor Roosevelt)

Hemos celebrado, un año más, EL DÍA DEL MAESTRO, en nuestro colegio. Y esto ya es un mal síntoma. Y me explico.
Si tenemos que dedicar un día especial para reconocer algo es porque ese reconocimiento no se produce , no digo a diario, si no con normalidad/naturalidad. La sociedad que no cuida a sus maestros está enferma y la nuestra, con la crisis por delante, muestra cada vez más síntomas de esa enfermedad.

Por esta única razón voy a ser muy tellista, pues, en nuestro carisma, figura ocuparnos fielmente de los enfermos, y si son niños o familias enteras mucho más.
Matilde habla de “hacer de la vida un acto de amor” porque cree firmemente que sus valores pueden florecer como esperanza en los corazones de los necesitados.
Es una maestra clásica, piensa como Pitágoras que “educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida” y busca en la Virgen María, madre-amiga-maestra, el mejor intermediario posible.

Pero, como bien dice Cicerón, “una cosa es saber y otra saber enseñar.” ¿Qué tipo de maestro debemos ser? Pues siguiendo con los clásicos dice Séneca: “Enseñando, aprendemos” y no le falta razón. Sólo siendo ejemplo, de palabra y de obra, para nuestros alumnos podremos ser fieles al mandato de Jesús: “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”.

Ahora nos toca vivir en tiempos de globalización y bilingüismo, pero los maestros somos, como siempre, “la huella que quedó en los otros”.
Esta es la fe y la esperanza de los maestros tellistas.

¡Gracias por vivir la aventura de la enseñanza/aprendizaje junto a nosotros!

                           
                     ALBERTO J. NÚÑEZ

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