Me gusta decir adios al invierno.
Soy friolero y en esto no me importa ser desprendido.
Me enamora saludar a la primavera, con una luna tan espectacular que no se repetirá en 20 años.
Por esa razón vienen a mi cabeza los recuerdos de otros (porque yo no los acompañé) en la BEATIFICACIÓN DE MADRE MATILDE.
Esa primavera, para el Instituto, dura ya siete años, pero se hace eterna en las flores que forman su lema: ORACIÓN - ACCIÓN - SACRIFICIO.
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