viernes, 24 de junio de 2011

PAZ A VOSOTROS

“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío Yo”.
(Juan 20, 19-23)

“Consumada la obra que el Padre encomendó realizar al Hijo sobre la tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés, a fin de santificar indefinidamente a la Iglesia y para que así los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu.”
De este modo el CONCILIO VATICANO II habla del nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés.
Tal acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que se había realizado en el mismo Cenáculo el domingo de Pascua. Cristo resucitado vino y trajo a los apóstoles el Espíritu Santo. Lo que había sucedido entonces en el interior del Cenáculo, estando las puertas cerradas, más tarde, el día de Pentecostés, es manifestado también al exterior, ante los hombres. Se abren las puertas del Cenáculo y los apóstoles se dirigen  a los habitantes y a los peregrinos venidos a Jerusalén, para dar testimonio de Cristo por el poder del Espíritu Santo.”La Iglesia se manifiesta públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del Evangelio por lña predicación entre los paganos.” La era de la Iglesia Empezó.
De este modo hablan ampliamente los Hechos de los Apóstoles, de los cuales resulta que, según la conciencia de la primera comunidad, el Espíritu Santo asumió la guía invisible, pero en cierto modo perceptible, de quienes, después de la partida de Jesús, sentían que habían quedado huérfanos. Éstos, con la venida del Espíritu Santo, se sintieron idóneos  para realizar la misión que se les había confiado. Se sintieron llenos de fortaleza. Esto obró en ellos el Espíritu Santo, y lo sigue obrando continuamente en la Iglesia, mediante sus sucesores. La gracia del Espíritu Santo, que los apóstoles dieron a sus colaboradores con la imposición de manos, sigue siendo transmitida en la ordenación episcopal.
(JPII, encíclica Dominum et vivificantem, 258 (198))

“…eres azúcar gustosa, Espíritu Santo eres.” Así se expresa Matilde en sus escritos (145). “Un suspiro”, titula su poesía, que no es sino su vida, un permanente canto al amor.

A estas alturas del curso, con la prisa y la burocracia tirándonos continuamente “de la toca”, los Tellistas, no tengo muy claro si somos “la leche” o “el azúcar de caña”, pero me temo que seamos “café, mucho café”.
Sólo sé que el Señor me ha levantado muy pronto esta mañana festiva del CORPUS CHRISTI, para hablaros del ESPÍRITU SANTO. Y si, desde la física racional, poner en la misma frase cuerpo y espíritu es hablar de cosas contradictorias, desde nuestro Carisma Tellista, tal contradicción no existe. TODA LA OBRA DEL INSTITUTO ES OBRA DEL ESPÍRITU SANTO Y ESTÁ CIMENTADA EN EL AMOR A JESÚS SACRAMENTADO.   

           

 Lo llevamos en el nombre que nos dio la VIRGEN: “AMANTES DE JESÚS E HIJAS MÍAS” y en el escudo, pues este AMOR AL SEÑOR, que se vivifica como AMOR AL PRÓJIMO, es el que hace que el viento del Espíritu Santo infle nuestra vela y guíe nuestro rumbo.
Esta es nuestra FE, nuestra ESPERANZA, nuestra FORTALEZA. ¡¡¡AMEN!!!        

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