lunes, 4 de diciembre de 2017

ES TIEMPO DE ESPERANZA.... ADVIENTO, ¡Pon tu corazón en movimiento!

La corona, el calendario, el tiempo... todo sopla con viento a favor para que nos enteremos de lo que va a pasar.
Por eso, quiero poner mi granito de arena, aun con las palabras de otro.



Dios me llama, me elige y me justifica
28 NOVIEMBRE, 2017  https://orarconelcorazonabierto.wordpress.com/tag/esperanza/
El sentimiento de desánimo es consustancial a todo ser humano, es consecuencia de los pensamientos negativos que nos embargan sobre nuestra realidad. Es habitual sentirse atrapado por el desánimo cuando las esperanzas se ven frustradas, los proyectos caen como castillos de naipes o las expectativas se ven truncadas. La desilusión es la primera reacción que altera el ánimo. Cuando esta se eterniza y perdura en el tiempo puede llegar a devenir en profundo desánimo y parece que no haya cabida para la satisfacción o la alegría.
Cada uno es rehén de su propia vida. La manera de revertir esta situación depende de cada uno. Cuando te dejas hundir por la tristeza tu alma cae en la desolación y difícilmente puedes afrontar con valentía cualquier situación que se te presente.
La mente se resiente cuando el desánimo hace mella en el corazón. Y cuando más profundo es el desánimo mayor es también la ira que llena el arca del corazón. Así, es fácil verter la responsabilidad sobre Dios o sobre ser terceras personas sino a uno mismo.
No hay circunstancia más dolorosa que manejar de manera inconveniente una frustración porque mal llevada puede llegar a convertirse en motivo de desesperanza. ¿Cuantas veces mi frustración me aleja de los demás pues a nadie le apetece estar acompañado de un permanente quejica, de un amargado e, incluso, de un fracasado?
Dios no desea para nadie actitudes auto destructivas. Solo desea que uno confié plenamente en su misericordia, incluso cuando se vea asolado por los sentimientos más tristes y por las expectativas no cumplidas. Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. Lo recuerda muy bien san Pablo en su carta a los Romanos.
Todo lo que sucede en mi vida es un regalo de Dios para cada día; mientras peregrino por este mundo busca que me asemeje cada día a Cristo. Este es el gran propósito por el cuál Dios me —nos— ha elegido, me —nos— llama y me —nos— justifica, por mero amor y por mera gracia. Lo impresionante es pensar que en la perspectiva de Dios Él ve el futuro de cada uno glorificado en la eternidad del cielo. Si Dios nos ha entregado a Cristo, ¡cómo puedo dudar de que no nos entregará con Él cualquier cosa para hacernos sus semejantes!
Por tanto todo lo que suceda a mi alrededor debo entenderlo como un regalo de la bondad de Dios. Es parte integrante del plan que tiene ideado para mi crecimiento personal, espiritual, familiar y social.



¡Señor, ayudarme a comprender que todo lo que sucede a mi alrededor son regalos que Tú me haces, que todo forma parte del plan que tienes pensado para mí! ¡Señor, que cada una de esta experiencias las lea desde el corazón, desde la fe y desde la confianza! ¡Hazme, Espíritu Santo, comprender que Dios conoce la historia de mi vida y que no va a permitir si pongo por entero mi voluntad que me desvíe del camino! ¡Ayúdame, Espíritu de Dios, a vivir cada una de las experiencias cotidianas con la confianza de saber que siempre está la mano misericordiosa y amorosa de Dios! ¡Concédeme la gracia de leer la vida con espíritu crítico para darle la dimensión que merece, para entender y comprender mi propia realidad, para no quedarme en lo superficial, para dar lo mejor de mi en cada situación! ¡Dame la capacidad, Espíritu divino, del compromiso alcanzar lo que Dios quiere de mí! ¡No permitas que el desánimo me embargue antes los problemas y dificultades! ¡Ayúdame a asimilar las incertezas y ser consciente de que Dios me ama profundamente y conduce mi vida a pesar del sufrimiento y el dolor! ¡Hazme ver que cada situación que vivo es una bendición de Dios, un instrumento útil de su enorme misericordia para mi propio bien!


lunes, 25 de septiembre de 2017

"Vive, ama, sueña, cree. Y, con la gracia de Dios, no te desesperes jamás. Gracias." PAPA FRANCISCO

Esta preciosidad de texto, que no es otra cosa que la catequesis completa  del Papa Franciso,  en la Audiencia General del 24 de septiembre, es la mejor manera que tengo de iniciar este curso.
Nos vemos en el camino, peregrino.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La catequesis de hoy tiene por tema: “educar a la esperanza”. Y por esto yo la voy a dirigir directamente, con el “tú”, imaginando hablar como educador, como un padre a un joven, o a alguna persona abierta a aprender.
Piensa, ahí donde Dios te ha sembrado, ¡ten esperanza! Siempre ten esperanza.
No te rindas a la noche: recuerda que el primer enemigo por derrotar no está fuera de ti: está dentro. Por lo tanto, no concedas espacio a los pensamientos amargos, oscuros, ¿no?
Este mundo es el primer milagro que Dios ha hecho, ha puesto en nuestras manos la gracia de nuevos prodigios. Fe y esperanza van juntos. Cree en la existencia de las verdades más altas y más bellas. Confía en Dios Creador, en el Espíritu Santo que mueve todo hacia el bien, en el abrazo de Cristo que espera a todo hombre al final de su existencia; cree, Él te espera.
El mundo camina gracias a la mirada de tantos hombres que han abierto brechas, que han construido puentes, que han soñado y creído; incluso cuando alrededor de ellos oían palabras de burla.
No pienses jamás que la lucha que conduces aquí abajo sea del todo inútil. Al final de la existencia no nos espera el naufragio: en nosotros palpita una semilla de absoluto. Dios no desilusiona: si ha puesto una esperanza en nuestros corazones, no la quiere truncar con continuas frustraciones. Todo nace para florecer en una eterna primavera. También Dios nos ha hecho para florecer. Recuerdo ese diálogo, cuando el roble pidió a la almendra: “Háblame de Dios”. Y la almendra floreció.
¡Donde quiera que te encuentres, construye! ¡Si estás por los suelos, levántate! No permanezcas jamás caído, levántate, déjate ayudar para estar de pie. ¡Si estas sentado, ponte en camino! ¡Si el aburrimiento te paraliza, échalo con las obras de bien! Si te sientes vacío o desmoralizado, pide que el Espíritu Santo pueda nuevamente llenar tu nada.
Obra la paz en medio a los hombres, y no escuches la voz de quien derrama odio y división. No escuches estas voces. Los seres humanos, por cuanto sean diversos los unos de los otros, han sido creados para vivir juntos. En los contrastes, paciencia, un día descubrirás que cada uno es depositario de un fragmento de verdad.
Ama a las personas. Ámalos uno a uno. Respeta el camino de todos, recto o atormentado que sea, porque cada uno tiene una historia para contar. También cada uno de nosotros tiene su propia historia por narrar. Todo niño que nace es la promesa de una vida que todavía una vez más se demuestra más fuerte que la muerte. Todo amor que surge es una potencia de transformación que anhela la felicidad.
Jesús nos ha entregado una luz que brilla en las tinieblas: defiéndela, protégela. Esta única luz es la riqueza más grande confiada a tu vida. Y sobre todo, sueña. No tengas miedo de soñar. ¡Sueña! Sueña con un mundo que todavía no se ve, pero que es cierto que llegará.
La esperanza nos lleva a la existencia de una creación que se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios será todo en todos. Los hombres capaces de imaginación han regalado al hombre descubrimientos científicos y tecnológicos; han atravesado los océanos y han pisado tierras que nadie había pisado jamás. Los hombres que han cultivado esperanzas son también aquellos que han vencido la esclavitud y traído mejores condiciones de vida sobre esta tierra. Piensen en estos hombres.
Se responsable de este mundo y de la vida de cada hombre. Porque toda injusticia contra un pobre es una herida abierta y disminuye tu misma dignidad. La vida no cesa con tu existencia, y en este mundo vendrán otras generaciones que seguirán a la nuestra, y muchas otras todavía.
Y cada día pide a Dios el don de la valentía. Recuérdate que Jesús ha vencido por nosotros al miedo. ¡Él ha vencido al miedo! Nuestra enemiga más traicionera no puede nada contra la fe. Y cuando te encuentres atemorizado ante cualquier dificultad de la vida, recuérdate que tú no vives sólo por ti mismo. En el Bautismo tu vida ha sido ya sumergida en el misterio de la Trinidad y tú perteneces a Jesús.
Y si un día te toma el miedo, o tú pensaras que el mal es demasiado grande para ser derrotado, piensa simplemente que Jesús vive en ti. Y es Él que, a través de ti, con su humildad quiere someter a todos los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia, todos nuestros enemigos.
Ten siempre el coraje de la verdad, pero recuérdate: no eres superior a nadie. Recuérdate de esto, no eres superior a nadie. Si tú fueras el último en creer en la verdad, no rechaces por esto la compañía de los hombres. Incluso si tú vivieras en el silencio de una ermita, lleva en el corazón los sufrimientos de toda criatura. Eres cristiano; y en la oración todo devuelves a Dios.
Y cultiva ideales. Vive por alguna cosa que supera al hombre. Y si un día estos ideales te pidieran una cuenta salda por pagar, no dejes jamás de llevarlos en tu corazón. La fidelidad obtiene todo.
Si te equivocas, levántate: nada es más humano que cometer errores. Y esos mismos errores no deben de convertirse para ti en una prisión. No te quedes enjaulado en los propios errores. El Hijo de Dios ha venido no por los sanos, sino por los enfermos: por lo tanto ha venido también por ti. Y si te equivocas incluso en el futuro, no temas, ¡levántate! ¿Sabes por qué? Porque Dios es tu amigo. ¡Dios es tu amigo!
Si te afecta la amargura, cree firmemente en todas las personas que todavía obran por el bien: en su humildad esta la semilla de un mundo nuevo. Frecuenta a las personas que han cuidado el corazón como aquel de un niño. Aprende de las maravillas, cultiva el asombro, cultiva el asombro.
Vive, ama, sueña, cree. Y, con la gracia de Dios, no te desesperes jamás. Gracias».

domingo, 25 de junio de 2017

"No tengáis miedo."

CRECER CREYENDO:
Mt (10,26-33):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Palabra del Señor







SALMO:
Sal 68,8-10.14.17.33-35

R/.
 Que me escuche tu gran bondad, Señor

Por ti he aguantado afrentas, 
la vergüenza cubrió mi rostro. 
Soy un extraño para mis hermanos, 
un extranjero para los hijos de mi madre; 
porque me devora el celo de tu templo, 
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/. 

Pero mi oración se dirige a ti, 
Dios mío, el día de tu favor; 
que me escuche tu gran bondad, 
que tu fidelidad me ayude. 
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; 
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R/. 

Miradlo, los humildes, y alegraos, 
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres, 
no desprecia a sus cautivos. 
Alábenlo el cielo y la tierra, 
las aguas y cuanto bulle en ellas. R/.



COMENTARIO:
SIN MIEDO

El recuerdo de la ejecución de Jesús estaba todavía muy reciente. Por las comunidades cristianas circulaban diversas versiones de su Pasión. Todos sabían que era peligroso seguir a alguien que había terminado tan mal. Se recordaba una frase de Jesús: «El discípulo no está por encima de su maestro». Si a él le han llamado Belcebú, ¿qué no dirán de sus seguidores?

Jesús no quería que sus discípulos se hicieran falsas ilusiones. Nadie puede pretender seguirle de verdad, sin compartir de alguna manera su suerte. En algún momento, alguien lo rechazará, maltratará, insultará o condenará. ¿Qué hay que hacer?

La respuesta le sale a Jesús desde dentro: «No les tengáis miedo». El miedo es malo. No ha de paralizar nunca a sus discípulos. No han de callarse. No han de cesar de propagar el mensaje de Jesús por ningún motivo.

Jesús les va a explicar cómo han de situarse ante la persecución. Con él ha comenzado ya la revelación de la Buena Noticia de Dios. Deben confiar. Lo que todavía está «encubierto» y «escondido» a muchos, un día quedará patente: se conocerá el Misterio de Dios, su amor al ser humano y su proyecto de una vida más feliz para todos.

Los seguidores de Jesús están llamados a tomar parte activa desde ahora en ese proceso de revelación: «Lo que yo os digo de noche, decidlo en pleno día». Lo que les explica al anochecer, antes de retirarse a descansar, lo tienen que comunicar sin miedo «en pleno día». «Lo que yo os digo al oído, pregonadlo desde los tejados». Lo que les susurra al oído para que penetre bien en su corazón, lo tienen que hacer público.

Jesús insiste en que no tengan miedo. «Quien se pone de mi parte», nada ha de temer. El último juicio será para él una sorpresa gozosa. El juez será «mi Padre del cielo», el que os ama sin fin. El defensor seré yo mismo, que «me pondré de su parte». ¿Quién puede infundirnos más esperanza en medio de las pruebas?

Jesús imaginaba a sus seguidores como un grupo de creyentes que saben «ponerse de su parte» sin miedo. ¿Por qué somos tan poco libres para abrir nuevos caminos más fieles a Jesús? ¿Por qué no nos atrevemos a plantear de manera sencilla, clara y concreta lo esencial del evangelio?"


REFLEXIÓN:
Terminamos el curso como lo empezamos: SIN MIEDO.
La esperanza se ha convertido en júbilo por el deber cumplido.
Nos hemos conectado y hemos seguido las huellas de Madre Matilde.
Nos hemos hecho, un año más, parte de un sueño, de una promesa al Señor.
Todo construido a base de oración, entrega y servicio a los demás.
Hemos transmitido la Buena Noticia con alegría.
Hemos acompañado al necesitado.
Hemos compartido nuestros dones del Espíritu.
Hemos trabajado SIN MIEDO, defendiendo nuestra vocación y nuestra MISIÓN, con la ayuda de María Madre de La Iglesia y el Amor de Jesús Eucaristía.
Terminamos el curso y ya estamos pensando en el próximo.
No sabemos ser de otra manera.
¡¡¡FELIZ DESCANSO!!!


domingo, 18 de junio de 2017

"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día."

CRECER CREYENDO:
Jn (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor.



Salmo
Sal 147,12-13.14-15.19-20

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

COMENTARIO:
ESTANCADOS

El Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia... pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.

Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas, o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?

Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “Eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.

Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la Eucaristía de manera rutinaria y aburrida?

Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.

Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la Eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin  más criterios de renovación?

La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo” ¿No es la Eucaristía el centro de la vida cristiana?. ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?      

El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra  de modo admirable el núcleo de nuestra fe? José Antonio Pagola Parroquia de San Vicente Martir de Abando. Bilbao 


REFLEXIÓN:

 Jesús Eucaristía nos llama todos los días desde el Sagrario. Pasamos delante de Él más rápido que nunca en este mes de junio y nos equivocamos.

La prisa nos esclaviza, al igual que el ruido, y ya no podemos encontrar la paz más que saliendo, escapando de las cuatro paredes donde ejercemos nuestra vocación. Y nos equivocamos.

El “rompeolas” del primer banco de la capilla se nos hace insuficiente, el abrazo no se da por el calor, las oportunidades y las puertas abiertas se pierden y cierran por las corrientes de aire que provocan los rumores de arriba para abajo y de abajo para arriba. Todo el mundo parece tener una bala con su nombre, en esta locura de fin de curso. Y nos equivocamos.

Pero frente todo este intríngulis, que es cíclico, como la vida misma, resuenan en mi cabeza las palabras del Señor:
“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.”

Si tengo la solución, ¿por qué temo los problemas?
Si el Señor es mi pastor, nada me falta.
Pues entonces, gastemos las pocas fuerzas que nos quedan en perseverar en la fe, en apuntalar nuestras creencias e ilusiones para que ninguna ola las haga tambalearse.
Y paremos un rato.
Tomemos aire.
Todo es más sencillo a la luz del Sagrario.

¡Ánimo y adelante!




domingo, 11 de junio de 2017

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna

CRECER CREYENDO:
Juan (3,16-18):

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor.







Salmo
Dn 3,52-56

R/.
 A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

COMENTARIO:

            CONFIAR EN DIOS

      
El esfuerzo realizado por los teólogos a lo largo de los siglos para exponer con conceptos humanos el misterio de la Trinidad apenas ayuda hoy a los cristianos a reavivar su confianza en Dios Padre, a reafirmar su adhesión a Jesús, el Hijo encarnado de Dios, y a acoger con fe viva la presencia del Espíritu de Dios en nosotros.

Por eso puede ser bueno hacer un esfuerzo por acercarnos al misterio de Dios con palabras sencillas y corazón humilde siguiendo de cerca el mensaje, los gestos y la vida entera de Jesús: misterio del Hijo de Dios encarnado.

El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo. Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo invoca siempre con una palabra: “Padre”.

Nuestra primera actitud ante ese Padre ha de ser la confianza. El misterio último de la realidad, que los creyentes llamamos “Dios”, no nos ha de causar nunca miedo o angustia: Dios solo puede amarnos. Él entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos tristes por nuestra vida, casi siempre tan mediocre, ni desalentarnos al descubrir que hemos vivido durante años alejados de ese Padre. Podemos abandonarnos a él con sencillez. Nuestra poca fe basta.

También Jesús nos invita a la confianza. Estas son sus palabras: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también en mí”. Jesús es el vivo retrato del Padre. En sus palabras estamos escuchando lo que nos dice el Padre. En sus gestos y su modo de actuar, entregado totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.

Por eso, en Jesús podemos encontrarnos en cualquier situación con un Dios concreto, amigo y cercano. Él pone paz en nuestra vida. Nos hace pasar del miedo a la confianza, del recelo a la fe sencilla en el misterio último de la vida que es solo Amor.

Acoger el Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos hacemos conscientes de esta presencia continua, comienza a despertarse en nosotros una confianza nueva en Dios.

Nuestra vida es frágil, llena de contradicciones e incertidumbre: creyentes y no creyentes, vivimos rodeados de misterio. Pero la presencia, también misteriosa del Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor"

 

REFLEXIÓN:

El mes de junio todo es prisa, la reflexión queda oculta tras la excesiva burocracia.
Nos preguntamos el porqué de los resultados, analizamos nuestra práctica docente, buscamos respuestas cuando las hemos tenido enfrente durante nuestro día a día.
Y es este papeleo sin alma, este automatismo inútil a efectos prácticos, se transforma en un protocolo prevacacional al intentar darle un sentido.

Pero ¿qué tiene que ver esto con la Palabra?
Pues tiene que ver con la fe.
Con nuestra capacidad de creer.
Con nuestra necesidad de creer.
Nuestro trabajo es Misión, pues está centrado en la persona y es expresión de nuestra fe.
No seríamos los maestros/personas que somos sin cumplir el mandato de  Jesús, sin la protección de la Virgen y sin las huellas de Madre Matilde.

Es nuestra fe en Dios, Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo la que nos hace ser como somos.
Por eso seguimos en el camino, por eso tienen sentido nuestras metas y nuestra entrega y desgaste.

El mes de junio todo es prisa… PERO TENEMOS FE.

¡Ánimo y adelante!


Conéctate y sigue sus huellas.  

domingo, 4 de junio de 2017

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

CRECER CREYENDO:
Jn (20,19-23):

AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».


Palabra del Señor

 
Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequia,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

 

Salmo
Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34

R/.
 Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra


Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

 

COMENTARIO:
VIVIR A DIOS DESDE DENTRO

Hace algunos años, el gran teólogo alemán, Karl Rahner, se atrevía a afirmar que el principal y más urgente problema de la Iglesia de nuestros tiempos es su “mediocridad espiritual”. Estas eran sus palabras: el verdadero problema de la Iglesia es“seguir tirando con una resignación y un tedio cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual”.

El problema no ha hecho sino agravarse estas últimas décadas. De poco han servido los intentos de reforzar las instituciones, salvaguardar la liturgia o vigilar la ortodoxia. En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios.

La sociedad moderna ha apostado por “lo exterior”. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz ya no encuentra resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad.

Es triste observar que tampoco en las comunidades cristianas sabemos cuidar y promover la vida interior. Muchos no saben lo que es el silencio del corazón, no se enseña a vivir la fe desde dentro. Privados de experiencia interior, sobrevivimos olvidando nuestra alma: escuchando palabras con los oídos y pronunciando oraciones con los labios, mientras nuestro corazón está ausente.

En la Iglesia se habla mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos los creyentes la presencia callada de Dios en lo más hondo del corazón? ¿Dónde y cuándo acogemos el Espíritu del Resucitado en nuestro interior? ¿Cuándo vivimos en comunión con el Misterio de Dios desde dentro?

Acoger al Espíritu de Dios quiere decir dejar de hablar solo con un Dios al que casi siempre colocamos lejos y fuera de nosotros, y aprender a escucharlo en el silencio del corazón. Dejar de pensar a Dios solo con la cabeza, y aprender a percibirlo en los más íntimo de nuestro ser.

Esta experiencia interior de Dios, real y concreta, transforma nuestra fe. Uno se sorprende de cómo ha podido vivir sin descubrirla antes. Ahora sabe por qué es posible creer incluso en una cultura secularizada. Ahora conoce una alegría interior nueva y diferente. Me parece muy difícil mantener por mucho tiempo la fe en Dios en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna, sin conocer, aunque sea de manera humilde y sencilla, alguna experiencia  interior del Misterio de Dios.”

 

REFLEXIÓN:
Sí, como forma de llegar a otro.
Por favor, como pasaporte a lo desconocido.
Gracias, como documento de identidad.
PAZ Y BIEN.
Deja que el ESPÍRITU DE DIOS llene tus actos.
Y todo lo demás se nos dará por añadidura-
Amén.


PD: Si con estás siete líneas no consigo llegar a tu corazón y que pienses por dónde va tu vida, prueba a poner en práctica una línea cada día de esta semana y ya me contarás. Nos vemos en el camino, PEREGRINO.









domingo, 28 de mayo de 2017

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

CRECER CREYENDO:
Mt (28,16-20):

EN aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».


Palabra del Señor

 

Salmo
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/.
 Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas


Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/

 

COMENTARIO:
NO CERRAR EL HORIZONTE


Ocupados solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un progreso? ¿Es un error?


Hay dos hechos que no es difícil comprobar en este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una parte, está creciendo en la sociedad humana la expectativa y el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa :necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.


Por otra parte, está creciendo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro. Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el Planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.


Sin embargo, el desarrollo de la ciencia y la tecnología está logrando resolver muchos males y sufrimientos. En el futuro se lograrán, sin duda, éxitos todavía más espectaculares. Aún no somos capaces de intuir la capacidad que se encierra en el ser humano para desarrollar un bienestar físico, psíquico y social.


Pero no sería honesto olvidar que este desarrollo prodigioso nos va “salvando” solo de algunos males y de manera limitada. Ahora precisamente que disfrutamos cada vez más del progreso humano, empezamos a percibir mejor que el ser humano no puede darse a sí mismo todo lo que anhela y busca.


¿Quién nos salvará del envejecimiento, de la muerte inevitable o del poder extraño del mal? No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia ni doctrina ideológica. El ser humano se resiste a vivir encerrado para siempre en esta condición caduca y mortal.


Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra. Al parecer, no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día. En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor quiero recordar unas palabras del aquél gran científico y místico que fue Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”.

En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es una Puerta abierta a la vida que nadie puede cerrar. José Antonio Pagola Parroquia de San Vicente Martir de Abando. Bilbao

REFLEXIÓN:

Donde uno mejor está  algunos días es en la cama.
Todo sale al revés o no te sale, peleas  por tonterías y las noticias que te llegan de los que te rodean no mejoran tus esperanzas.
Te das cuenta que la crisis de los cincuenta, por la que atraviesas a trompicones, realmente no tiene edad. La cruda realidad nos muestra que los disparos de egoísmo y soledad aparecen a cualquier edad, como si el destino fuera un artillero, que nunca acierta, unas veces por tener la mira baja y otras por tenerla alta.

 

¡Y mira que uno lo intenta! Se llena de Espíritu y alza la vista al cielo, por si hoy le da al Señor por bajar en toda su Gloria y nos dejamos de aguantar tanta tontería, tanto becerro de oro con sus adoradores a juego y tanta nadería. Pero no hay suerte para el hombre honrado…
Y cuando ves, un día más, que eso no ocurre, te vistes de torero, como casi siempre, y, después de santiguarte y de besar las estampitas, sales al ruedo de la vida  con la ilusión de alcanzar la paz con uno mismo, que es la mejor forma de llevar la paz a los demás.

 

Y si la vida es sueño, yo cada vez tengo más.
Voy a lo fácil, que es no dormir, pese a que me obligo a las ocho horas en la cama.
Y salgo arrepentido, añorando las conversaciones siempre pendientes, la película que dejé de ver, el libro que tengo por leer, el ejercicio físico que me diera la puntilla, y agotado de “soñar” con los ojos abiertos.

Pero si hay una verdad que siempre me acompaña, esta es  que no sé cómo se las apaña el Señor para guiñarme un ojo cuando el depósito de la esperanza empieza a flojear.
Y es una sonrisa, una mirada, una palabra en el momento oportuno, hasta una confesión o un desahogo de otro que navega y no pilota o teme zozobrar.

Por eso no me canso de activar el protocolo de acompañamiento.

“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.”

Gracias por permitirme acompañaros.

¡Ánimo y adelante!


Conéctate y sigue sus huellas.








domingo, 21 de mayo de 2017

"El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él".

CRECER CREYENDO:
 
Jn (14,15-21):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Palabra del Señor

 
Salmo
Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20

R/.
 Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él.
Con su poder gobierna eternamente. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.

 

COMENTARIO:
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.

Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?

Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.

Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.

Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.

Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.

Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad...

¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?” José Antonio Pagola Parroquia de San Vicente Martir de Abando. Bilbao

REFLEXIÓN:

 

Hemos de dejarnos abrazar por el Espíritu.
Tenemos que notar la alegría de su presencia en nosotros.

Pese a todos nuestros peros, pese a nuestras circunstancias y pese a nuestras escusas.

Si nos cerramos al amor de Dios lo que nos rodea empezará a perder su color, mutará a los tonos grises y nos hará vulnerables al pesimismo, la negatividad, la tristeza, el vacío y a la depresión (todas ellas expresiones de la enfermedad de nuestra sociedad).

Sé que lo repito mucho, pero es parte de la verdad.
Somos nosotros los que hacemos que las cosas muten, es nuestra actitud la que marca lo que nos sucede.
Ya nadie se acuerda del santo Job. Un hombre que pese a todas las desgracias sigue confiando en Dios, en su amor.

Por eso, es momento de darle una oportunidad a nuestras vidas.
Abramos nuestro corazón a la fuerza del Espíritu.
Dejemos que los pequeños gestos nos calen para poder realizarlos, de corazón, nosotros también.
Hagamos de la oración, no una rutina, sino un regalo que nos hacemos.
Hemos de dejarnos abrazar por el Espíritu.
Tenemos que notar la alegría de su presencia en nosotros.
Así sea.

¡Ánimo y adelante!