sábado, 31 de mayo de 2014

AL VERLO, ELLOS SE POSTRARON PERO ALGUNOS VACILABAN.

LA PALABRA: Mt 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Detalle de la roca desde la que ascendió el Señor a los cielos. Mezquita de la Ascensión: Solo se permite decir misa el día de la Ascensión.
 El Señor está con nosotros hasta el fin del mundo. 
Lo vamos a notar sobre todo si somos hombres y mujeres de oración. 
¡Ánimo! Un abrazo  muy cordial. P. Alberto Bustos 

Id y quedaos. La Ascensión del Señor a los cielos nos invita a dos cosas aparentemente contradictorias. Sólo aparentemente. Según el evangelista san Mateo, Jesús dijo a sus discípulos: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos y enseñándoles”. San Lucas, por su parte, nos recuerda que Jesús dijo a los suyos: “Quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de lo alto”.
El “ir” presupone un “estar quietos”. Se hace camino si se es capaz de parar. Se llega, en la medida en que se sabe esperar sin prisas. Se llega a tiempo sólo si se tiene el coraje de perder el tiempo en el silencio, en la oración, en la contemplación.
Sin la fuerza de lo alto, sin el Espíritu, el mensaje que se lleva suena a falso, a poco creíble. Un apostolado sin contemplación es un ruidoso girar en el vacío.
Id, pero antes quedaos.
Porque un cristiano sin oración es precisamente uno que arma líos. Porque es uno que, como mucho, se anuncia a sí mimo.
La vida cristiana es, por esencia, comunitaria, pero también comunicativa. Si falta la salida, el apostolado, la Iglesia no hace más que girar sobre sí misma (los propios problemas, los propios derechos, el propio prestigio).  Entonces la atmósfera que se respira está viciada. Falta vida. Puede surgir gente que forma coágulos, en vez de ser levadura que se pierde en la masa.
Y si falta oración, contemplación del misterio, la Iglesia acaba por girar en el vacío, aunque haga mucho ruido. Pero defrauda las esperanzas de los hombres. Su actividad enmascara la debilidad espiritual.
Id, pero quedaos.
Nos dijo también antes de partir: “Id y haced discípulos de todos los pueblos”. Algo así como quienes os miren me vean. Nosotros, por el contrario, empezamos desfigurando un poco la traducción, interpretando un poco abusivamente: ¡Adoctrinad!
Y así nos volvemos maestros exigentes , a veces incluso conquistadores, dominadores, manipuladores  de las conciencias, como si fuéramos un paso obligado, un punto de referencia indiscutible. O sea, hemos pretendido vincularlos a nosotros en vez de vincularlos a él.
Cuanto más creamos, menos nos fiaremos de nosotros y de nuestros recursos. Creer significa también tener conciencia de nuestros límites, confesar nuestros errores, dudar de nuestras posibilidades.
Ahora comienza nuestra tarea porque no ha concluido la suya: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Podemos movernos hacia todos los territorios sin el límite que él nos ha asignado. Porque él anda envuelto, comprometido hasta el fondo en al empresa, que es suya, aunque nuestra parte no es ni mucho menos despreciable.

Deberíamos rezar así: “Quédate, Señor, con nosotros porque te has hecho invisible, mientras que nosotros nos vemos obligados a ser demasiado visibles. Nos has hecho depositarios de los inmensos tesoros con tu pasión, muerte y resurrección. Haz que no tengamos que sustituirlos por nuestra miserable mercancía. Haz que no acojamos tu Espíritu para obligarle después a seguir nuestros programas. Por algo nos dijiste: id y quedaos.

OREMOS JUNTOS:
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/.
 Dios asciende entre aclamaciones; 
el Señor, al son de trompetas


Pueblos todos batid palmas, 
aclamad a Dios con gritos de júbilo; 
porque el Señor es sublime y terrible, 
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones; 
el Señor, al son de trompetas; 
tocad para Dios, tocad, 
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo; 
tocad con maestría. 
Dios reina sobre las naciones, 
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.



DE SILOS A DALÍ… MIL AÑOS CONTANDO LA ASCENSIÓN.
PARA REFLEXIONAR:
No sé si empezar por algo tipo Cuarto Milenio o por destacar las virtudes de los jugadores, y de sus aficiones, en la final de la copa de Europa… En esta sociedad nuestra la noticia, solo es noticia si  describe  platillos volantes o vidas de estrellas de fútbol. Se trata siempre lo fantástico o lo que distrae a la masa de la realidad antes que lo que nos sirve para afrontar los problemas que esa misma realidad nos pone delante. Somos por lo que tenemos, no por lo que creemos. Somos consumo, humo y tiempo perdido. Estas palabras del Señor: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” no son noticia.
Y mira que el Papa Francisco ha estado de viaje apostólico por Tierra Santa precisamente por esta razón intima, cumplir el mandato de Jesús y hacer discípulos a dos pueblos enfrentados, ISRAEL Y PALESTINA. Pero nadie ha dado la noticia así. Ha prevalecido la política, pese a los gestos claros del Santo padre sobre la reconciliación.

Reconciliación, también, entre los propios cristianos, que llevan 50 años aproximándose (Católicos y Ortodoxos) pero que siguen siendo incapaces de celebrar la eucaristía conjuntamente, ni en ocasión tan especial.
Pero como la PAZ es algo que cuesta mucho construir,  me quedo con el abrazo del Santo Padre a sus asesores personales del viaje, un judío y un musulmán, al finalizar el mismo
                                           
La fraternidad no se construye únicamente con palabras. Tiene que ir acompañada de hechos. La paz, igual.

Quizá sea hora de derribar muros, de evitar lamentaciones, de abrir los brazos a los perseguidos, a los refugiados, a los necesitados, como María Madre de la Iglesia, como Matilde. Así lo ha entendido el Papa y nos lo ha mostrado en cada uno de sus gestos.
Soy de los que todavía cree en que “mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, pueden cambiar el mundo.” Esa fue siempre la fuerza de los discípulos de Jesús. Esa fue la obra del Espíritu. Hacer palpable, en las obras, al que ascendió al cielo y cumplir así su promesa: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» ¡AMÉN!
Mi aportación, hoy, a que los muros que nos separan caigan, no es este poema prestado. Es el tiempo que permanezca la sonrisa en vuestro rostro después de leerlo. El resto será obra del Espíritu, como siempre.
¡ADELANTE! ¡NO TENGÁIS MIEDO!


NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…




domingo, 25 de mayo de 2014

25 de mayo PASCUA DEL ENFERMO... FE Y CARIDAD


Pascua del enfermo: 

“Necesitamos descubrir la compasión como principio de actuación 

social, eclesial y política”


ORACIÓN:

ESPÍRITU DE JESÚS

Espíritu del Señor.
Hoy me dirijo a ti para pedirte
que me acompañes siempre
a lo largo de mi vida.
Ayúdame a mantenerme fiel
a la palabra de Jesús,
y a vivir todos los días
como él nos enseñó.
Te pido por toda mi familia
mis amigos, mis conocidos. 
También te quiero pedir 
por aquellos que sufren, o están sólos o enfermos.
danos fuerza para construir
un mundo de hermanos, 
donde haya Justicia y Paz.
Quiero vivir como Jesús.
Gracias por estar junto a mí.



MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA XXII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2014
Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16)

Queridos hermanos y hermanas:

1. Con ocasión de la XXII Jornada Mundial del Enfermo, que este año tiene como tema Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16), me dirijo particularmente a las personas enfermas y a todos los que les prestan asistencia y cuidado. Queridos enfermos, la Iglesia reconoce en vosotros una presencia especial de Cristo que sufre. En efecto, junto, o mejor aún, dentro de nuestro sufrimiento está el de Jesús, que lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido. Cuando el Hijo de Dios fue crucificado, destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad. De este modo, estamos frente al misterio del amor de Dios por nosotros, que nos infunde esperanza y valor: esperanza, porque en el plan de amor de Dios también la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valor para hacer frente a toda adversidad en su compañía, unidos a él.

2.  El Hijo de Dios hecho hombre no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento sino que, tomándolos sobre sí, los ha transformado y delimitado. Delimitado, porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la vida nueva en plenitud; transformado, porque en unión con Cristo, de experiencias negativas, pueden llegar a ser positivas. Jesús es el camino, y con su Espíritu podemos seguirle. Como el Padre ha entregado al Hijo por amor, y el Hijo se entregó por el mismo amor, también nosotros podemos amar a los demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos. La fe en el Dios bueno se convierte en bondad, la fe en Cristo Crucificado se convierte en fuerza para amar hasta el final y hasta a los enemigos. La prueba de la fe auténtica en Cristo es el don de sí, el difundirse del amor por el prójimo, especialmente por el que no lo merece, por el que sufre, por el que está marginado.

3. En virtud del Bautismo y de la Confirmación estamos llamados a configurarnos con Cristo, el Buen Samaritano de todos los que sufren. «En esto hemos conocido lo que es el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). Cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan atención, llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo. Cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras acciones, damos espacio al Corazón de Cristo y el nuestro se inflama, ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios.

4. Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad nuestra mirada. Es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos. María, animada por la divina misericordia, que en ella se hace carne, se olvida de sí misma y se encamina rápidamente de Galilea a Judá para encontrar y ayudar a su prima Isabel; intercede ante su Hijo en las bodas de Caná cuando ve que falta el vino para la fiesta; a lo largo de su vida, lleva en su corazón las palabras del anciano Simeón anunciando que una espada atravesará su alma, y permanece con fortaleza a los pies de la cruz de Jesús. Ella sabe muy bien cómo se sigue este camino y por eso es la Madre de todos los enfermos y de todos los que sufren. Podemos recurrir confiados a ella con filial devoción, seguros decque nos asistirá, nos sostendrá y no nos abandonará. Es la Madre del crucificado resucitado: permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena.

5. San Juan, el discípulo que estaba con María a los pies de la Cruz, hace que nos remontemos a las fuentes de la fe y de la caridad, al corazón de Dios que «es amor» (1 Jn 4,8.16), y nos recuerda que no podemos amar a Dios si no amamos a los hermanos. El que está bajo la cruz con María, aprende a amar como Jesús. La Cruz  es «la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos… La Cruz de Cristo invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda» (Via Crucis con los jóvenes, Río de Janeiro, 26 de julio de 2013).
Confío esta XXII Jornada Mundial del Enfermo a la intercesión de María, para que ayude a las personas enfermas a vivir su propio sufrimiento en comunión con Jesucristo, y sostenga a los que los cuidan. A todos, enfermos, agentes sanitarios y voluntarios, imparto de corazón la Bendición Apostólica.
Vaticano, 6 de diciembre de 2013
FRANCISCO


¡QUE FALTA ME HACE EL ESPÍRITU SANTO!

LA PALABRA: Jn 14,15-21




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.




El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

 Sólo amándonos podremos hacer creíble la Iglesia a la que pertenecemos 
 por la gracia de Dios. Un abrazo, P. Alberto  Bustos
Si me amáis. Es curioso. Jesucristo no dijo a sus discípulos: si guardáis mis mandamientos acabaréis amándome. Cumple y ama después. Sino: “Si mi amáis, guardaréis mis mandamientos”. Es el evangelista san Juan quien nos da la definición más exacta de Dios: “Dios es amor”.
El motivo del amor de Dios reside exclusivamente en Dios. Él  ama porque su naturaleza es amor, y basta. Así se explica por qué Dios se hace hombre, por qué busca a los que están perdidos, frecuenta la compañía de los publicanos y pecadores; una conducta inexplicable e injustificada desde el punto de vista de la ley.
Tampoco Dios se deja imponer por los límites del comportamiento del hombre.  “Él hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos y pecadores”. Qué mala noticia para nosotros sería saber que Dios nos ama porque somos buenos. No, somos buenos porque Dios nos ama. 
Dios no está ahí para constatar nuestros valores. Los produce, los crea.
Y ahora es el propio evangelista san Juan, el predilecto del Señor, quien nos advierte: “Queridos, si Dios nos amó de esta manera,  también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Porque “si alguien dice amo a Dios y aborrece  a su hermano, es un mentiroso. “
El mandamiento del Señor es el que dio a sus discípulos después de lavarles los pies: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Sirviendo, lavándoos los pies.
Si me amáis puedo marchar tranquilo. Puedo fiarme de vosotros. Porque haréis las cosas como es debido, Porque haréis la única cosa agradable a Dios. La Iglesia es la Iglesia de Cristo, no cuando es el lugar de la obediencia, de la disciplina, de la ortodoxia, de la cultura, sino cuando es la Iglesia del amor.
Si no es la Iglesia del amor, no es la Iglesia. Si me amáis, mi misión puede considerarse cumplida.
Jesús, antes de partir, no distribuye ningún diploma, ningún doctorado, ningún certificado de autenticidad cristina. Si me amáis…
Amaos y podré fiarme de vosotros.
Amaos… y yo haré todo lo demás.
Amaos y no os dejaré huérfanos.
Y no lo olvidemos nunca: Jesús, a lo largo del camino de Emaús, se hizo caminante. Se puso a acompañar a dos pobrecillos desalentados. Los escuchó. Dejó que se desahogaran. Luego les habló, les explicó pacientemente y finalmente se dio a conocer.
“El Señor caminó al lado del hombre y quiso sentarse junto a él. No impuso sus esperanzas, sino que entró en la desesperación del paralítico, del padre al que se le moría la hija, de la samaritana que buscaba el agua que sacia la sed del alma.
La vida del Señor no es la predicación de una dura filosofía; es un viaje junto al hombre. Dios existe. Pero el verdadero problema es que existamos nosotros. Que no nos escondamos.
Porque la esperanza y el amor no se gritan, y mucho menos se imponen. Son una experiencia que contar en voz baja, estando al lado de los demás, caminando con ellos.      
Esta es nuestra fe.


OREMOS JUNTOS:

Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20

R/.
 Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera; 
tocad en honor de su nombre, 
cantad himnos a su gloria. 
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R/.

Que se postre ante ti la tierra entera, 
que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. 
Venid a ver las obras de Dios, 
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme, 
a pie atravesaron el río. 
Alegrémonos con Dios, 
que con su poder gobierna eternamente. R/. 

Fieles de Dios, venid a escuchar, 
os contaré lo que ha hecho conmigo. 
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica 
ni me retiró su favor. R/.

PARA REFLEXIONAR:





“SI ME AMÁIS, GUARDARÉIS MIS MANDAMIENTOS”, dice el Señor.
 Luego la clave es el Amor. Puede parecer que los TELLISTAS tendremos ventaja, por nuestro carisma, pero yo lo veo más como una responsabilidad. Los seguidores de Cristo en todas sus representaciones carismáticas tienen como base el MANDAMIENTO DEL AMOR AL PRÓJIMO. ¡Ellos ponen el acento. Nosotros la TILDE! Porque es Madre Matilde quien nos da la clave. ¡SEA NUESTRA VIDA UN ACTO DE AMOR!
Ahora que estamos cerrando el curso, a mí me viene esta otra frase que Matilde le dice al Señor: “TODOS LOS QUE PUEDA, TE LOS TRAERÉ”. En este bendito mes de los maestros que va de San Isidro a San Juan, estamos de cosecha y se ven tanto los frutos como, por desgracia, las “malas hierbas” en nuestro huerto. Salvar a las “malas hierbas”, transformarlas para que no sean dañinas al grupo o a sí mismas, en este corto periodo de tiempo es utópico, pero para los milagros  es para lo que necesitamos al Espíritu Santo. Solo con su fuego, con sus dones, abarcaremos este eterno dilema.
“Tarea de Quijote es ver gigantes y no molinos; mar de lágrimas y no de trigo;
Pero yo no soy ya hidalgo caballero, sino solo Sancho, campechano campesino.
Y me enfermo, me canso, me agoto… pero sigo en el camino.”
¡La falta que me hace, Dios mío, tu ESPÍRITU DIVINO!
Pero de la NECESIDAD, hacemos VIRTUD y de la ACEPTACIÓN Y DE LA FIDELIDAD, CAMINO.
No estamos SOLOS. Ahí fuera hay muchos otros que creen en el AMOR.
¡BÚSCADLOS PARA EL SEÑOR!

¡ADELANTE, NO TENGÁIS MIEDO!

sábado, 24 de mayo de 2014

DE MARÍA AUXILIADORA A MARÍA MADRE DE LA IGLESIA, PASANDO POR ROBLEDILLO DE LA VERA, DE LA MANO DE MATILDE.

Esta última semana de mayo hace que mi vocación mariana fluya con una oración y una sonrisa.Es la alegría que la Virgen pone en nuestro rostro cuando nos escucha, nos consuela y nos guía.

Peregrino, busco su auxilio, en sus brazos abiertos, en el fuego del Espíritu Santo, en el rosario cuando canto sus letanías y en Robledillo, cuando me mira, como a Matilde, junto a todos los tellistas...





domingo, 18 de mayo de 2014

EL VALOR DE LAS OBRAS HECHAS CON AMOR...

Ya se han comunicado los trabajos premiados  del concurso "ELLA TAMBIÉN VIVE" a todos los colegios de las Hijas de María Madre de la Iglessia.
Pero yo, aquí, quiero hablar de todos los que han participado: de los alumnos, por supuesto, pero también de sus familias y de sus profesores.
La alegría por el X Aniversario de la Beatificación de Madre Matilde se ha plasmado en los trabajos, tanto por su calidad como por su cantidad.
Y esa alegría nace del reconocimiento de la Familia Tellista a la figura de Matilde y a sus obras. Pero no solo por las que hizo, sino por las que hace através del Instituto HMMI y de los laicos que trabajan con el Instituto en Misión Compartida y de las que surgan en un futuro por los que valoran las obras hechas con amor.


Ese reconocimiento y esa alegría son fruto de la entrega y del servicio. Parte sustancial del carisma de Madre Matilde.
Por eso quiero yo dar las gracias a TODOS los participantes, los premiados, los expuestos en los colegios o en las clases, los calificados para nota Plástica o Religión, los que se quedarón orgullosos de lo realizado o los que saben que podían haberlo hecho mejor, los que lo hicieron sólos o con ayuda...

¡A TODOS, MUCHAS GRACIAS, POR VUESTRO TIEMPO... ENTREGA Y DEDICACIÓN...
PERO, SOBRE TODO, GRACIAS, POR VUESTRO AMOR!



sábado, 17 de mayo de 2014

“¡QUE NO TIEMBLE VUESTRO CORAZÓN! CREED EN DIOS Y TAMBIÉN EN MI...SI NO, CREED A LAS OBRAS.”

LA PALABRA: Jn 14,1-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» 
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto 
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» 
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.»
 Nos esperan allá arriba. No nos apeguemos a las cosas de abajo. 
 Vivamos para servir. Es así como se compra el cielo. P. Alberto Bustos. 
   
 
Os llevaré conmigo” No hay como tener fe para ser felices. Cumplamos los años que cumplamos aquí, en la tierra; pasemos por las calamidades (incluida la muerte) que tengamos que pasar; Alguien que vivió en  este mundo nuestro y padeció lo indecible y nos quiere con locura se ha ido al cielo para prepararnos allí un lugar.
            “Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros”.
            ¿Quién es ese Dios que nos espera con los brazos abiertos? Conviene que hagamos memoria. Un día ese Dios en quien creemos compuso lo que alguien ha llamado la Sinfonía de los seis días. “Y dijo Dios: que exista la luz. Que haya un firmamento. Produzca la tierra vegetación. Que haya luceros en el firmamento. Que bullan las aguas de animales vivientes. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Y vio Dios que todo era bueno.
            Dios sigue viviendo en el cielo. Y cuando el hombre echó a perder la maravillosa obra de la Creación, cuando el hombre decidió esconderse, desaparecer incluso, estropear la Sinfonía de los seis días; entonces fue el mismo Dios quien, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre. Eso sí, siempre por amor al hombre.
            Con la Encarnación aparece de nuevo la belleza de Dios sobre la tierra. Dios no se ha limitado a dejarse oír: “Adán, ¿dónde estás?”  Dios se ha dejado ver. En Jesucristo se ha hecho “rostro”. Cristo es el icono, el rostro de Dios.
            Hoy acabamos de leer en el evangelio que “En aquel tiempo Jesucristo (rostro de Dios) dijo a sus discípulos: cuando me vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros”
            Nuestra morada definitiva es el cielo. Procuremos despegarnos de aquello que nos ata a la tierra. Huyamos del pecado. Pongamos los ojos en aquel que nos ha dicho: “Yo soy el camino, la verdad y al vida. Nadie va al Padre sino por mí”
            Fijémonos también en sus gestos. Cuando en el evangelio vemos que Cristo concede sus preferencias  a los pequeños, que muestra su compasión por los que sufren, que concede ampliamente el perdón a los pecadores, que atiende a los marginados, que no esconde sus simpatías por los últimos, que se mantiene al margen de los poderosos, que agradece los pequeños gestos de delicadeza; estamos adivinando el rostro de Dios. ¡Dios es así!    
            Por eso cuando el Apóstol Santo Tomás le dice a Jesús: ”Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?” Jesús le responde: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”
            También a nosotros nos manifiesta Cristo su queja: Llevo tanto tiempo con vosotros y todavía no os habéis decidido a romper la otra imagen. Sólo adivinando en el que sufre, en los limpios de corazón, en los misericordiosos mi imagen, aprenderéis a conocerme a mí. A “ver “ a Dios.
            Tenemos que esforzarnos en vivir alegres, ilusionados, entregados a los demás.  La vida se nos da y la merecemos dándola. Quien entrega su vida por amor la gana para siempre, dice el Señor.
            Alguien que vivió este programa se nos ha adelantado y ha subido al cielo para prepararnos un sitio. Lo de menos es la fecha. Lo maravilloso es la compañía: vivir junto a Dios por toda la eternidad.   

            Y eso es lo nuestro.

ORAMOS JUNTOS:
Sal 32,1-2.4-5.18-19

R/.
 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti

Aclamad, justos, al Señor, 
que merece la alabanza de los buenos. 
Dad gracias al Señor con la cítara, 
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la palabra del Señor es sincera, 
y todas sus acciones son leales; 
él ama la justicia y el derecho, 
y su misericordia llena la tierra. R/. 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, 
en los que esperan en su misericordia, 
para librar sus vidas de la muerte 
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
PARA REFLEXINAR:
“¡QUE NO TIEMBLE VUESTRO CORAZÓN!  CREED EN DIOS Y TAMBIÉN EN MI.” Dice el Señor.Nadie nos conoce mejor que Él.. Es perfectamente consciente de nuestras virtudes y de nuestras flaquezas. Y por eso nos alienta, nos prepara para recibir el Espíritu Santo.
Imagináos si ya lo hizo con los discípulos, con personas que le conocieron, le siguieron y compartieron su camino, ¡QUÉ NO HARÁ POR NOSOTROS!
“SI NO, CREED A LAS OBRAS.” Nos conoce tanto, parlanchines incumplidores, que si no damos valor a la palabra, a SU PALABRA, porque nuestra palabra no la tiene, nos dice que nos fijemos en SUS OBRAS.
Por eso yo me levanto cada día, “pico y pala”,y a la OBRA… yo no soy solo maestro. Yo estoy en la “nómina” del Señor. No hay escusa para no ponerse en camino.
Creo en los dolores de espalda y de cabeza, en el agotamiento, en las voces inútiles,en el desgaste de la pelea diaria, en la incomprensión de la sociedad  y en el descrédito de nuestra vocación como pago a nuestra ENTREGA. Si así costruimos el Reino, no dudemos en ser TELLISTAS “CELIACOS”: “EL QUE RESISTE…¡GANA!” Y ofrezcamos nuestro SACRIFICIO… al SERVICIO del prójimo. Sea nuestro alimento Jesús Eucaristía y nuestra fuerza el ESPÍRITU.
“Seamos el sonido del mar que descubren los niños en las caracolas”… no puedo imaginar un honor más grande, ni un puesto de mayor responsabilidad. ¡AMÉN!

¡ÁNIMO Y ADELANTE!











domingo, 11 de mayo de 2014

¡¡¡¡ SALID A LOS VERDES PASTOS !!!!

LAPALABRA: Jn 10,1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. 
Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.




Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

 Domingo del Buen Pastor. Nosotros somos sus ovejas, por las que no
 dudó en entregar su vida. ¿Cómo se lo agradecemos? ¡Cuánto nos quiere
 Dios! Un abrazo, P. Alberto Bustos.

El buen pastor. Siempre que nos disponemos a escuchar la palabra de Dios debemos estar preparados para lo sorpresa. Aquí no vale decir: “Eso ya lo había leído yo antes”. Porque la palabra de Dios es creadora. Dejemos atrás conocimientos adquiridos. Busquemos sorpresas. Porque las hay.
En la primera Lectura de este domingo (4º de Pascua) nos leían que “el día de Pentecostés se presentó Pedro con los Once, levantó la voz y dijo: “Todo Israel esté seguro de que el mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías”. Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer?  Pedro les contestó: “Convertíos”.
Nosotros felizmente ya hemos sido bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo, hemos sido perdonados muchas veces. Paro a lo mejor aún no hemos dado el primer paso: convertirnos, cambiar. Es muy fácil comentar: “Estoy leyendo un libro maravilloso”, “qué sermón tan interesante”… Si uno no ha arriesgado el corazón, si no ha advertido la necesidad de convertirse, de poco han servido el libro  y el sermón.
En la segunda Lectura el propio apóstol San Pedro nos advierte: “Si haciendo el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Cuando al Señor le insultaban no devolvía el insulto”.
No suele ser ése nuestro proceder. “Frases como “estamos profundamente indignados…”, “ya hemos llegado al límite y por eso ya no podemos tolerar más…” resultan difíciles de imaginar en labios de Cristo sobre la cruz. Y tampoco valen, como excusas de nuestros enfados, abogar por la “causa de Dios”, “el honor de la Iglesia”.
Hay que convencerse de que, a imitación de Jesús, la causa de Dios se salva sobre todo con el silencio cargado de amor y la mansedumbre. Por lo menos eso fue lo que nos enseñó el Maestro. Levantar al voz, enseñar los dientes y las uñas significa colocarse fuera del misterio pascual.
Es cierto que el pastor tiene autoridad sobre las ovejas. Pero más que reivindicar la autoridad (que a veces se confunde con el poder), hay que reivindicar (¡y manifestar!) el amor y la delicadeza y al entrega que vienen de ese mismo Pastor. Uno no se hace amar porque tenga autoridad. Tiene autoridad sólo en la medida en que es capaz de “amar como él amó”.
Finalmente, decididos a imitar al Buen Pastor, pongamos no sólo “afán” en nuestro trabajo (en casa, en el propio oficio, en la Catequesis, en el convento). No tener nunca tiempo no significa necesariamente gastarse por los demás.
Recordaba en cierta ocasión un sacerdote, misionero en Tanzania: “He realizado en mi Misión una serie considerable de obras a costa de enormes sacrificios. Puedo asegurar que no he ahorrado esfuerzo alguno. Sin embargo el otro día, en la inauguración de mi última construcción que fui levantando ladrillo a ladrillo, una mujer me echó en cara una gran verdad: “Usted ha hecho en estos años muchas cosas por nosotros. Debemos reconocerlo. Pero mire: no necesitamos sus cosas. Le necesitamos a usted. Y no está nunca”.
Que no se nos olvide lo que hemos aprendido este domingo sobre el Buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas. Él vino a darse. Y se nos va a dar dentro de un instante bajo la especie de un trocito de pan.
Señor, enséñanos a amar como tú nos amaste



OREMOS JUNTOS:
Sal 22,1-3a.3b-4.5

R/.
 El Señor es mi pastor, nada me falta


El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar, 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. R/. 

Me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.