domingo, 25 de enero de 2015

18 de enero:«Venid y lo veréis.»

CRECER CREYENDO:  



Jn (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» 
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. 
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?» 
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» 
Él les dijo: «Venid y lo veréis.» 
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. 
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor


COMENTARIO:

Después del tiempo de Navidad iniciamos el tiempo ordinario. Así llamamos en la liturgia a un conjunto de semanas en las que vamos recordando y celebrando los diversos misterios de la vida de Jesús. A partir del domingo 25 la Iglesia propone la lectura del evangelio de san Marcos (Ciclo B). Hoy, como excepción, el evangelio es de san Juan y nos invita a meditar sobre nuestro encuentro con Jesús.
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: -«Éste es el Cordero de Dios.»
Estamos en el capítulo 1 del evangelio de san Juan; no nos han dicho nada del nacimiento de Jesús ni de su infancia y, de golpe, entramos en este texto en el que nos presentan a Jesús a través del testimonio de algunos discípulos.
Dar testimonio significa decir lo que hemos visto y oído. En estos tiempos vemos y oímos tantas cosas a lo largo del día que difícilmente podemos comprender la importancia del testimonio. En tiempos de Jesús, como ya hemos dicho otras veces, bastaba que dos varones dieran el mismo testimonio sobre algún hecho para que se considerara cierto. A través del testimonio se podía liberar o culpar a alguien, incluso castigarle con la pena de muerte.
San Juan Bautista tuvo muchos discípulos; en algunas zonas fue más conocido que el propio Jesús. Ahora el evangelista nos presenta a discípulos de Juan que pasan a ser discípulos de Jesús. Este gesto era muy importante en las primeras comunidades, era como una invitación a hacer lo mismo, un guiño a los discípulos de Juan (que ya había muerto hacía años) para que se incorporaran a las comunidades cristianas.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Él se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
-« ¿Qué buscáis?»
A lo largo de los cuatro evangelio muchas veces nos presentan a Jesús preguntando, incluso haciendo preguntas en lugar de dar respuestas. Actualmente la pedagogía nos invita a hacer lo mismo: suscitar muchas preguntas, en lugar de dar respuestas ya hechas.
Hoy el evangelio nos invita a preguntarnos con toda seriedad: ¿Qué busco? ¿Qué buscamos? Y si seguimos “tirando del hilo” deberíamos preguntarnos también: Lo que busco ¿me hace feliz? ¿Dónde está el origen de nuestra frustración e insatisfacción? ¿Qué busca la gente que nos rodea? ¿A dónde les conduce esa búsqueda?
 Ellos le contestaron:- «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: -«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
El lugar donde vivimos y nuestro estilo de vida expresan claramente rasgos de nuestra identidad. Pensemos en diferentes estilos de vida que conocemos, en los que más nos gustan y en los que nos producen mayor rechazo.
En tiempos de Jesús había hombres, considerados maestros; quienes querían aprender y ser sus discípulos pedían permiso para vivir con ellos un tiempo. Quienes acaban de conocer a Jesús quieren conocer también su estilo de vida. Es una forma de decirnos que quieren aprender a ser discípulos.
El hecho de señalar la hora es muy importante: es la hora del encuentro que cambia  su vida. No se refiere a una hora cronológica (de reloj, como diríamos ahora) sino al tiempo vivido como kairós: es la hora de Dios, el momento oportuno que no dejaron escapar. 
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: -«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Desde el punto de vista histórico no es posible que alguien que se acaba de encontrar con Jesús de Nazaret pudiera llamarle Mesías, Cristo, porque era un título que se le dio después de la resurrección. Era un título post pascual. El evangelio de Juan no quiere poner el acento en una crónica de los hechos que ocurrieron sino en presentarnos a diferentes personas que “se rinden” al encontrarse con Jesús y le siguen. Le reconocen como su salvador.
El evangelio de hoy es una catequesis sobre el encuentro con Jesús. Y quien lo encuentra da testimonio a su alrededor para que otras personas se encuentren también con él. Más que un hecho histórico pasado nos invita a ver un horizonte, a percibir una llamada: todo encuentro con Cristo desemboca en evangelización, en testimonio.
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: -«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
El nombre tenía mucha importancia en la cultura judía. Podía expresar el deseo de los padres, el rechazo, o ser símbolo de algo. No se ponían los nombres a lo tonto. En el texto quieren resaltar que el encuentro con Jesús fue de tal hondura que Jesús cambió la identidad de Pedro. Y ese cambio de  identidad, que en realidad se dio a lo largo de muchos años, se expresa en el cambio de nombre. Algo semejante ocurre ahora cuando a una persona le dan una nueva identidad (por ejemplo porque es perseguida y al darle un nombre nuevo le dan una nueva oportunidad).
Seguir a Jesús es una experiencia tan honda y globalizante que es “como recibir un nombre nuevo” (como nacer de nuevo, le dijo Jesús a  Nicodemo). ¿Qué nombre nos daría hoy Jesús, para expresar el sueño que tiene sobre nuestra vida? http://www.mariferamos.com/
REFLEXIÓN:

Acabo de llegar a una meta y ya están dándome el pistoletazo de salida. La edad, el transcurrir de la vida, el paso del tiempo…un número (48).
¿Y ahora qué? Si tuviera tiempo para pararme a pensar, os aseguro que no lo haría. Prefiero dormir…ja,ja,ja
Es el primer síntoma “viejuno”. Voy mucho más lejos y más rápido en mis sueños que en la vida real.
Si eso se llama crisis personal, la tengo. Si eso se llama PETERPANISMO, os aseguro que también.
Creo que por eso voy cada vez más a la capilla, al rompeolas, junto a Matilde, a los pies del Sagrario.
Busco la paz que no tengo, la tranquilidad que ansío y el silencio que me falta.
VOY A DETENER EL TIEMPO… ¡¡Y A ESCUCHAR!!

 

En estos tiempos tan extraños que nos toca vivir, la comunicación lo es todo. La cúpula que ostenta el poder en las naciones maniobra para silenciar ciertas noticias y para agigantar otras. Solo así se entiende lo sucedido esta semana. Ante una situación de TERRORISMO, se logra una unidad para la foto, una condena unánime y se eleva a MÁRTIRES DE LA LIBERTAD solo a una parte de los muertos de los atentados. (Aún y con todo, infinitamente mejor que cuando nosotros tuvimos un atentado yijadista. Nada de esto ocurrió y los muertos casi fueron 200.)

Los CRISTIANOS estamos siendo masacrados en Siria, Irak y Nigeria, por esos mismos terroristas, y no somos noticia. No tienen valor estos Mártires. ¿Por qué?
Las palabras del PAPA FRANCISCO son un remanso de cordura: condena, perdón y respeto. Es una mezcla muy peligrosa en esta sociedad descreída. Quizá tendremos que rezar más por los de aquí que por los de allí.

 


Y volvemos, otra vez al ruido de la escuela. Ese que es solución y futuro.


 Y quizá por eso ahora entiendas porque cada vez duermo menos y rezo más.

Paz y Bien.
No tengáis miedo.

¡Ánimo y adelante!

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